Jazmín Ferreiro: “Hay un montón de filósofas en la Historia, incluso en los períodos menos esperables”
La docente, directora audiovisual e investigadora Jazmín Ferreiro se refirió a las mujeres en la Historia de la Filosofía. Desde su programa Palabras en llamas, que sale por UNITV, retrata esa historia silenciada ya que, como ella dice, “la Historia del Pensamiento está colonizada por voces masculinas”.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surge Palabras en llamas?
Jazmín Ferreiro: Es el resultado de un proceso bastante largo. Se inicia como una necesidad de dar respuesta desde la universidad a cierta demanda que tiene que ver con los movimientos feministas, con ciertas luchas que pasan en la calle y van penetrando el ámbito académico. Reclamos de más visibilidad de filósofas en las materias, en los programas de estudio. Inicié la carrera de Filosofía a fines de los 90 (algo que todavía pasa) y uno puede transcurrir toda la carrera sin encontrarse, casi, con filósofas. La presencia de ellas en cualquier tipo de materia es excepcional. Doy clases de Filosofía Antigua y Medieval, cuestiones que tienen que ver con las circunstancias de ciertos períodos que limitaban la posibilidad del acceso a la educación por parte de la mujer que podían dar cuenta, en cierta medida, de esa ausencia. Esa suerte de vacío de filósofas a lo largo de la Historia, creo que muchos y muchas lo fuimos naturalizando. Cuando estos reclamos se hicieron escuchar, nos dimos cuenta que, lejos de no haber, había un montón de filósofas en la Historia. Incluso en los períodos menos esperables. En la Universidad Nacional de General Sarmiento hicimos en el 2018 unas primeras jornadas sobre el lugar de la mujer la Historia de la Filosofía Antigua y Medieval. Ahí se acercaron muchas colegas queriendo proponer revisar ese lugar en la Historia Moderna hasta la Contemporánea. Venían colegas con amplia trayectoria que apenas se animaban a exponer algo sobre algunas de estas filósofas porque no eran especialistas. Y sobre muchas de ellas no los hay, recién ahora empiezan a generarse programas, proyectos de investigación que las tienen por objeto. Tras las jornadas y sus resultados, nos preguntamos qué se podía hacer con esto y se nos ocurrió hacer un programa en el canal de la universidad (UNITV) donde pudiéramos reponer algo de lo que habíamos conversado, en formato entrevista, y abrir así la puerta a ciertas inquietudes que había por fuera del ámbito académico sobre estas mujeres. Fue una experiencia de mucho aprendizaje, preparar las entrevistas me permitió acercarme a figuras que, en muchos casos, no conocía y que son fascinantes. Si cualquier texto o pensamiento filosófico está enraizado, se vincula con un momento histórico con problema de esa índole, políticos, sociales, en los textos de filósofas se percibe todavía más porque hay una necesidad, siempre, de enunciar y defender la posibilidad de producirlo.
APU: El programa está hecho por filósofas contemporáneas hablando de filósofas de la antigüedad, logrando una fusión que enriquece. Me gustaría que destaques a algunas de estas mujeres ya que, derechos que hoy gozamos, tuvieron que ver con sus intervenciones.
J.F.: Eso que decís es reimportante, que una filósofa presente a otra formaba parte de ese juego de diálogo que es interesante reinstalar. Inclusive la categoría de filósofo. Agustín no se hubiese reconocido como un filósofo, más bien como un teólogo. Lo mismo con Tomás de Aquino y, sin embargo, la Historia de la Filosofía los incluye. En el caso de las mujeres ocurre sólo que, por otros motivos, no van a formar parte de estas historias, pero desarrollan un pensamiento en donde, las reflexiones filosóficas se implican y se relacionan con las teológicas, místicas, estéticas, poéticas, históricas, y en ese sentido que una filósofa recupere, relea esa obra, la convierte en una lectura filosófica. Casos como Mariana Gardela que retoma la figura de Hipatia de Alejandría, es nuestra propia mirada y nuestras propias preguntas las que resignifican esos textos. Todas las figuras son fascinantes, los textos muy variados. Uno que me conmovió fue el de Christine de Pizan que se llama La ciudad de las damas. La propia Simone de Beauvoir señaló que, tal vez, es la primera filósofa que hace una lectura feminista de la Historia de la Filosofía, retoma la palabra para hablar a favor de su género. Es una mujer que tiene acceso a una biblioteca, su padre fomenta su formación, algo excepcional para la época. Es un aprendizaje amplio, no formal, por supuesto, autodidacta. La primera escena de La ciudad de las damas es ella rodeada de libros y se encuentra con un texto que habla mal de las mujeres: moralmente inferior, tiende al vicio con más facilidad, que es irracional. Ella detiene allí la lectura porque la madre la llama a la cena, mostrando esa permeabilidad entre lo doméstico y el estudio. Cuando vuelve, intuye claramente que no conoce texto que no sea misógino. No hay texto filosófico, teológicos, históricos y hasta médicos que en algún momento presenten el carácter inferior, por naturaleza, de la mujer. Esta percepción es rigurosamente filosófica, porque lo que le exige es confiar en su juicio y experiencia antes que en autoridades. Hay un momento donde se pregunta “les creo a las grandísimas figuras como Aristóteles o Cicerón” que, por otra parte, ella adora; “o confío en mi razón y experiencia que tengo de mi propio cuerpo, ser y el de las mujeres que me rodean”. Toma una decisión que es muy costosa, que es la de confiar en ese gran riesgo que es abandonar a esas autoridades y la de presentar una sólida defensa de la mujer en ese texto. Representa esa experiencia que es muy difícil de tener y puede ser compartida, en parte. A través de las entrevistas podemos decir que bajo ningún punto de vista es lícito suponer que de forma progresiva la mujer ha ido ganando ciertas libertades, derechos o más apertura para la enunciación pública de su palabra. Incluso, en una misma época y en distintos lugares, era muy diferente la relación de la mujer con la palabra. Es interesante ir poniendo el ojo en esas cuestiones. Nos ofrece un reflejo distinto de la Historia, donde uno tiende a homogeneizar y el lugar de la mujer en ella tampoco ha sido homogéneo.
