Francisco Magallanes: “Edito para seguir escribiendo con otros”
El escritor y editor Francisco Magallanes (autor de Los impuntuales, El observatorio y El Palomar) conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre cómo son los entrecruzamientos de estos dos aspectos que rodean al libro cuando se dan desde el sector independiente.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué lugar ocupa en tu vida y cómo fueron tus inicios en la escritura?
Francisco Magallanes: Me vengo preguntando hace tiempo para qué escribir, por qué escribimos. Fue variando en el tiempo, la respuesta, pero sobre todo la reflexión en torno a la pregunta. Los inicios fueron en la facultad de periodismo, a partir de una materia de las finales, Gráfica 3. La coordinaba Martín Malarro, un periodista que escribió crónicas fenomenales para El Porteño y que en esas clases nos da una escuela de escritura como es la norteamericana del siglo 20. Ahí arrancó una fascinación con Hemingway, a partir de París era una fiesta, texto en el cual reescribe, recuerda o reinventa sus inicios en los años 20 en esa ciudad francesa, tratando de escribir en los bares. Hemingway no tenía plata, trataba de colocar cuentos y notas periodísticas para agarrar un mango, pero su sueño era ser escritor.
Yo también tenía 22, 23 años, había perdido el deseo por el periodismo y la escritura fue como mí salida a una carrera que ya no tenía nada que ver conmigo. En la escritura encontraba todo un mundo nuevo y Hemingway fue la posibilidad de hacerlo, sólo necesitaba un cuaderno, una lapicera y un bar donde escribir, fue lo que hice. Encontré, también, 10 años después, con la creación del grupo de Facebook del club Hemingway de escritores y lectores (que también era como una especie de homenaje) la posibilidad de hacerlo con otros, la escritura se volvió algo menos solitario, empecé a pensar que la escritura no se limita solamente al acto de escribir sino que es parte de la vida. En mi caso, escribir y editar son partes de lo mismo, no lo puedo separar porque creo que edito para seguir escribiendo con otros.
APU: ¿La mirada del editor va en consonancia con la del escritor? ¿Cómo es corregir al otro?
F.M.: Edité escritores de los que, en realidad, aprendí. No es que mis aportes no eran valiosos, sino era aprender de lo que ellos escribían. Uno, a veces, puede hacer una sugerencia, pero simplemente en pos de potenciar lo que lo que hace el otro, no para modificar su escritura. Haber editado, por ejemplo, Rebelión en la Ópera, de Carlos Ríos, para mí fue un aprendizaje absoluto. (Mario) Bellatin, Felipe Polleri, son escritores que tienen muchísimo para enseñarte, más allá de que no lo hacen desde ese lugar. Uno aprende, más que sugerir.
APU: ¿Cómo es haber armado la colección del Club Hem, pensar en los escritores que la componen, que son todo un grupo como de culto?
F.M.: No sé bien cómo nos ven o cómo ven el trabajo de la colección de Club Hem los demás, pero sí puedo decirte como la fui viendo. Surgió como una colección de libros, después se fue transformando una colección de escritores. Tiene esa impronta que se puede ver más claramente con los libros de Ariel Luppino, porque llevamos publicado seis títulos de su autoría y este año se viene el séptimo.
Cuando empezamos la colección, la idea era que no hubiera más de tres libros de cada autor, pero eso cambió. Y ese cambio se produjo a partir de conocerlo a Ariel Luppino y si bien, al principio, fue una relación de editor /escritor, con el tiempo se transformó en una relación de escritores. Uno piensa en él como escritor de Club Hem, porque publicó su primera novela, pero a partir de ahí desplegamos un montón de cosas juntos, como las traducciones en Italia o en Brasil, la otra caja, el Museo oculto. Son todos proyectos de Ariel Luppino a los cuales siempre me está invitando a formar parte.
Mi manera de entender la escritura fue mutando a partir de leer escritores que no solamente piensan en la literatura o en la escritura acotada por el libro, sino que lo desborda. Por ello pude, a los 10 años del club, llevar adelante la Década Hem, que no sólo se ha hecho en Buenos Aires, sino que el segundo lo hicimos en Concepción del Uruguay y también hicimos otro en Bariloche. La idea del concepto de Década Hem era que esa celebración no se limitara a una presentación, a un sólo evento, sino que sirviera para ir haciendo colectivamente otro recorrido.
APU: Dentro del grupo ¿hay como un factor común, una influencia determinada?
