Katja Alemann: “La sudestada es una película en la que el público se va de viaje”

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Katja Alemann: “La sudestada es una película en la que el público se va de viaje”

17 Septiembre 2023

Katja Alemann es artista todo terreno: actriz, bailarina, música y escritora. Entrevistada por AGENCIA PACO URONDO recordó sus inicios en el teatro, los viajes a Europa, donde abrevó la vanguardia estética y musical que, luego, junto a Omar Chabán impulsaron en Café Einstein y Cemento, emblemas del under porteño. También habló de su novela Dos mil sin cuenta (2016), donde narra el horror de un futuro diatópico; y en Elvira, su personaje en La sudestada, película estrenada este año. “El personaje de Elvira me pareció fascinante, porque tiene mucho que ver conmigo, con las crisis creativas y los diálogos internos que a menudo tenemos los artistas”, expresó.

Agencia Paco Urondo: Al volver de Alemania donde fuiste a estudiar pedagogía y música, comenzás a tomar clases de teatro y el debut en las tablas se produce con una adaptación de El lobo estepario, novela de Hermann Hesse.

Katja Alemann: Me fui a estudiar pedagogía y música porque pensaba que para cambiar y mejorar el mundo, la gente tiene que estar educada con creatividad artística. Estoy convencida que el arte debería ser fundamental en todo proceso educativo. Con respecto al teatro, empecé al volver de Alemania, cuando un amigo me insistió con que debía ser actriz. Al poco tiempo me enganché en un taller que, con un grupo de actores, hicimos La velada de teatro mágico solo para locos, una versión libre del El Lobo Estepario. Así empecé en una excelente escuela de actuación dirigida por Carlos Lorca, el primero que me enseñó la disciplina teatral, un hombre que insistía mucho en lo autogestivo y en la responsabilidad del actor en escena, estando al tanto de lo que hay y de lo que hace falta sobre el escenario para obtener una gran performance.

APU: Ya en Buenos Aires, cuando empezás a desandar ese camino artístico, te vas a cruzar con Omar Chabán ¿Cómo lo conoces y cómo empiezan a pensar juntos esos lugares emblemáticos como el Einstein y Cemento?

K.A.: Nos conocimos en el Instituto Goethe, de Buenos Aires, donde mi madre mostraba sus películas en formato súper 8 de cine experimental. En realidad, Omar me había visto, al principio no lo registré (risas). En esa época, yo tendría unos 18 años. Siempre decía “cuando te vi dije, esta es una mina de poder”, viste que para él eso era muy importante. Pasó el tiempo y cuando regresé de Europa, hicimos por casi un año y medio “La velada”, donde Chabán interpretaba un personaje que se llamaba el Hombre de Blanco, haciendo música en escena y efectos especiales. Nos conocimos más y quisimos estar juntos.

APU: Tus constantes excursiones al viejo continente te sirvieron mucho para absorber toda una cultura de vanguardia que vas a aplicar en espectáculos y performances.

K.A.: Sí, yo viajaba mucho, en verdad nunca dejé de hacerlo. Siempre que iba al exterior hacía un recorrido a fondo de obras de teatro, espectáculos y música. En esa época, los Disc Jockeys eran fundamentales y sus sets de World Music eran increíbles. El primer DJ que tuvimos en Cemento fue Dani Nijenshon, quien además atendía la disquería El agujerito donde traía la mejor música de Europa y también de acá. Yo aportaba todo lo que sonaba en las discotecas de Berlín y se lo mostraba a Omar, una persona que desde siempre estuvo muy informada y atento a las novedades culturales.

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APU: Mencionaste a Cemento, un lugar que al momento de gestarse no se pensó como un espacio para el rock, sino como una discoteca y espacio teatral.

K.A.: Cemento se gestó, de alguna forma, en el Café Einstein, cuando al lugar le empezó a ir bien. Sobrevoló la idea de construir algo más grande y a mí me encantó la posibilidad de un espacio con materiales a la vista, todo crudo. Así fue que, con Omar, empezamos a apasionarnos con un proyecto que para la época fue inédito y muy original.

APU: La desnudez, como expresión de libertad de los cuerpos después de la censura impuesta por la dictadura militar, fue algo muy presente en las performances de las que participaron tanto vos como Omar, en los comienzos de Cemento.

K.A.: Para mí es nada más que una de las tantas herramientas expresivas que existen. El tema es el tabú social que tiene la desnudez. Yo provengo de una cultura más europea donde se la toma más libremente. Es más, los alemanes andan siempre en bolas en playas y saunas (risas). Pero entiendo que en estas latitudes sea más complicado. Recuerdo que en aquella perfo a la que te referís donde me acompañaron Batato Barea y Fernando Noy, yo ya era bastante conocida porque estaba trabajando en una novela que tenía mucho éxito en la TV, La viuda blanca (1986). Había mucha gente superimpresionada, aunque no estaba totalmente desnuda. Tenía un taparrabos y una cinta celeste y blanca agarrada en la cabeza. Me había pintado el cuerpo color cobre y mi personaje era una especie de madre patria indígena.

