Monólogo "La Cogolla": la juglar trava y la cocinera
Yael Frida Gutman es actriz e interpreta a su alter ego, La Cogolla. Como toda construcción de personaje, Yael tuvo que hacerse varias preguntas durante el proceso para encontrar una voz. Pensó en cómo serían sus zapatos, necesarios para transitar el camino del compartir con otrxs. Ella recorre distancias inimaginables, llevando las palabras del conocimiento cannábico. Como juglar, va de pueblo en pueblo deshojando su saber, al igual que una enamorada de la vida deshoja una margarita.
No siempre tiene las respuestas, pero se lanza a buscarlas, intentando formar un pensamiento colectivo, un sentipensar con los demás. Entre risas, silencios y melodías, pero, sobre todo, abrazando la otredad. Cree profundamente que no puede haber un mundo más bello si no es compartido. Insiste en regalar sonrisas en medio de tanta individualidad. A sus maestrxs lxs encontró habitando espacios donde “la normalidad” no existe, donde comprendió que nadie va solx, siempre acompañado por la mirada tierna de otrxs. Además de actriz, Yael es escritora, licenciada en Letras, docente y trotamundos.
Agencia Paco Urondo: ¿Fumas mucho?
Yael Frida Gutman: Tengo una relación hermosa con el cannabis. La planta es un mundo inabarcable, lleno de cosas por aprender. El otro día leí en un posteo que la gente que consume cannabis suele ser estudiosa porque nos interesa investigar sobre la planta: el autocultivo, el uso de las raíces, las hojas, el cáñamo. Desde qué edad hasta qué edad puede usarse. En ese aspecto, creo que la planta tiene algo muy interesante. El cannabis es una puerta de entrada a un universo de plantas. Me enseñó a conectarme con otras especies también.
APU: ¿Con la plantas o con la vida?
Y.F.G.: Bueno, la vida es un poco eso ¿no? conectarse con el cosmos. Pero ojo con la parte oscura, también. Cuando estás en una, como sucede con cualquier vida esquizofrénica en este capitalismo citadino. A veces te conecta con lo más oscuro. La planta te da lo que necesitas: si tenés sueño, te manda a dormir; si estás eufórico, te manda a disfrutar. Con la música, la conexión es mucho más fuerte. Sí, es una conexión con la vida. Pero, en realidad, creo que todo lo es.
APU: ¿Recordás la primera vez que fumaste?
Y.F.G.: La primera vez que consumí cannabis fue en forma de té o chocolatada en Holanda. Tenía 21 años. Recuerdo que tenía todos los palitos flotando. ¡Un horror! Dije: '¿Qué mierda es esto?' No entendía nada. Todavía guardo el papelito que explicaba qué era el cannabis. Ahora, con los años de experiencia que tengo, digo: “Ah, qué estupidez, me tomé un té de cannabis”, que es como un té de manzanilla.
En un viaje a otro país, fumé polen y ni sabía lo que era. En esos años, acá en Argentina, eso era “droga”. Fumé varias cosas que ni me pegaron. Después me junté con un novio que fumaba prensado, y yo lo re criticaba: “Te estás drogando”. Pero la mejor relación con la planta llegó cuando empecé a cultivar. Antes fumaba con desprecio porque sabía que lo que estaba haciendo formaba parte del narcotráfico. El cannabis tiene esa cosa de compartir, como digo en el espectáculo, el espíritu de generosidad compartida.
APU: ¿Intuís que primero vino todo este descubrimiento antes de que La Cogolla cobre vida?
Y.F.G.: Sí, porque empecé a fumar flores cuando conocí a gente que fumaba y me llamó la atención. Que alguien cultive, luego lo seque y lo fume, me parecía fascinante. Mi mamá siempre hacía mermelada de quinoto con los frutos de su árbol, pero fumarme algo me parecía siempre nocivo. Y lo encontré como una vuelta de tuerca. Me separé absolutamente del tabaco, porque el tabaco está comprobado que es veneno. El cannabis, en ningún lado dice que es veneno. No le tirás nada a la planta para quitarle los bichos, como con el tabaco. El cannabis es medicina natural, sí o sí. He visto abejas que van directo al cogollo.
APU: ¿Cómo nació el personaje en las noches bizarras?
Y.F.G.: Muchas cosas en mi vida personal han sucedido porque me las dicen desde afuera, no me doy cuenta. En las noches bizarras, un espectáculo que tiene muchísimos años y forma parte de la contracultura, creado por Susy Shock, había que crear un superhéroe y adopté una heroína verde porque encontré una peluca en el barrio chino por $5 pesos. Era naranja y verde (necesitamos una peluca nueva).
En general, es muy Chaplin esto: primero el gorro, el bastón y los bigotes. Bueno, acá pasó lo mismo. El personaje nació con la peluca, que es también un homenaje a las travestis. El espectáculo lo hacía con dos compas, Gianco y Garnier, y fueron ellos quienes me pusieron el nombre de “La Cogolla”. Yo pensaba que era una hiedra venenosa y ellos me dijeron: 'No, mi amor, vos sos un cogollo. Sos la planta, La Cogolla'. Y ahí fue como “¡PIM! Estrellas”. A la gente le gustó el nombre, pegó mucho (se ríe). Terminé cantando con una banda de rock, Talking to Margins, arriba del escenario. ¡Era una locura! Después de eso, me dije “con este personaje tengo que seguir haciendo cosas”.