F.M.; Creo que no. Compartimos gusto por ciertos autores de la Literatura Argentina. Macedonio (Fernández) como origen, pero también Copi, Wilcock, Laiseca, Lamborghini. Pero no es que buscamos publicar escritores que les gusten esos autores. El factor común es que los escritores que publicamos buscan una singularidad, no buscan alcanzar un estándar de escritura que les permite hacer una carrera que, después de publicar en Club Hem, los lleve a una multinacional y a un premio Cervantes. No buscan hacer una carrera de escritor, sino que viven la escritura con la intensidad del arte y la vida.
En ese sentido, tengo una admiración muy grande por Polleri, es un escritor genial, quizás uno de los últimos grandes que quedan. Sin embargo, no tiene el reconocimiento que debería tener. Son escritores que molestan, que no se adaptan a lo que propone el mercado en torno a la figura. Y esos son los que me interesan, pero no por una cuestión de pose, sino por lo que escriben. No hay otro que se parezca a Polleri en el mundo. Después, hay una literatura de mercado en la cual te puede gustar más un libro que otro, pero hay una estandarización de esa escritura.
APU: Algunos títulos de la colección fueron traducidos al italiano.
F.M.: Fue algo increíblemente milagroso que tiene que ver, en principio, con el interés de Loris Tassi, que es un editor que lleva a cabo una colección de escritores latinoamericanos de la más importantes de Italia. Publicó a Quiroga, Arlt, Laiseca Polleri, a Pablo Palacio. Se llama Gli eccentrici, Los excéntricos. Es importante cómo ese editor llega a conocer a Ariel Luppino, porque no tiene que ver con agencias literarias que colocan un autor, sino con el interés. Cuando presentamos Las brigadas en el Instituto de Literatura Argentina, Luppino, en vez de ir a hablar de su novela como se suele hacer, leyó un texto de su autoría que se llama “Cinco momentos de la Literatura Argentina”. Lo leyó ahí y después se publicó en el blog de Eterna Cadencia. Uno de esos momentos es sobre Laiseca. Tassi, editor y traductor de Laiseca, se vio interesado en ese trabajo y le pareció genial.
A partir de ahí, empezó un vínculo con Ariel hasta que le pidió Las brigadas y la tradujo en su colección. Eso no hubiera sido posible si el programa Sur no apoyara a las traducciones de editoriales independientes, es fundamental marcarlo, hoy que lo están desfinanciando y va a producir que salgan infinidad menos de traducciones y las posibilidades para las editoriales independientes se achiquen. Es una política de Estado que trasciende a los gobiernos y es fundamental para que la Literatura Argentina que no es mainstream también se traduzca en todo el mundo.
APU: ¿Qué títulos del Club Hem hay en italiano, hoy?
F.M.: Los tres primeros de Ariel Luppino, Las brigadas, Las máquinas orientales y ¡Paraguayo!. Está por salir Rebelión en la Ópera, de Carlos Ríos; y el año pasado salió El palomar, que tuve la posibilidad de ir a presentarlo a Italia gracias al proyecto Década Hem. A partir de estas traducciones, participamos del Programa de Fomento al Sector Libro donde nos dieron una ayuda para los pasajes y eso fue genial porque El Palomar se presentó en Roma, en Módena, en Nápoles. En todos lugares pequeños, pero repletos y con gente superentusiasmada con la literatura argentina, que es muy importante para el mundo.
“Los escritores que publicamos no buscan hacer una carrera de escritor, sino que viven la escritura con la intensidad del arte y la vida”.
APU: ¿Qué opinión te merece, dentro de esta coyuntura actual, lo que está pasando con la industria editorial?
F.M.: No más de lo que sabemos y vivimos todos los días. Todo el tiempo uno está escuchando el desastre que es la economía y sí, nadie puede decir lo contrario porque lo vivimos en carne propia. Pero me parece que tenemos que empezar a pensar en salidas, en vez de depositar toda la energía en decir lo que está pasando, criticarlo. Esto va a pasar, estoy enfocado en discutir cuál es la salida. Y la salida tiene que ver con reindustrializar la Argentina. Eso lo viví a partir del 2003, donde el peronismo volvió a gobernar en Argentina y apuntó a una economía fuerte, sólida, de crecimiento, de industrialización, de mercado interno.
Es algo a lo cual hay que volver y que no sucedió en el gobierno de Alberto Fernández, no me parece que eso haya sido peronismo, sobre todo desde lo económico y quedó demostrado en las urnas. Hay que volver a esa instancia del peronismo de principio de siglo, de Néstor y Cristina en donde la industria era lo más importante y es un poco también por lo que pudimos desarrollarnos las editoriales, pero es cierto que hace 10 años que venimos en caída, que esto que está pasando ahora es una profundización, no es nuevo.