APU: De la aceptación del cuerpo rompiendo con estereotipos hegemónicos, seguís refiriéndote en tus redes sociales y también en La sudestada, tu nueva película.

K.A.: Quiero seguir cambiando el mundo ¿viste? (risas) Sigo y sigo, adelante. Ahora estoy haciendo un espectáculo donde, además, empiezo a desmenuzar un poquito qué es lo que realmente me propongo. Son reflexiones en las que yo misma me hago preguntas. Por eso, me gusta tanto lo que dice Carl Jung sobre la desidentificación crítica con las propias creencias. No aferrarse a ninguna cosa como verdad última, porque realmente todo es tan dinámico y evoluciona tanto, que no podemos quedarnos pegados y defender una sola idea para siempre. El mismo acto de pensar nos debe dar la posibilidad de creer que todo es muy variable y cambiante.

APU: Pensamientos y reflexiones que en su momento volcaste en Reciclarte y en tu libro Dos mil sin cuenta.

K.A.: Reciclarte es la Asociación Civil con la que trabajé mucho tiempo. Si bien ahora estoy un poco en stand by a partir de la pandemia, el arte de reciclar las ideas lo sigo practicando. Y Dos mil cincuenta fue un ejercicio imaginario que edité en el 2016, una ficción que sucede en un futuro del cual no sabemos cuándo llegará, pero que encierra un completo desastre. Debido a la geoingeniería y la manipulación climática, Estados Unidos y China están en una carrera por la dominación del clima para 2025, lo que me genera la duda que todo el calentamiento global, como lo creemos, sea real.

“Elvira me pareció fascinante porque tiene mucho que ver conmigo, con las crisis creativas y los diálogos internos que a menudo tenemos los artistas”.

APU: ¿En qué cimentás esas dudas?

K.A.: A partir de lo que estoy investigando de la agenda 2030, que lleva adelante la Organización de Naciones Unidas (ONU), a través del World Economic Forum. Da un poco de miedo cuando dicen que ahora la humanidad está preparada para un cambio. ¿Qué tipo de cambio? ¿Quién lo determina? ¿Los grandes multimillonarios que se reúnen en la Organización Mundial del Comercio, en Suiza? Es más, ahora al parecer quieren hacer una moneda digital. Por eso, tenemos que estar muy atentos a los lineamientos que surgen a causa de la crisis climática. Que no niego, pero la agenda es otra cosa, aunque los objetivos pareciera que son políticamente correctos y están bien, me doy cuenta que detrás hay algo que esconden.

APU: Cuando te llegó la propuesta de darle vida a Elvira ¿Qué te atrajo del personaje y cómo lo fuiste construyendo?

K.A.: El personaje de Elvira me pareció fascinante porque tiene mucho que ver conmigo, con las crisis creativas y los diálogos internos que a menudo tenemos los artistas. En la película, ella es muy reconocida en su carrera, internacionalmente. Le va muy bien, pero está en un momento personal muy difícil porque al mismo tiempo que se está separando del marido, está haciendo una obra en retrospectiva donde busca un lenguaje artístico, pero no le sale del todo bien. Por otra parte, Jorge “el Sabueso” Villafañe es el nombre del detective que interpreta Juan Carrasco y que el marido contrató para averiguar qué cuernos está haciendo Elvira, que siempre desaparece en el Tigre. Es así que a través de esa persecución, a Villafañe se le revela para qué sirve el arte. Algo que me parece maravilloso porque tiene que ver con el poder transformador que tiene, donde vos le sugerís al otro un nuevo mundo, como en una epifanía.

APU: ¿Cómo llegó a formar parte de la película las imágenes de Ring Side (1979), el corto experimental dirigido por Marie Louise Alemann, tu madre?

K.A.: Edgardo Dieleke y Daniel Casabé, los directores de la peli, habían hecho dos documentales antes de La sudestada, por lo que ambos tienen una enorme pasión por los archivos. Ellos conocían a mi mamá y tuvieron desde el comienzo la idea de contar el personaje de Elvira que encarno, a través del trabajo fílmico de mi madre. Por eso aparecen sus imágenes en la película.

APU: Cuando se estrenó La sudestada en el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) obtuvo una Mención Especial. ¿Estás atenta a lo que dice la crítica y el público en general?

K.A.: Sí, claro, lo que le pasa al público, por supuesto me interesa, y mucho. La gente, por suerte, se enganchó con todo lo que le sucede a los dos personajes principales, y se va de viaje con la película. Esa fue la intención y creo es un logro muy lindo que esto suceda.