APU: ¿Recién dijiste que construiste el personaje con otrxs?
Y.F.G.: Sí, siento que el mate, el porro, el teatro, son todos lugares de lo colectivo, del compartir, y que es muy nuestro. Es un recorrido grupal. Siempre se ve al artista que va solo, pero no, nadie va solo. La Cogolla la hubiese hecho una vez y ya está. Pero la gente se entusiasmaba, y eso lo ves y lo querés seguir haciendo. Aunque no gane un mango. A veces me estoy por subir al escenario y digo: “No lo hago más, ¿por qué me someto a esto? Porque no hago plata, todo lo que doy, ¿para qué, para quién?”. Y después te das cuenta de que se convirtió en algo imprescindible, porque alguien vio algo ahí; a alguien, en ese momento, le sirvió.
APU: ¿Cómo fue ese transitar de estar con otrxs y pasar a hacer un monólogo?
Y.F.G.: Empecé a interiorizarme como consumidora de cannabis y me di cuenta de que había una cantidad de información infinita, pero sobre todo una filosofía que me encantaba. El compartir, el disfrutar, la conexión con la naturaleza, entender una perspectiva más ecologista de las cosas, el cuidado del otrx. Aprendí sobre reducción de daños, la parte medicinal. Entonces, me llené de información y me desbordó. Lo que al principio era solamente un personaje que tenía la peluca pero no tenía la voz, no sabía cómo se movía, ni qué ropa usaba. Y ahora, tengo todo un guardarropa verde (risas). Digo: “Madre mía, el guardarropa de La Cogolla le va a ganar al mío”. Había mucho por decir, por transmitir en el espectáculo. En el cabaret tenía poco diálogo. Ahí, empecé a improvisar, en varietés, monólogos. Hasta que el texto se fue formando y estructurando.
APU: ¿Qué te pasó cuando hallaste esa voz?
Y.F.G.: ¡Me encanta! Siento que es como una especie de embudo, como hacer una torta: tenés todos los ingredientes sueltos, los mezclás de una determinada manera y te queda una torta esponjosa que la gente luego disfruta. Es como el trabajo de un cocinero, laburás un montón, pusiste la letra, ensayaste en tu casa, montar a La Cogolla me tarda una hora y media, y el espectáculo dura una hora. De repente, en esa hora es como un flash, se voló.
APU: ¿Recordás tu primera función?
Y.F.G.: Sí, fue en el Teatro Vera Vera. Me lo tomaba como un juego, esa es mi relación con el teatro independiente. Fue redivertido. Y me fui a mi casa toda maquillada. Ahí me di cuenta, claro, por qué La Cogolla representa un montón de cosas adentro: una travesti... ¿Qué pasa si salgo toda montada a la calle? De una manera monstruosa y disruptiva. Obviamente está ligado con lo erótico, pero más que nada con la libertad del cuerpo y la experiencia que se vive. Es impactante. No es lo mismo estar acompañada que estar sola por la calle como La Cogolla.
APU: ¿En qué te interpela eso?
Y.F.G.: Me reconozco queer y eso lo descubrí desde afuera, yo no sabía qué era eso. No entendía, siempre estuve fascinada por las travestis. La exacerbación de lo femenino y la idea de que eso es una construcción de su propio deseo, en una trava lo veía clarísimo. En una vedette era como el producto de un mercado. Es una disrupción frente a lo establecido en las travas. Hay un homenaje que una hace a través del teatro por elección, escribiendo y diseñando el personaje que es completamente diferente al mundo del mercado. Cuando vos elegís qué es lo que estás haciendo, a quién estás imitando o estás copiando, esta mimesis... El aval o el premio que recibí al montarme de La Cogolla en marchas, por intermedio de las travas, no es un premio al disfraz, es un homenaje. Acá estoy como vos, montada. La gente te grita o te desea. Para mí es cumplir un sueño. Me puse en sus zapatos por algunos segundos y eso es disfrutar el gozo de ser completamente libre, “ser tu propia obra de arte” como dice Susy Shock. Creo que me hice un regalo a mí misma. Y el levante de La Cogolla, ni hablar.
APU: ¿Dónde podemos ver a La Cogolla?
Y.F.G.: El jueves 16 de enero a las 20:30 hs en Casa Brandon (Luis María Drago 236), entrada a la galera. Me muero de ganas de saber cómo lo va a recibir el público, que vengan toda la comunidad. Para mí será devolverle todo lo que ella me dio. Cuando una hace cosas comunitarias o colaborativas, con estos actos le estás devolviendo un poco de la maestría de lo que te dieron: amor, apertura, ternura etc. Las puertas de la casa estarán abiertas para todxs. Estamos en un momento donde el teatro autogestivo es lo más relevante porque es lo más propio, porque surge de pensamientos colectivos.