Salir con vida de la pandemia, lo demás tiene solución
Por Oscar Trotta | Médico Pediatra - Directivo del Hospital Garrahan | Foto: Daniela Andam.
Desde finales de diciembre de 2019 la humanidad en su conjunto padece el avance de una pandemia que hace estragos en las sociedades del mundo, principalmente pero no exclusivamente en el ámbito sanitario, abarrotando de pacientes los sistemas de atención médica y colapsando su capacidad de respuesta.
Ese colapso del sistema sanitario en China primero, luego en los países centrales de Europa y actualmente en varios países de América, conlleva inmensas pérdidas de vidas humanas e inimaginable sufrimiento de pueblos hermanos.
El gobierno y el pueblo argentino pudieron interpretar el lamentable sufrimiento de esos otros pueblos y actuar rápida y eficientemente en defensa de la salud y la vida, con una decisión firme, oportuna y valiente del presidente Alberto Fernández de implementar el aislamiento social preventivo obligatorio tempranamente, lo que hoy nos permite ser reconocidos como ejemplo mundial en el manejo de la crisis sanitaria producto del CoVID-19.
A partir de esa incuestionable decisión del gobierno nacional de implementar la cuarentena obligatoria y el monitoreo constante de los indicadores epidemiológicos, y frente a los cuestionamientos irresponsables de una parte de la oposición política que busca esmerilar la figura del presidente y generar caos social en beneficio de sus mezquinos intereses políticos, la Argentina está mejor en términos sanitarios, tiene ahora una mejor capacidad de respuesta del sistema de salud, se amplió fuertemente el número de camas de terapia intensiva que pasó de 8440 a casi 13 mil camas en todo el país , aumentó el número de respiradores, cuenta hoy con mayor número de profesionales, mejor capacitados y mayor conocimiento del virus y su comportamiento, información recogida de las experiencias en otras partes del mundo.
Aun así persisten las voces que propician la negación de la pandemia o la falsa contradicción entre cuidar la salud o cuidar la economía. En realidad, lo que se discute es el valor de la vida frente a la voracidad que impone el poder económico. Y otra vez se enfrentan a la convicción y firmeza del Presidente que no duda en poner todo su liderazgo a favor de la vida. Los pueblos necesitan creer en sus líderes, quieren confiar en ellos.
¿Cuándo fue que empezó a tener más valor la producción de un objeto que la vida del trabajador que lo produce? ¿Cuándo fue que empezó a valer más una empresa que la vida de un empresario? ¿Cuándo fue en definitiva que empezó a tener más valor el dinero que la vida misma?
Lejos de estas preguntas retóricas, estamos obligados a pensar que muchas determinaciones ligadas al cuidado de la salud de las personas y aún más ante este escenario de pandemia nos exige decisiones dilemáticas en donde el actuar sobre la cuestión sanitaria afecta sin duda a otros asuntos que hacen a la cotidianidad y a la subsistencia de los ciudadanos. Pero esos dilemas se resuelven en función del bien común y en la presencia activa del Estado abordando las cuestiones que se ven afectadas, como lo viene haciendo el Gobierno Nacional.
La estructura psicológica de gran parte de la población se ve conmovida por la angustia y la incertidumbre que esta situación sanitaria, nunca antes vivida por nuestros pueblos, genera en cada uno de nosotros.
Asimismo vemos con preocupación como muchos referentes sociales, periodistas y formadores de opinión que podrían sumar a la contención emocional y psicológica de la población que padece, apuestan a exacerbar esa angustia que deviene en enojo y desesperación, y en este punto es indignante ver como los mismos comunicadores que justificaban la degradación del Ministerio de Salud al rango de secretaria, escondían la falta de vacunas en Argentina tras el cortinado de los antivacunas , silenciaban el aumento de los casos de sarampión, tuberculosis y sífilis en los niños, hoy se arrogan la defensa de los derechos de los ciudadanos.
Un capítulo especial se escribe en la Ciudad de Buenos Aires en donde la pandemia CoVid-19 dejó al desnudo la fragilidad de las políticas neoliberales que hace 12 años viene desplegando el gobierno del PRO, que no solo se evidencia en el deficiente funcionamiento del sistema de salud sino en todas las áreas de gobierno de profundo impacto social.
La coyuntura sanitaria obligó al gobierno de la ciudad a acercarse a las estrategias nacionales para enfrentar la pandemia pero solo limitado a las cuestiones de salud, arrogándose como propias las acciones que efectivamente desplego el gobierno nacional a través del programa DETECTAR en las villas y asentamientos de la ciudad, donde se evidencia que las áreas de infraestructura, economía, desarrollo social, seguridad y otras responsabilidades del gobierno de la Ciudad en el cuidado de sus habitantes son claramente deficientes.
La expresión más cruda de esta realidad es la falta de suministro de agua en los barrios pobres, el desabastecimiento de los alimentos en los comedores y merenderos que funcionan en las villas de la ciudad, la falta de provisión de elementos de higiene a las familias pobres y la indignante y deficiente ración de comida entregada en los comedores escolares.
Lo mismo ocurre en relación al cuidado de las poblaciones de riesgo principalmente ancianos, personas en situación de calle y personal de salud de los hospitales de la ciudad, en donde el déficit de acciones proactivas es ostensible.
Los monotributistas, trabajadores independientes y pymes de la Ciudad de Buenos Aires son desoídos en sus reclamos por el Gobierno de la Ciudad lo que claramente es puesto de manifiesto por los propios afectados.
Hoy transitamos otra etapa de la cuarentena y lo peor de la pandemia aún no llegó.
Es tiempo de compromiso, solidaridad y esperanza. Por suerte gran parte del pueblo comprende y acompaña aún en medio de estrecheces y agobio, porque hoy es prioridad salir con vida de la pandemia, lo demás tiene solución.