Reflexiones veloces sobre Venezuela
Por Rodrigo Lugones
Diferentes debates se han suscitado alrededor del intento de Golpe de Estado que ha sufrido la República Bolivariana de Venezuela. Algunos hacen hincapié en el deterioro institucional de Venezuela, y por lo tanto en el “debilitamiento” de su democracia. No faltan quienes realizan una crítica justa a los límites de su programa económico, incapaz de escapar de su esquema mono-productor: Venezuela depende exclusivamente del petróleo, y por diversas razones no ha podido diversificar y desarrollar su producción en el marco de una economía planificada, tal como el manual básico del marxismo lo ha indicado.
Al respecto, Álvaro García Linera, vice-presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, advertía recientemente sobre los peligros que puede traer a un gobierno progresista, de izquierda, revolucionario, peronista (o como queramos llamarle) fallar en materia económica. La administración económica, decía Linera, debe ser minuciosamente revisada, prolija, planificada y diversa; una sola falla es imperdonable, “a la derecha le perdonan muchas cosas, a nosotros no”. Es cierto que, ancestralmente, Bolivia desde sus comunidades originarias ha apostado a la producción diversificada, lo que culturalmente sienta las bases para pensar una economía amplia, no mono-dependiente. También es cierto que Bolivia es un país pequeño, pero lo tomamos como referencia porque junto con Cuba y Venezuela han resistido, planteando una clara disidencia no sólo a la fase neo-liberal del capitalismo, sino al capitalismo como sistema económico, como administración política y como dispositivo de propaganda cultural creadora de ideología.
Es por eso que creo oportuno realizar algunas consideraciones breves para resaltar los aspectos importantes de lo que hoy está ocurriendo en un país hermano de la Patria Grande como lo es la República Bolivariana de Venezuela.
- Lo más importante a tener en cuenta es que en Venezuela se está llevando adelante un intento de golpe de Estado, promovido por Donald Trump y sus aliados en nuestra región (Bolsonaro, Macri, etc.). Es decir, de un lado está la Revolución Bolivariana, y del otro Estados Unidos con las derechas neo-liberales (y en algunos casos hasta neo-fascistas); resulta fácil elegir, amén de los errores que puedan existir en la actual administración de Nicolás Maduro.
- La Revolución Boliviariana, con sus alcances y límites, ha sido el proceso popular que inauguró la oleada de gobiernos progresistas en la región, devolviendo al escenario la posibilidad de pensar más allá de las alternativas del neo-liberalismo instalado después de la caída del Muro de Berlín en todo el planeta (Venezuela es el primer país en romper el famoso “No hay alternativa” de Margaret Tatcher, o el llamado “consenso de Washington”, también el primero en volver a hablar de “socialismo”, fundando lo que terminó conociéndose como “Socialismo del Siglo XXI”).
- El objetivo del golpe de Estado, con posible injerencia de Estados Unidos en el país a través de sus fuerzas armadas (apoyadas en los sectores más reaccionarios de la política colombiana, incluidos narcos y fuerzas para militares) es derrocar a cualquier precio el Gobierno de Maduro. No pueden hacerlo a través de los votos (a pesar del bajo nivel de participación que puedan haber tenido las elecciones venezolanas, Maduro ganó y es el presidente electo), eligen realizarlo orquestando el desconocimiento de la figura presidencial y la autoproclamación de un nuevo presidente “encargado”. Esto abre un proceso de grandes interrogantes sobre los alcances y límites de los gobierno populares en los acotados márgenes que el ajedrez mundial propone: ¿Hasta dónde la democracia es “aliada” del capitalismo? ¿Hasta dónde la democracia y sus marcos institucionales pueden ser “aliados” de los gobiernos populares o revolucionarios?
- Tal como lo señaló Rusia, Estados Unidos, de la mano de Guaidó, busca instalar un Estado paralelo que vacíe de poder al gobierno de Nicolás Maduro. Consolidar, de manera pseudo-institucional (por la vía del golpe de Estado) la división de Venezuela. Al final del túnel sólo puede verse la posibilidad latente de una guerra civil prolongada y terriblemente sangrienta (que habilita la posibilidad de la intervención militar de Estados Unidos para acompañar a los anti-chavistas).
- Con todos los defectos, las dificultades para poder transformar su matriz productiva, o la eficacia real que su política redistributiva pueda tener, Venezuela expresa un modelo de país progresivo, una fuerza continental central de resistencia contra-hegemónica al neo-liberalismo que hoy ha virado al neo-fascismo. Con todas las críticas, todos y todas los y las militantes del campo popular debemos estar con Maduro y Venezuela.
- No está de más empezar a pensar que la guerra por los recursos naturales (y por las energías no renovables, cada vez más efímeras), por la vía de éste conflicto comienza a llegar a nuestra región. Para instalarlas se orquesta un plan político-mediático que, en caso de necesitarlo, puede recurrir también a la violencia directa. No es un dato menor que hoy, en el conflicto Venezolano, la triada Rusia-China-Estados Unidos esté de alguna manera midiendo sus fuerzas apoyando en el caso de Rusia y China a Maduro, e intentando destituirlo en el caso de Estados Unidos.
- Si Maduro dimite y acepta una derrota, la persecución no solo podría ser feroz, sino que podría habilitarse la posibilidad de un genocidio similar al que Argentina vivió a mediados de los años 70. Si resiste con el ejército y las milicias populares habría un baño de sangre. No es menor, de todas formas, en este contexto, (como lo señalábamos anteriormente) el apoyo de dos potencias como China y Rusia (dos países que pueden, al menos, poner coto a las intenciones del Tío Sam).
- Venezuela es perseguida en el plano económico por sus reservas de petróleo, y en el plano ideológico por haber sentado las bases para pensar Estados Nacional Populares progresistas con un anclaje ideológico que recupera las gestas emancipatorias de los pueblos del mundo. De allí toda la feroz propaganda enemiga que se emitiría contra Chavez en un principio, y hoy contra Nicolás Maduro.
Éste conflicto habilita a pensar la triada “Democracia-Estado-Revolución”, y también la habilidad de los Estados Nacional Populares para gestionar correctamente los recursos que obtiene para generar una justa redistribución del ingreso. Muchos y muchas venezolanos y venezolanas se han ido de su país. No todos son fervientes anti-chavistas o proto-fascistas. La crisis económica es real, existe. Responde a múltiples factores: la caída del precio del barril de petróleo (cuidadosamente generada por los enemigos de Venezuela), diversos tipos de bloqueos comerciales que responden a una razón estrictamente ideológica: el capitalismo bloquea a los países que plantean una forma de administración alternativa a la que hoy rige al mundo contemporáneo. Pero no deja de ser cierto que existen errores y desaciertos que han generado las condiciones para crear un Estado de excepción y una cuasi economía de guerra que azota hace tiempo al gobierno de Maduro. No son épocas sencillas para los gobiernos nacional populares que resisten a la oleada neo-conservadora que se arroja como un oscuro y encrespado mar de hambre y desigualdad sobre nuestra América, pero no por discutir lo accesorio debemos olvidar lo central: reivindicar la autodeterminación de los pueblos y la importancia de que Venezuela luche por conservar un gobierno popular en el poder que, en el ejercicio de sus funciones, pueda encontrar las vías de solución a sus dramas económicos. Sin más el intento de golpe de Estado en Venezuela es una más de las miles de razones que tenemos para volver en 2019.