La Lija: "Cualquier expresión artística es portadora de su época"
Por Ramiro Schemper y Boris Katunaric
Agencia Paco Urondo: Escuchamos en sus canciones instrumentos poco habituales en la música popular, por lo menos argentina, ¿Cuál es el concepto y la propuesta de La Lija?
Tomás Bradley: Da cuenta de una búsqueda formal que empezó hace unos cuatro años, cuando nos propusimos empezar a componer repertorio y que pudiera merecer el nombre de nueva música popular. El uso de esos instrumentos que no pertenecen al quehacer folclórico es para dar cuenta que la música popular latinoamericana, ampliamente entendida, tranquilamente puede y debe hacerse cargo de que es la heredera de una gran tradición mundial popular. América es el continente donde se da una cita enorme en todo sentido. Pero, por lo general, lo que se hace es yuxtaponer elementos de diferentes paisajes folclóricos y es lo que deviene en fusiones, en vez de buscar sintetizar una expresión a nivel literario y musical que uno sienta al escucharlo, no todo porque nos quedaría grande, pero sí gran parte del alma americana.
APU: ¿A qué te referís cuando hablas de yuxtaposición de elementos?
TB: Las formaciones de hoy que pretenden hacer una recopilación de música popular latinoamericana, en vez de buscar algo que pueda conciliar los elementos del, por ejemplo, folclore venezolano con la argentina o la chilena o la celta, se pone un ritmo de uno y un instrumento de otro en una misma expresión sin que puedan unificarse. Esto es importante hacerlo en la música popular porque, entendemos nosotros, esta no es un mero reflejo del espíritu de un pueblo, sino que es parte de ese mismo pueblo y también lo puede proponer, puede proponer una visión. En esta situación histórica y política que se ha inaugurado en América, de un tiempo a esta parte, es importante ir avanzando en términos culturales de un alma que realmente sea la suma de toda esta cosa junta.
APU: Es interesante escucharlos porque, por momentos, no sabemos si estamos escuchando canciones españolas o música medieval, y a la vez la mixturan con algo muy contemporáneo.
TB: Nos ayudó mucho en un principio, hasta que nos propusimos componer música propia y que esa música se pueda pretender popular. Haber compartido gran repertorio de Argentina y Latinoamérica y también música celta, griega, barroca, como grupo. Eso nos fue dejando instrumentos que fuimos incorporando y una práctica que no se pudo disimular a la hora de componer. Pero, en la medida que pretendimos hacer esta nueva música popular, fuimos llevados a pensar un poco qué sería concretamente la música popular y de qué manera hacerla para que tenga la mayor posibilidad de estar hablándole a la persona de esta época y, también, haciendo mundo, es decir, constituyéndolo. Para eso, entendemos, hay que cuidar algunos aspectos.
En términos de expresión, formalmente, creemos que cualquier expresión artística es portadora de su época, de sus utopías y distopías, salvando las distancias, de la misma manera que Hojas de hierba de Walt Withman es portadora del anhelo de un tiempo, hacer eso a conciencia. Y, además, que sea una música de hoy, también corona toda una tradición. Para eso también nos interesaba dar cuenta del comienzo de la música popular desde la época de la conquista con el barroco americano. El momento en que los conquistadores se dan una confluencia con las tradiciones originarias y una práctica europea.
APU: ¿Y eso cómo lo plasman con las letras?
TB: En términos literarios tratamos de ir traicionando siempre la expectativa, traicionando en el buen sentido, es decir, dando cuenta de que estamos viviendo muchos tiempos históricos al mismo tiempo. Hay una contemporaneidad de muchas cosas que son viejas y son nuevas al mismo tiempo. es decir, usar términos que son actuales, que se refieren a un tema actual y siempre defendiéndola como algo que está bien plantado en la época, por más que parezca de toda época.
APU: Hacen una especie de revisionismo histórico en estilos, géneros, instrumentación, incluso en la composición y, entre sus trabajos, presentan una cantata que están haciendo con Juan “Tata” Cedrón.
TB: Estamos galopando junto con el Cuarteto Cedrón en la vuelta de esta obra que se llama “Cantata del gallo cantor” que es una obra de Juan Gelman que se produce en el año 72, a pocos meses de los fusilamientos de Trelew. Juan Cedrón la compuso al calor de la cuestión y la llevaron a Trelew al poco tiempo porque se sospechaba que se podían dar otros fusilamientos. Fue tocada en Argentina una o dos veces y nunca fue editada, ellos al poco tiempo se fueron a Francia en una gira y en un par de idas y venidas se quedaron allá, exiliados hasta que el Tata vuelve en 2004.
Esa obra la conocíamos y nos pusimos de acuerdo para tocarla, ellos la han sacado en disco también y la estamos presentando todos los sábados de octubre en Hasta Trilce.
Para nosotros, como grupo, recuperar esa obra con el cuarteto Cedrón, es ir cosiendo, zurciendo, esa zanja que hay entre la generación de los 60 y 70 y la nuestra.