Francisco: "¿Qué tiene de malo ser peronista?"
Días pasados se conoció el adelanto del libro “El Pastor” de los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, presentado como “una década de conversaciones con el Papa Francisco”.
Allí se reproduce un textual de Francisco: “Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira. Tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro como dijeron algunos. Repito, la presencia de esa agrupación en la universidad y mis escritos sobre la justicia social llevaron a que se dijera que soy peronista. Pero en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”.
Algunos compañeros, que heredaron del stalinismo esa pasión por ser comisarios políticos, enseguida manifestaron su malestar con Francisco, porque no sigue al pie de la letra la línea política que le bajamos desde nuestras usinas del pensamiento único. Para que simpaticemos con él, debe recibir a los dirigentes que nos son afines, mandar cartas y rosarios a los presos amigos, no recibir a personajes o periodistas que son de la “corpo”, etc. etc. . Claro, los comisarios del pensamiento olvidan que al hombre no lo tenemos “modulado” con un contrato del estado; el hombre llegó a Papa, o sea jefe de la Iglesia Católica, que tiene dos mil años de historia y 1200 millones de fieles por todo el mundo, y desde ese lugar tiene cierta libertad opinión….
Cuando leí esas declaraciones de Francisco, me vino a la mente mi incursión como novel escritor en Roma. Donde, a la salida de una reunión con Francisco, me entrevistaron dos periodistas acreditados en el Vaticano, para hablar sobre mi libro Salvados por Francisco. Un chileno que me entendía mejor y una mujer italiana que le costaba más.
Cuando les dije que de adolescente participé en los niveles inferiores de Montoneros y rompí cuando Perón llegó al gobierno, la mujer repreguntó: ¿Entonces usted fue terrorista? … Intenté explicar que la palabra terrorista no era la que mejor me definía...sin embargo, cuando escribió en La Stampa su nota me encajó “el autor es un ex-terrorista montonero”, sin mala onda claro, porque el resto de la nota era positiva.
Bueno, mal superada la explicación de mi pasado “terrorista”, me atacaron con la pregunta del millón. ¿El Papa Francisco es peronista? Arranqué intentando explicar que el peronismo no era el fascismo como todavía creen en Italia. No sé cuantas vueltas di, y qué entendieron. Recuerdo que el periodista chileno me dijo: “Ese libro tenés que escribir, te aseguro que aquí se va a vender un montón, escribilo yo te lo promociono”. Y si, me volví pensando que la excusa de Francisco era un buen motivo para difundir en Europa y el mundo la doctrina y la historia del peronismo. Allí quedó la idea.
Esta introducción va a cuento de las incomodidades que le generan al Papa Francisco identificarse con un movimiento político argentino, que encima esta metido en medio de una grieta de odio y confrontación, que se da de patadas con la natural prédica cristiana de diálogo, comprensión y amor de los unos a los otros.
Los peronistas a lo largo de nuestra historia, y ahora también, hemos hecho unas cuantas macanas. Quienes por los años de militancia peronista ya tenemos el cuero curtido, podemos decir: si, yo soy peronista sin beneficio de inventario, y me hago cargo de todas las cagadas que me quieras reprochar. Pero, somos el único movimiento político latinoamericano, que ya en 1945, hizo una revolución, cuyas conquistas culturales, económicas y sociales disfrutan todos los argentinos, aún los que nos odian y denostan.
Bueno, hecha esta introducción voy a dar mi versión sobre lo que conozco y entiendo del pensamiento político del Papa Francisco.
La teología del pueblo toma la categoría pueblo -por un lado- como pueblo-nación y, por otro lado, como clases populares. Pero, son los pobres quienes, al menos de hecho en América Latina, conservan como estructurante de su vida y convivencia la cultura propia de su pueblo.
La Teología del Pueblo
Francisco en sus dichos y escritos ha dado frecuentes pistas de lo que en los años setenta abrevó en el pensamiento de la teología del pueblo.
Los debates políticos e ideológicos que sacudían América Latina en los años setenta, tenían su correlato dentro de la Iglesia. Entre los años 69 a 73 nace en Argentina la teología del pueblo como una rama autónoma de la teología de la liberación.
La teología del pueblo toma la opción preferencial por los pobres de la teología para la liberación, pero se diferencia de ésta por no centrarse en la lucha de clases, sino las nociones de pueblo y anti pueblo y las particularidades que toman las luchas populares y la cultura en América Latina.
