Natalia Torrado: “Uno escribe, actúa y piensa con todos los que lo hicieron antes que uno”

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    Tapa Como en un teatro. Natalia Torrado
ENTREVISTA LITERARIA

Natalia Torrado: “Uno escribe, actúa y piensa con todos los que lo hicieron antes que uno”

05 Febrero 2023

La docente, investigadora y actriz Natalia Torrado, habló con AGENCIA PACO URONDO sobre la publicación de su primer libro de poemas: Como en un teatro, editado por el sello Ediciones en Danza, en diciembre del 2022. “Producir con otros un salto de conciencia es tal vez lo único por lo que vale la pena arriesgarse”, señaló la autora.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo nació el título del libro?

Natalia Torrado: A partir de una frase de Antonin Artaud que leí por primera vez en el texto de Camille Dumoulié Nietzsche y Artaud: por una ética de la crueldad: Artaud dice que "los dioses están en la vida como en un teatro". En el contexto de libro de Dumoulié esa frase tenía un sentido vinculado a la intensidad con que vivían los dioses, sus sentimientos exaltados, el carácter estético de su existencia, su exuberancia, su vitalidad más allá de toda moral. Me resonaba todo el universo que traía la frase en relación a la escena, a pensar la vida como una escena. La posibilidad de una experiencia de la vida más ligada al orden de lo sagrado, una sobre o supra - humanidad y una infra - humanidad en nuestra propia existencia, un desborde o un descalce de lo humano, un exceso que es también una búsqueda continua, y cuyo medio privilegiado es el teatro, al menos para mí. 

Cualquier forma de arte tiene que ver con esa búsqueda, pero las condiciones específicas de producción en el teatro, la presencia, el cuerpo puesto en escena, la inmediatez, la intempestividad, la conexión con otros tiempos que se produce en escena, todo el aspecto ritual del teatro, me parece que da con esa experiencia extraordinaria vinculada a lo divino de la que habla Artaud. Una experiencia metafísica de comunicación con otros órdenes, con otras formas de existencia que superan con mucho el orden de lo cotidiano y su lógica reproductiva, y que también tiene que ver con la posibilidad de correr los límites de lo imaginable, lo pensable, lo perceptible y lo posible. 

Se puede estar en la vida como en un teatro. Sí que se puede. Tiene sus costos, pero es posible. Y vale la pena en la medida en que ampliando los límites de lo posible también nos hacemos parte de una transformación colectiva, tan necesaria. Producir con otros un salto de conciencia es tal vez lo único por lo que vale la pena arriesgarse.

APU: ¿Dónde está el origen de tus poemas? 

N.T.: Tiene que ver con lo que te decía antes, yo no siento que nada de lo que escribí o escribo sea mío, o tenga que ver exactamente conmigo. Por supuesto que hay vivencias ahí vinculadas a la infancia, a las pérdidas, al amor, que son parte de mi historia personal, pero la verdad es que mi historia personal carece absolutamente de interés. No hay nada ahí que valga la pena escribir, ni en la mía ni en la de nadie. No creo que la escritura venga de las personas, creo que viene de otra parte. Pasolini, en relación al cine, decía que sus imágenes venían del sueño y la memoria, pero sabía bien que no se trataba de sus sueños y sus memorias. 

Porque justamente en esas zonas tan misteriosas ya no hay individuos o individualidades. Claro que hay una subjetividad, pero no coincide plenamente con un yo, ni con una historia personal. Es más bien una singularidad. No siento que yo sea la que escribe cuando escribo. Y eso es muy liberador. Yo soy un medio para que eso se escriba, hay una atención y una disposición de mi parte, y una necesidad, sobre todo, o un llamado a escribir; pero lo que se escribe no me pertenece. Es más bien una conversación con otros, con otros tiempos y otros estados, una conversación con fantasmas y fantasías y sentidos que se acumulan en otro lado que no soy yo. 

En todo caso me toca encontrar la forma de drenar todo eso a través de ciertas combinaciones de palabras. Algunos me dijeron que los poemas son encriptados, y puede ser en el sentido de que no se termina de saber a qué se refieren exactamente. Pero me parece que es justamente por eso que hablan de algo más que de mí, o hablan de cosas que a mí no se me ocurrirían. Hay una vida en ellos bastante autónoma. Y creo que los que realmente me gustan, son esos pocos que justamente los leo como si los hubiera escrito otro. O como si estuvieran escritos en otro idioma. Me gusta la sensación de que el poema participa de otra dimensión en la que el sentido no se comporta de forma habitual y por eso mismo desata toda serie de intensidades y potencias.

