Predicciones 2020: apuntes a partir de una pandemia que nadie vio llegar

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Predicciones 2020: apuntes a partir de una pandemia que nadie vio llegar

16 Abril 2020

Por Liliana Urruti

“No hay tal cosa como un liberal. 
Un liberal no es más que un comunista con un diploma.”
(Viktor Orban primer ministro húngaro) 

El mundo cada vez se parece más a la Argentina. Más popular, menos neoliberal. 

Recuerdo cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner cambio la modalidad de pagar el transporte y pasamos de las monedas a la Sube. Los mismos que dicen que Yabrán está vivo en una isla paradisíaca, porfiaban que la tarjeta era una especie nueva de espía. Es muy interesante primero esa necesidad de avalar conspiraciones. Luego, esa manía de trascender, de ser protagonista. De sentirse importante frente a un mundo indiferente, donde el  individuo no significa casi nada. O significa tanto que hay que destruirlo a cualquier precio. Al menos, esa idea de mundo nos dejó el neoliberalismo. Grandes capitales pequeños individuos. No imaginábamos que unos años más tarde, varios ojos a nuestras espaldas nos estarían azuzando con su probable presencia, cual panótico. (Invención del  filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII). 

¿Estaremos frente a la caída de la libertad individual? ¿Cómo llamaremos a este mundo nuevo del que pensábamos iba a desaparecer por maltrato a la naturaleza, egoísmo, y planificación del neoliberalismo? Cualquier cosa podía pasar, pero el cambio de enunciados por un virus. Eso no estaba en los planes de nadie.
    
Echémosle la culpa al COVID-19

Ni siquiera nos dimos cuenta. Pero todo comenzó tiempo antes de que Trump ganara las elecciones gracias al trabajo de la consultora Cambridge  Analytic;  y  que la red social Facebook suspendiera la cuenta de la compañía, por haber recopilado de manera irregular información personal de estadounidenses en 2014. Información es igual a poder, y fue determinante para que el candidato republicano ganara. Ese error de Cambrige Analytic, dejó al desnudo que conocen nuesros gustos, nuestros deseos, nuestras necesidades, desde hace tiempo. Ni siquiera necesitan hackear nuestras pc. 

Sin embargo, todavía necesitábamos viajar más de una hora de ida y una de vuelta,  para autorizar una órtesis.  Se podía mandar un correo electrónico y resolverlo sin tanta burocracia. Podíamos no tener que ir al médico a buscar la misma receta, mes tras mes. No absorber todas las contrariedades de perder un turno cuando ya se esperó un mes para acceder a una consulta, quizás por un tema menor del que al poco tiempo ya estabas curado. Sobre todo cuando se va creciendo en edad y son varias visitas a varios médicos, por mes. Imperará un cambio en la atención de las obras sociales. La burocracia también es una forma de ejercer el poder.

Es una realidad que podíamos destinar más partidas presupuestarias a la construcción de hospitales y tener un Ministerio en vez de una Secretaría. 
Medidas, disposiciones, creatividad para enfrentar un enemigo conocido. Conocido y padecido, como producto de un sistema que no solo estaba muriendo por viejo sino porque ya no servía sostener. 
Lo desconocido no es que el capitalismo salvaje y conservador es una máquina de pisotear derechos, crear hambre y pobreza. También conocimos las consecuencias. Lo que no sabíamos cuán destructiva podían llegar a ser, cuán cerca estábamos de comprobarlo y qué democrática e implacable sería.

A tal punto que según Victoria Aguirre, coordinadora de Mumalá Cuidad de Buenos Aires, señaló que desde el 12 de marzo, - inicio del aislamiento obligatorio-, se produjeron 21 femicidios. Delitos que se ejecutan en privado. En cuanto a los delitos comunes, cuyo ámbito es la calle, se redujeron a la mitad, Y el maltrato, especialmente a los sectores más postergados por parte de las fuerzas de seguridad, creció exponencialmente. Es muy probable, que este sistema de seguridad en el que uno denuncie a otro, haya venido para quedarse, dado que fue una de las conductas que más rápido aprehendimos: denunciar irregularidades en el cumplimiento del aislamiento social obligatorio.

