"La agricultura industrial es el responsable de la mayor cantidad de emisiones de efecto invernadero en el mundo"
Por Vanesa Rosales de la Quintana*
El Acuerdo de París es un compromiso enmarcado dentro de las Naciones Unidas, fue firmado por 195 países, entre ellos la Argentina, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a fin de disminuir el calentamiento global. Es un compromiso voluntario y cada país establece sus límites.
Los países más desarrollados, es decir las 10 economías más grandes del planeta, son las responsables del 72% de las emisiones de CO2. Y apenas el 3% de las emisiones son producidas por los cien países más pobres del mundo.
Existe un efecto invernadero natural, pero las emisiones que resultan de las actividades del hombre, como la deforestación, el uso de fertilizantes y plaguicidas, la quema de combustibles fósiles y el fracking, intensifican el fenómeno.
El uso creciente de los fertilizantes químicos es uno de los principales ejes de la problemática, ya que generan más emisiones de gases con efecto invernadero que todas las emisiones provenientes de los automóviles. Para la elaboración de fertilizantes se necesita un gran uso de energía. Su producción causa el 2% del consumo global de energía y el 2% de emisiones de gases de efecto invernadero. Además se suman las emisiones que generan cuando son aplicados directamente al suelo, siendo la contaminación aún mayor a la que se da en los procesos de producción. Cada 100 kilos de fertilizantes nitrogenados que se aplican al suelo, 1 kilo termina en la atmosfera como óxido nitroso, un gas 300 veces más potente que el dióxido de carbono.
El efecto invernadero es la suba de la temperatura terrestre por la creciente concentración de gases en la atmosfera. El más importante en la destrucción de la capa ozono es el dióxido de carbono por ser el más abundante, pero existen otros más potentes como el metano.
La problemática que se avecina es el aumento de la oferta de fertilizantes nitrogenados producidos a partir de gas natural. El proceso por el que se extrae el gas natural en el futuro dependerá cada vez en mayor medida del “fracking” o fractura hidráulica.
El método del fracking pierde 60% más de gas metano que los pozos convencionales de extracción, y resulta de mayor efecto invernadero que el dióxido de carbono. Por lo que el gas natural no es una buena transición hacia un futuro.
Una de las acciones que se estipuló en el acuerdo de Paris fue alcanzar “un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos”. El modelo de agricultura industrial atenta contra ese objetivo.
Los fertilizantes químicos destruyen la reserva de nutrientes denominada materia orgánica, comprometiendo la capacidad de los suelos de proveer al cultivo con suficientes nutrientes. El uso de fertilizantes ha hecho que los suelos pierdan el 2% de su reserva de nutrientes en los 30 centímetros superiores, lo que equivale a 200 mil millones de toneladas de nutrientes y a una emisión de 300 mil millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas.
Por otro lado, la elaboración de bio-combustibles a partir de la biomasa, materia orgánica de los cultivos de maíz, soja y girasol, complica la producción de alimentos. La denominación Bio-diesel y Bio-etanol genera confusión ya el prefijo “bio” se suele utilizar para la producción ecológica, por eso lo correcto es denominarlos agro-combustibles. La elaboración de estos entra en competencia con la de los alimentos, en cuanto a la demanda de tierras para cultivar, provocando una suba en el precio que incide en la composición de la canasta básica.
Salir de las prácticas agroindustriales nocivas e ingresar a un modelo agroecológico es una decisión política que permitiría recuperar la materia orgánica perdida de los suelos, capturar dos tercios del exceso de dióxido de carbono actual, proteger la capa de ozono y tener sistemas hídricos seguros.
* Médica Universidad de Buenos Aires. Especialista en Medicina Familiar. Auditora Médica.