“No siento que yo sea la que escribe cuando escribo. Y eso es muy liberador. Yo soy un medio para que eso se escriba, hay una atención y una disposición de mi parte, y una necesidad o un llamado a escribir; pero lo que se escribe no me pertenece”.

APU: ¿Qué aportes realizó tu práctica teatral a la búsqueda de tu yo poético?

N.T.: Justamente la práctica teatral, y la práctica teatral específica del estudio de Pompeyo Audivert, a quien dedico el libro, me reveló que lo poético no es un yo, no tiene un yo, es siempre otro, otra cosa. En la actuación eso se siente de una forma muy patente. Si hay un yo ahí presente, no se puede actuar. Yo siempre escribí, desde muy chica, y siempre estuve muy cerca del mundo de la literatura y de las imágenes, del cine y el teatro primero por crianza y después por mi profesión; escribía poemas y rimas en la escuela. 

Después a partir de mi formación teórica, mi escritura se vinculó más a lo académico, a formas argumentativas y a desarrollar un punto de vista sobre un problema. Cuando llegó el teatro y puse el cuerpo en escena, con la experiencia completamente transformadora del cuerpo y la voz en escena, no sólo se soltó mi forma de escribir, sino que también cambio mi forma de entender la teoría y de transmitirla en las clases. 

Todo se volvió mucho más del orden de la experiencia. Y una experiencia que siempre es colectiva. Uno escribe y actúa y piensa con todos los que lo hicieron antes que uno. La historia de la literatura, el teatro y la filosofía están presentes, vivas, activas con cada una de nuestras palabras y nuestros gestos y nuestros pensamientos. No digo que toda la Historia esté presente, ni que únicamente el aspecto “clásico” de lo que llamamos clásicos esté presente, porque no es la historia oficial la que se presenta a esa cita; más bien estoy segura de que están presentes todas esas conciencias que se apasionaron por lo mismo que nosotros, que se preocuparon por dar cuenta de lo que no pudo (o no puede nunca) ser del todo dicho, y quieren seguir pensado en eso y refiriéndose a eso con nosotros.

Escribir, actuar, pensar, enseñar, son formas de captar esas conciencias, y ponerlas al servicio del presente, porque son lo más presente que existe. Es una conversación, una creación colectiva, aquí y ahora, de esas conciencias a través nuestro haciendo contacto con los lectores, el público, los estudiantes. Es algo grande que hay que dimensionar. Un fenómeno hermoso.

“Escribir, actuar, pensar, enseñar, son formas de captar esas conciencias, y ponerlas al servicio del presente, porque son lo más presente que existe”.

APU: ¿Qué autores y autoras perfilaron la construcción de tu propia voz?

N.T.: Pizarnik, Olga Orozco, Pasolini, Fellini, Antonioni, Artaud, Deleuze. Es injusto intentar nombrarlos. Borges de niña, Cortázar, Arlt, Alfonsina, Duras, Resnais, Leonardo Favio. No lo tengo tan claro en realidad. Lorca. Lo que conozco de Lacan. Chico Buarque, Charly García, Kantor, Maradona. Los grandes actores de cine y teatro. Me doy cuenta diciéndotelo que no son los autores. Son las obras. Incluso algunas solamente de cada uno de ellos. O algún fragmento. O sensaciones que me dejaron para siempre. Como revelaciones. Beckett. Todo lo que no me acuerdo justo ahora seguramente es lo que más me marcó.

Y Ramiro, el mecánico de la esquina de casa, que cada vez que pasás con el auto hace la gracia de pararse en el medio de la calle y decir "cuidado", ahí se abre un universo. ¿Cuidado con qué? Ese gesto suyo es nada, y es enorme. Eso que él hace también es escribir. Hay unos autores tremendos en la calle, en el barrio. Ellos también, sobre todo ellos, conversan con Pizarnik, Orozco, Pasolini, Fellini, etc. Igual que algunos niños como mi sobrino Moro que dice "mirá en el cielo, un caracol con forma de nube". Que sea el caracol el que tiene forma de nube y no al revés abre una dimensión nueva a la que queremos ir, debemos ir. Porque ahí se produce un encuentro más allá del yo. Todo eso me conmueve y me transforma. Tal vez lo más propio de una voz sea su capacidad de transformarse. Eso me interesa.