Predicciones 2020

“El coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’, y podría conducir a la reinvención del comunismo. Es la “Técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos” contra el sistema capitalista global, una señal de que no podemos seguir el camino como hasta ahora, que un cambio radical es necesario.” (Dice Slavoj Žižek * Publicado en Russia Today 27 de febrero, 2020) 

Ni clases, ni recitales, ni marchas ni protestas que interrumpan un no tránsito, ya que no nos está permitido circular. Como si viviéramos en el país que todo neoliberal soñó. Y además, el Estado, tan denostado en la época de antes, haciéndose cargo de todo.  

Pero no todo son perfumes y rosas. En pos del control social, podemos denunciar sin culpa. Si vemos que el vecino de al lado volvió de un viaje por Europa, tenemos un teléfono para avisar si no cumple la cuarentena. Hasta se nos permite denunciar, si tenemos un médico o médica, enfermero o enfermera, cerca. Nos podemos acusar mutuamente, si otros no observan el metro y medio en las colas del supmercado, o echar al infractor, decirle al verdulero, al carnicero o al chino del barrio que lo eche. Controlarnos mutuamente si tosemos,  si estornudamos, o no en el pliegue del codo.

Todo parece indicar que si no nos damos vuelta como una media y empezamos de nuevo esto no tiene arreglo. Y que habrá cambios profundos en aquellas cuestiones que ya se reclamaban con anterioridad a la pandemia, pero al ser muy sectorizada la de uno no le importaba al otro.

Otras costumbres se olvidarán con el paso del tiempo, ¿o no? Con el virus de la gripe H1 perdimos la que indicaba llegar a un lugar y empaparnos en alcohol en gel o lavarnos las manos. Será imprescindible una distancia de 1, 5 entre persona y persona, ¿para siempre? En los colectivos seguramente perdurará. O sea, no viajarás  amuchado, con la respiración del vecino en la nuca. Trabajar de manera remota se hará costumbre, después de tantos noes y tanta lucha. 

Los discapacitados tienen permiso para salir no más de 500 metros de su casa, y con acompañante. Habrá una necesidad mayor de la policía de la Ciudad para que haga cumplir las disposiciones, por lo tanto mayor demanda laboral, en ese sector.

Viajar en avión será más caro, seguramente. Las compañías aéreas deberán vender asientos de por medio, cuando hasta el momento el sistema capitalista las hizo avaras, a tal punto que fue pura casualidad que no diseñaran asientos uno arriba del otro para duplicar las plazas. 

El turismo será una profesión de riesgo, tanto para el turista como para el que los atiende en hoteles, organiza los paseos y excursiones, o tira fotografías. Veníamos privilegiando al turismo extranjero. A partir del COVID-19 lo miraremos con ojos de desconfianza, sobre todo a aquellos provenientes de los países que más muertos, y contagiados hayan tenido. Se extenderá la discriminación. A los bolivianos, venezolanos, peruanos le agregaremos para discriminar a los países que antes admirábamos: Italia, España, Inglaterra.

China será perdonado por emisor del virus - hasta ahora el más letal que se haya conocido. Su papel preponderante en las economías del mundo, será el motivo. Lo primero que se flexibilizarán serán las actividades comerciales. Ya está pasando. Del mismo modo que ya está pasando que a cargamentos de insumos médicos para afrontar la pandemia se les impida continuar su ruta. 

Los “tapabocas” serán una moda, se adaptarán a la vestimenta haciendo juego o desentonando. 

Hasta necesitaremos computadoras de emergencia para manejar todo el mundo cibernético actual. Todo se hará por internet, hasta las reuniones, serán producto de  aplicaciones, ni hablar del comercio.

Soñaremos con el COVID-19. 

Los gimnasio, culto de la proximidad y contacto corporal, deberán reformular sus rutinas. Resignar ganancias para ganar en salud. Y habrá de pasar mucho tiempo para volver a nadar. Se vendrá eso del bienestar del otro es mi bienestar. 