"Si cualquier texto o pensamiento filosófico está enraizado, en los textos de filósofas se percibe todavía más porque hay una necesidad, siempre, de enunciar y defender la posibilidad de producirlo".
APU: Nombrabas el tema de lo doméstico, estas mujeres no desdeñan esa singularidad, inclusive utilizan la ironía y el humor para asentarse en ese ámbito y en el ámbito rodeado de libros.
J.F.: Eso también varía muchísimo. Uno puede tener filósofas pitagóricas que, lejos de desdeñar, son defensoras de ese lugar tradicional de la mujer dentro de la casa y de su rol como armonizadora del hogar, que no resienten la limitación que tienen respecto a otras prácticas o roles. O, como en el caso de Christine de Pizan, una especie de propuesta diferente. Allí hay, por un lado, una identificación con ese rol. De hecho, ella empieza a escribir porque pierde a su padre, luego a su marido y debe mantener a su madre y a sus hijos, la escritura es un medio para mantener el hogar. Allí hay una relación muy novedosa entre el rol que tiene que ver con el cuidado de la casa y la posibilidad de intervenir en lo público. Sí tenemos pensadoras más contemporáneas en donde sí hay una clara resistencia a esa identificación de la mujer con ciertos roles asignados. A lo largo de la Historia y de acuerdo a la época, esa relación entre lo público y lo privado, el lugar que puede ocupar la mujer va a variar muchísimo.
Es muy tardía la crítica a la relación entre la mujer, la maternidad, el rol de cuidado. Lo que sí aparece, por ejemplo, en Hildegarda de Bingen o en otras pensadoras, otras elecciones de vida pero que tenían que ver con vida religiosa. Que es otra forma de vida privada, en la intimidad que, sin embargo, en el caso de Hildegarda, logró trascender completamente los muros del claustro. Es una figura súperpotente. Esa relación entre la mujer, lo maternal y el rol de cuidado, va variando mucho de época en época y de pensadora en pensadora.
APU: Todas las que vas nombrando y las que están el programa tienen muy claro esto de no sacralizar tanto la figura de la filosofía y van más a la praxis. Desde lo personal ¿cómo vivís la filosofía, qué pensás que es y cómo es la unión que hacés con lo audiovisual?
J.F.: Durante siglos, la filosofía no fue una tarea exclusivamente teórica. Era un modo de vida. Es decir, quien se acercaba a determinada escuela filosófica, no lo hacía para leer ciertos libros o manuales, sino porque ofrecían una determinada experiencia vital. Es distinto el modo en que nos acercamos académicamente a la Universidad, donde tenemos otro tipo de relación con esto saberes. Creo que hoy, lo que me parece afortunado, hay cierta inquietud de poder trascender esos muros de la academia y poder convocar a un diálogo, a una experiencia a quienes no necesariamente sean estudiantes o interesados en formarse profesionalmente, pero que se sienten interpelados por un montón de preguntas y reflexiones que, quienes hacemos filosofía, estamos dispuestos a ofrecer. Los medios audiovisuales son una vía muy privilegiada en ese sentido. Es todo un universo a explorar y hay muchas que están haciendo ese camino. Es muy alentador. A partir de esas jornadas, fuimos varias las que empezamos a modificar nuestros programas de estudio. Lo académico se vio convulsionado por eso que ocurre afuera, en la calle, en las militancias. Sería muy feliz el encuentro de lo que podamos ofrecer desde la universidad a esas movilizaciones.