El principal impulsor de la teología para la liberación es el peruano Gustavo Gutiérrez; y el gestor de la teología del pueblo es el argentino Lucio Gera. Ambas nacen en Latinoamérica a partir del Concilio Vaticano II. Pero, la peculiaridad del pensamiento de Lucio Gera, es que hace base en reconocer al peronismo como cultura esencial del pueblo argentino.
Así es como, distanciándose tanto del liberalismo como del marxismo, encontraron su conceptualización en la historia latinoamericana y argentina (real y escrita) con categorías como pueblo y antipueblo, pueblos e imperios, cultura popular, religiosidad popular, etc.
La teología del pueblo toma la categoría pueblo -por un lado- como pueblo-nación y, por otro lado, como clases populares. Pero, son los pobres quienes, al menos de hecho en América Latina, conservan como estructurante de su vida y convivencia la cultura propia de su pueblo.
Según otro biógrafo de Francisco, el periodista Armando Puente, “para Bergloglio la teología popular no es populismo, sino que considera al pueblo como sujeto de la historia, en contraposición a la teología marxista de la liberación que reserva ese privilegio a una clase social: el proletariado. Confía en la expresión de la fe sencilla, sobre todo del pueblo pobre que no sufre ninguna mediación culta o ilustrada que la desvirtúe.”
Jorge Bergoglio, como provincial de los jesuitas enunció, y como arzobispo de Buenos Aires desarrolló, las prioridades del gobierno que conducen al bien común, a saber: 1) de la superioridad del todo sobre la parte; 2) de la realidad sobre la idea; 3) de la unidad sobre el conflicto; 4) del tiempo sobre el espacio.
La vision de Jorge Bergoglio sobre el primer peronismo
La familia Bergoglio era radical y bastante antiperonista. Jorge tenia 18 años en 1955 cuando cayó Perón. Recuerda: “La única vez que vi a Perón, fue cuando me toco ir como abanderado de mi colegio al Teatro Colon. Nos pusieron en el escenario a todos los abanderados y ahí lo vi de cerca. A Evita también la vi en una oportunidad. Fue cuando entre en una Unidad Básica de la calle Córdoba, con mi hermano porque necesitábamos unos folletos para un trabajo en el colegio. Ella estaba allí y nos saludó, pero nada más.”
“Después en la adolescencia tuve también una incursión por el “zurdismo”, leyendo libros del Partido Comunista que me daba mi jefa de laboratorio Esther Ballestrino de Careaga, una gran mujer que antes había sido secretaria del Partido Febrerista Paraguayo. (...) Después acompañe grupos de jóvenes con diversas experiencias políticas.(…) En el 51 y 52 esperaba con ansias que pasaran los que vendían La Vanguardia. Pero nunca me afilié a ningún partido.”
“La Vanguardia” era el órgano oficial del Partido Socialista de Gioldi y destilaba un antiperonismo furioso.
Contra lo que han dicho algunos de sus biógrafos, Jorge Bergoglio en su adolescencia nunca simpatizó con el peronismo. En el libro “Sobre el Cielo y la Tierra”, da su visión sobre el primer peronismo: “Cuando Evita propone un camino de compromiso social con su Fundación, se da un conflicto con la Sociedad de Beneficencia porque ella trae lo nuevo, trae más integración social. (…) al principio la Iglesia no se enfrentó con Perón, que tenía mucha cercanía a ciertos clérigos.”
“Perón quería usar los elementos de la Doctrina Social de la Iglesia e incorporó muchos de ellos a sus libros y a sus planteos. Uno de los hombres que le proveyó de esos elementos fue el obispo de Resistencia monseñor De Carlo. (…) a De Carlo se lo acusaba de estar muy metido en la nueva política. (…) Hay una anécdota muy interesante. En una de esas visitas a Resistencia, Perón le dice a la gente que lo escuchaba que quería aclarar una calumnia: “Dicen que De Carlo es peronista. No es verdad. Perón es decarlista.”
Hoy el Papa Francisco tiene dimensión universal y lo empequeñecemos si pretendemos embanderarlo como peronista. Si, es indudable, que existen muchas afinidades entre el pensamiento del Papa Francisco y la doctrina peronista que abreva de la Doctrina Social de la Iglesia.
Y, si viviera, seguramente Perón repetiría la misma frase: “Francisco no es peronista, Perón es Francisquista.”. Así que compañeros, no jodamos mas, con pedirle alineamiento político a nuestro Papa Francisco. Los que nos sentimos peronistas, somos por naturaleza francisquistas.
* El autor de “Salvados por Francisco” y “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.”