Las clases de cocina en youtube que actualmente son tan vistas como Netflix serán las que encabecen el ranking. Cocinamos comida casera, amasamos pan. Con el tiempo la levadura pasará a ser como el alcohol, un artículo de primera necesidad a la que los empresarios aplicarán sobreprecios. También las semillas serán un producto codiciado. Los que tienen un poco de tierra aunque sea en una maceta plantarán sus propios alimentos desde especias aromáticas hasta zapallo.

La informalidad laboral en Argentina traerá aparejado que algunos cobren sueldos y muchos nada. En este mar embravecido que es el mundo laboral peligran los empleos en relación de dependencia, los alquileres, las expensas, los servicios. Aunque cable e internet que antes eran los primeros decapitados, serán los últimos a abandonar, dada la necesidad imperiosa de información.

Pero la peor imagen que nos quedará será una mamá con un chiquito  en brazos, en una pieza de un barrio popular cuyo único resguardo,  del frío o del calor, es una tela y un hilo de voz.

Comprobamos que se podía ver teatro. Una forma extraordinaria de acercar cultura a los que menos tienen. Cuántos laburantes que no llega nunca a fin de mes, y también tiene derecho. Hoy la oferta es para todos. Desde escuchar poesía, cuentos, talleres, cursos. Los escritores llenan las pantallas, y no solo los renombrados. Todos. Y eso ayuda a que se conozcan y que cuando saquemos un libro se venda. Parece un círculo virtuoso ¿no?

Vendrán discusiones filosóficas  acerca de si lo que se ve por streaming, Instagram, Facebook, es o no teatro. Es cierto que falta la experiencia convivial y el acontecimiento. Es verdad falta. Pero la pandemia nos hace vivir las faltas con tal claridad que, por otro lado, está casi obligada a brindar posibilidades como las asistir al Bululú de Osqui Gusman, que de otra forma quizás no sería obra accesible a todos. En la Los Vecinos de Arriba, que el complejo La Plaza emitió con Florencia Peña, Diego Peretti, Rafael Ferro y Julieta Vallina, sumaron 627.000 personas. Salvo el rating del presidente Alberto Fernández nadie llega a esas cifras. Los artistas podían dar recitales con la asistencia virtual de 60 mil personas promedio, o más. Los que pueden pagan la entrada, o colaboran de algún modo, como en el caso de Timbre 4, a la gorra,  y los que no tienen disfrutan de todas formas. Probablemente muchos se estén dando cuenta de lo que significaba el “Fútbol para Todos”. 

Esta etapa, la de la pandemia se convirtió en un gran oxímoron. Continuemos discutiendo cómo hacemos para volver al teatro, para volver al cine, para que los restaurantes ganen dinero. En el mientras tanto, miremos todo el teatro que podamos, aprovechemos los cursos y talleres que llegan hasta el living de nuestras casas. Nos llegó el tiempo de la expansión del conocimiento y de la contracción individual. Del repliegue, de pensarse a uno mismo y de pensarse respecto de otro. De crear vínculos diferentes. Es la época del gran desafío de pensarnos iguales. 

¿Podrá hablarse de un futuro con un mundo más ordenado? Más caro, seguramente. Más solidario. Más abierto y tolerante a las diferencias. Todas son preguntas. Aumentaran las actividades ilegales. Por ejemplo, en transporte de pasajeros donde a cambio de viajar uno pegado al otro, el precio del pasaje sea menor al de una línea aérea que cumpla las reglas. En China, por ejemplo, el mercado de animales salvajes para consumo humano, cambió su ámbito, pasó de las ferias a Internet, triplicando sus ganancias. 

La vacuna no nos inmunizara de otros virus, como el de la ignorancia, el egoísmo. Somos nosotros quienes debemos autoinmunizarnos.

Es la primera vez que se ponen en discusión a los sistemas de gobierno neoliberales que vienen dominando el mundo. Por un lado molestan los viejos, los discapacitados, los asistémicos. Pero por otro, las sociedades que votaron a esos gobiernos hoy se dan cuenta que la vida sin asistencia del Estado no funciona. Sin viejos, sin discapacitados, sí, pero con asistencia del Estado. La pandemia azotó con mayor fuerza a los países que venían o están transitando gobiernos neoliberales que desfinanciaron la salud, la educación y los servicios esenciales.  

