Darío Sampietro: “La historia de Los Redondos podría ser, también, una historia de la prohibición”
Darío Sampietro es periodista, licenciado en Sociología y autor del libro Mimados y temidos. Los Redondos y la prensa 1980-2001, publicado por la editorial de la Universidad de Mar del Plata. Consultado por AGENCIA PACO URONDO se refirió a cómo fue reconstruir el vínculo (por momentos, cercano, y por otros, esquivo) que la banda del Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli tuvo con el periodismo. Y cómo a partir del asesinato de Walter Bulacio, el público ricotero encontró un enemigo declarado en la Policía. “Una parte que considero fundamental en la investigación para el libro, es haber podido obtener el archivo de espionaje de la Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA), que funcionó entre 1956 y 1998. Un servicio de control y vigilancia estatal que seguía de cerca y clandestinamente los movimientos de cierto sector de la juventud nucleado en partidos políticos, centros de estudiantes, hinchas de fútbol y grupos de rock, especialmente a Los Redondos”, destacó.
Agencia Paco Urondo: Mimados y temidos nació de una tesis que sirvió para recibirte en 2017 ¿Cómo fue el recorte que hiciste para el libro?
Darío Sampietro.: Cuando me estaba por recibir de sociólogo, pensando en la tesis, me estaba enroscando demasiado con un tema que nada que ver. Entonces, mi director me preguntó por qué no escribía sobre Los Redondos. Me gradué y ahí empezó a cobrar forma el libro sobre la relación entre la banda y la prensa. En 2019 busqué editoriales y un año después, di con EUDEM (Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata) para la que tuve que reescribir la tesis y así llegar a un público más general, no tan académico, intentando utilizar un lenguaje de divulgación.
APU: Con Los Redondos, sobre todo a partir de los ’90, los que éramos jóvenes tuvimos la posibilidad no sólo de seguir a una banda de rock, también de pertenecer a un colectivo en tiempos en que la política no daba espacios ni respuestas.
D.S.: Tal cual, una identidad muy fuerte y trascendental. El libro trabaja un poco eso, la relación entre Los Redonditos y su público. Analizo más que nada, la visión, el etiquetamiento y el imaginario mediático que se posó sobre la banda en Argentina.
Hubo un quiebre entre fines de los ‘80 y principios de los ‘90 por la masificación de sus seguidores que, en su enorme mayoría, provenían de esos barrios marginales, tan bien definidos por el Indio Solari en una nota para el diario Clarín, de 1999, donde dice: “Los chicos que nos siguen pertenecen a barrios desangelados, no saben de discotecas para modelos y estrellas de rock ni de autos locos ni de navidades artificiales, pibitas embarazadas que lloran su dolor en una esquina. Chicos bombardeados, sin padres ni hermanos, con la esperanza arrodillada a los pies de la recaudación de un taxi”.
APU: En esa primera etapa, Los Redondos fueron la banda mimada por la prensa escrita, existió una fuerte identificación de esos periodistas no sólo con la propuesta artística del grupo, sino también con la independencia y la autogestión.
D.S.: En esos años, el Indio decía: “somos los mimados de la prensa”. Y efectivamente había una comunión, una relación muy amistosa con los periodistas especializados. Los cuales, muchos de ellos, no habían aprendido el oficio en una universidad, lo que hacía que tuvieran ese particular e interesante estilo de narrar. Escribían en revistas como Pelo, Expreso Imaginario y Cerdos y Peces, donde el propio Solari tenía su espacio a pedido de Enrique Symns, director de la publicación y monologuista en la primera etapa de Patricio Rey. Analizando los reportajes del período under de los ’80, comienzan a tomar fuerza conceptos muy potentes sobre la banda como el no transar, la independencia y la autogestión. Una mirada desde los medios que sería muy distinta de la que vendrá después en los ’90, donde lo que habrá será una lectura más estigmatizante sobre el grupo y, fundamentalmente, sus seguidores.
APU: Con la salida de Symns del grupo y la llegada a Obras Sanitarias en diciembre de 1989, ese idilio comienza a resquebrajarse, dando inicio a una nueva y bien distinta relación entre Los Redondos y algunos sectores de la prensa.
D.S.: Eso de mimado tambalea y, muy bien lo explicaste vos, la salida de Symns y la llegada a Obras Sanitarias tienen mucho que ver. El Indio siempre decía en los reportajes: “no es que nosotros cambiamos, sino que la vertiginosidad de la dinámica social fue cambiando”; la sociedad se fue transformando y, por lo tanto, también la banda. Comenzaron a ser otros los lugares donde tocaban porque cada vez eran más convocantes los recitales de Los Redondos. Ir a Obras, para el periodista Carlos Polimeni, por ejemplo, significó llegar a un lugar institucionalizado que, en un momento, el Indio rechazó. Pero al no poder seguir actuando en sótanos, pubs o en espacios como Cemento porque iba mucha gente a verlos, Los Redonditos se vieron obligados a aceptar ese crecimiento. Y ahí estuvo, como siempre, la Negra Poli buscando nuevos escenarios. Eso también hay que destacar, la figura central de Patricio Rey, más allá del Indio y Skay, era Poli organizando y gestionando como manager la difícil tarea de arreglar con los dueños de los lugares para ir a montar los shows.
“Ir a Obras, para Polimeni, significó llegar a un lugar institucionalizado que, en un momento, el Indio rechazó”.
A Bulacio lo mató la policía
APU: El crimen de Walter Bulacio ocurrido en 1991 a manos de la Policía Federal, terminó de configurar ese nuevo vínculo de Los Redondos con los medios de comunicación que responsabilizaron a la banda y sus seguidores de los hechos de violencia que empezarían a acompañar sus actuaciones.