Esto quiere decir que vamos hacia un gobierno más interesado en todos y no solo en unos pocos. Tal vez. Para nosotros el cambio fue expresado en las urnas antes de que supiéramos que el COVID-19 puede matarnos, quizás porque ya nos dábamos cuenta que también lo que mata de verdad es el neoliberalismo y que han sido estás políticas las que generaron estas masacres virales. No estamos haciendo otra cosa que matar al neoliberalismo.

“Preservar los ecosistemas y la biodiversidad intactos nos ayudará a reducir la prevalencia de algunas de estas enfermedades", dijo a The Guardian. "La forma en que cultivamos, la forma en que usamos los suelos, la forma en que protegemos los ecosistemas marinos y la forma en que tratamos nuestros bosques o bien arruinará el futuro o bien nos ayudará a vivir más tiempo”.

“La pérdida de biodiversidad se está convirtiendo en un gran impulsor del surgimiento de algunos de estos virus", subrayó. "La deforestación en gran escala, la degradación y fragmentación del hábitat, la intensificación de la agricultura, nuestro sistema alimentario, el comercio de especies y plantas y el cambio climático causado por el hombre son todos factores que impulsan la pérdida de la biodiversidad y también nuevas enfermedades. Dos tercios de las infecciones y enfermedades emergentes provienen ahora de la fauna silvestre”.

Tiene que pasarnos esta pandemia, a la humanidad, para darnos cuenta que debíamos cuidar el planeta y simplificarnos la vida. Para sentir la finitud y que somos iguales - si somos rubios a los negros si somos negros a los rubios. Entenderemos de una vez por todas que no importan las fronteras que solo sirven a los efectos de establecer características culturales, sociales y de explotación de recursos naturales y gestión económica, y son una delimitación para que el poder no sea total y para establecer gobernabilidad. ¿Lo entenderemos?

Nos daremos cuenta que la Sube no era el problema y que tampoco lo es ahora que Cuba nos mande espías disfrazados de médicos. Que si Cuba tiene los profesionales de la salud más preparados del mundo debe también tener buenos informáticos y que ya no se usa al señor en la esquina con perramus, sombrero y pipa, que para lograr no lo reconozcan se levanta el cuello del perramus y baja la barbilla. 
Bienvenido al mundo real. 

Un ciudadano estadounidense le hizo juicio a la empresa Analytic reclamándole le devolviera sus datos (por él se conoció lo de la manipulación de los datos que mencionamos antes). Le devolviera todo lo que sabían de él. Y todavía continuamos pensando que el champú que utilizamos es producto de nuestra elección cuando es la chica hermosa lo que nos venden. 

No es inocente que cada “padeciente” deba ir cuatro veces antes de que le admitan el trámite. Dilatan tiempo y el tiempo en el mundo de la Big Data es primordial. Hoy nos dimos cuenta que el G20 se podía llevar a cabo mediante videollamada, cómo no vamos a poder recibir una receta por correo electrónico.  A nosotros nos hicieron creer que era obligatorio gastar millones recibiendo a los miembros del mundo. Alojarlos, darles de comer, llevarlos a pasear, ponerles seguridad. 

Quizás sea hora de volver a los clásicos para hallar respuestas. Al Avaro, de Moliere. O de la mujer del médico de Ensayo Sobre la Ceguera; o del  doctor Rieux, que lucha denodada durante La Peste. O al contundente mensaje del cuento de Tolstoi, durante la agonía de Ivan Ilich. Volver a Rodión Románovich Raskólnikov, protagonista de la novela rusa Crimen y Castigo, de Dostoyevski, ("Raskólnik" significa cismático). O al mensaje del atormentado Hamlet.  

Es posible el mensaje provenga de Eluney, la protagonista de mi novela, que quiera alertarnos de la violencia intrafamiliar, en otros contextos de encierro. O sea  un mensaje de Beatriz, para que sepamos que es el purgatorio y que el infierno. (Divina Comedia de Dante Alighieri)