D.S: Lamentablemente, una razzia policial en el año 91 detiene a Walter Bulacio en la puerta del estadio Obras, minutos antes de un recital de Los Redondos. Y unos días después, muere a causa de los traumatismos que sufrió a manos de los federales. Entonces Carlos Polimeni y Enrique Symns, entre otros, criticaron duramente al Indio por cómo el grupo afrontó esa situación, más allá que Poli y Skay fueron a un par de marchas por pedido de justicia. Y que la banda sacó un comunicado explicando su postura ante el caso Bulacio. Pero realmente, este hecho fue un quiebre decisivo en el vínculo con una enorme porción de los medios de comunicación.
APU: Después de la muerte de Walter, las “bandas ricoteras” van a encontrar en el Estado y sus instituciones, principalmente la Policía, un enemigo declarado.
D.S: En el libro explico que a partir de ahí se genera una rivalidad entre fanáticos y policías, dando forma a una otredad que se identifica con la cultura del aguante. Categoría que me sirve para introducirme sociológicamente en la identidad de la misa ricotera y en cómo esos pibes se vinculan con esa cultura del aguante que tiene que ver con el patriarcado, la masculinidad de enfrentar a la policía, de llevar banderas y el cántico. Una disputa cultural que hoy está siendo criticada y revisada, pero que sigue existiendo también, en el fútbol argentino. A su vez, se produce un quiebre con el Estado y las instituciones por parte de estos jóvenes que encuentran en Los Redondos una figura de identificación simbólica más fuerte que la escuela, el barrio o el club.
APU: Empujados por esta violencia, Los Redondos mudan sus conciertos al interior del país mientras los medios escritos los quitan de la sección Espectáculos para instalarlos en Sociedad y en Policiales.
D.S.: Eso es clave, ahí ya estamos analizando la discursividad mediática y el rol que tienen los grupos concentrados de comunicación masiva. Si uno piensa en los ‘90 y Los Redondos, lo asocia inmediatamente con quilombo, bardo y vandalismo. Palabras que circularon en zócalos y títulos de estos enormes conglomerados mediáticos cada vez que se referían al grupo.
“Si uno piensa en los ‘90 y Los Redondos, lo asocia inmediatamente con quilombo, bardo y vandalismo”.
Como vos decís, ya no los ubican en la sección Espectáculos sino que se empieza a tomar como un caso policial, contabilizando cantidad de heridos, si hubo algún muerto, detenidos o enfrentamientos con la “cana” cada vez que había un show. Todos significantes que se impregnan en el imaginario social, que la gente toma y termina reduciendo un fenómeno tan grande en lo cultural a un mero hecho de violencia. Cosa que hoy en día todavía sigue pasando con ciertos sectores y agrupaciones: el feminismo, los mapuches, los piqueteros, etcétera, porque siempre hay una cuestión moralizante e ideológica en el discurso hegemónico que le llega al público.
APU: Pensaba en que Los Redondos deben ser una de las bandas más censuradas del rock argentino.
D.S.: La historia de Los Redondos podría ser, también, una historia de la prohibición. “Lo que se está prohibiendo hoy aquí es el derecho de disfrutar a jóvenes que tienen una actitud que ni siquiera es vandálica, que vienen a escuchar a una banda de rock, estar con sus novias y a disfrutar de un evento cultural”, dijo el Indio cuando los prohíben en Olavarría. Una cuestión identitaria tremenda de unos músicos con un público que muchas veces no tenía plata y viajaba igual a cualquier punto del país para asistir a los conciertos ricoteros. Una experiencia que tiene que ver también con lo antropológico, lo social y económico, que hoy encarna perfectamente en La Renga y sus “banquetes”.
APU: Es muy interesante la desclasificación que hiciste de los archivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el cual permite ver cómo la fuerza perseguía al rock y particularmente a Los Redondos.
D.S.: Es una parte fundamental del libro. Pude obtener el archivo de espionaje de la Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA) que funcionó entre 1956 y 1998. Un servicio de control y vigilancia estatal que seguía de cerca, clandestinamente, los movimientos de cierto sector de la juventud nucleado en partidos políticos, centros de estudiantes, hinchas de fútbol, etc. Me gustaría resaltar una frase increíble que encontré en esos archivos policiales que dice sobre Los Redonditos “hasta 1980 se los podía definir como una versión tercermundista de punk británico. Desde siempre, sus integrantes, tuvieron una actitud combativa contra todo lo que pueda llegar a identificarlos con el sistema, ya sea político, comercial o televisivo. Esas actitudes se expresan en las letras de las canciones, que si bien no tienen la estructura tradicional, el mensaje está, pero se necesita conocer el código para descifrarlo”. Aclaran que los chicos que siguen a la banda, sobre todo a partir de 1988, pueden ser pelados o melenudos, rubios o negros, oriundos de Capital Federal, San Isidro, La Plata o Mataderos. Y que la barra brava de Chacarita Juniors por ejemplo, estaba siempre presente en todos sus recitales, lo que explicaba un poco los hechos de violencia generados por los fanáticos más jóvenes en distintos lugares del país. Todas ideas que parecen sacadas de los tiempos de la dictadura, pero que fueron concebidas en plena democracia, donde siguió existiendo ese aparato estatal/policial que se metía hasta en los recitales. Por eso hay que darle importancia al discurso que sale desde los medios periodísticos y policiales, porque trabajando muchas veces juntos crean imaginarios sociales que configuran una postverdad de la que cuesta tanto salir.