Poema que vuelve: Jonio González
Por Miguel Martínez Naón | Ilustración: Gato Nieva
Nacido en Buenos Aires en 1954, Jonio González reside en Barcelona desde 1983. Sin embargo el vínculo con su ciudad natal siempre está presente.
Siendo muy joven formó parte del grupo Onofrio, junto a Miguel Gaya y Javier Cófreces. Aquel grupo de “poesía descarnada” supo desafiar los horrorosos años de la dictadura haciendo lecturas poéticas en espacios públicos. Cabe destacar que la obra de este grupo fue publicada por Ediciones en Danza en el año 2008, bajo el título “Grupo Onofrio. Poesía Descarnada”
En 1981 fundó, junto con Cófreces, la revista de poesía La Danza del Ratón, y siendo ésta una de sus grandes pasiones ha manifestado, en más de una ocasión, que una revista literaria es “un acto de amor. O una obcecación absurda, lo que en determinadas circunstancias viene a ser lo mismo” sosteniendo que la poesía, y por extensión una revista de poesía es “una de las formas más profundamente humana de resistencia, de preservar el sentido último de la palabra”.
Como amante del jazz ha sido miembro del consejo de redacción de la revista Cuadernos de Jazz, y como poeta ha publicado los libros El oro de la república (Buenos Aires, 1982); Muro de máscaras (Buenos Aires, 1987); Cecil (Buenos Aires, 1991); Últimos poemas de Eunice Cohen (Barcelona, 1999); El puente (Vic, 2001; Buenos Aires, 2003); Ganar el desierto (Buenos Aires, 2009); La invención de los venenos (Buenos Aires, 2015) e Historia del visitante (Buenos Aires, 2020).
En el portal El infinito viajar compartió con los lectores algunas reflexiones muy valiosas acerca de su proceso de escritura y su forma de indagar a la poesía a través de imágenes y versos, expresando que “esa imagen o verso suele asociarse, ahora de forma menos espontánea, a veces incluso inducida, a algún recuerdo, vivencial o sensorial (de ahí el motivo, creo, por el que la primera versión de un poema suelo escribirla a mano), y esos recuerdos a paisajes o situaciones de infancia o juventud. Todo ello produce en mí una suerte de estado de ensoñación”.
Ha sido incluido en diversas antologías, entre ellas Una antología de la poesía argentina (Santiago de Chile, 2008); Doscientos años de poesía argentina (Buenos Aires, 2010); Antología de la poesía argentina de hoy (Barcelona, 2010); Poésie récente d'Argentine: Une anthologie possible (París, 2013) y La doble sombra: Poesía argentina contemporánea (Madrid, 2014).
Como traductor, ha publicado recientemente la antología en dos volúmenes Poetas norteamericanos en dos siglos (Buenos Aires, 2020).
Nuestro espacio, Poema que vuelve, se enorgullece en presentar tres poemas inéditos de su autoría. Con ustedes, Jonio González.
Tras leer un poema de Miroslav Holub
mi voz ya era ceniza
me recordaban los primeros viernes
en la capilla de la escuela
cerca de la tumba de kafka
en olsany
crecen sicomoros
leo en el poema
¿cómo estar seguros
de que verdadero y falso
representan las probabilidades
de cuanto vivimos?
me enteré con el tiempo
de lo que llaman metáfora:
mi voz no era ceniza
el sicomoro
no interroga a kafka
en su tumba
pero ¿qué sabía de metáforas
el niño que yo era?
hay verdades que duran un tiempo
y pasan
las hay que permanecen
sin que nadie las compruebe:
me pregunto de qué hablaría con kafka
el sicomoro
cómo respondería kafka
con la voz arrasada por el fuego
Lección de gramática
¿no tengo tampoco
o tampoco tengo?
no tienes
en cualquier caso
la gramática a menudo
es cuestión de estilo
la verdad también puede encontrarse
en la forma incorrecta:
por las tardes se oía una voz
los niños salían corriendo
de sus casas
doblaban una esquina
luego otra
en su busca
tras hallarlo volvían entre risas
sus sombras se tendían
sobre los adoquines
una de ellas
será la tuya
Urdimbre
la forma pura es la certeza
de la inmortalidad soñada
sostienen algunos,
pero el contacto con lo definitivo
ridiculiza cualquier pretensión o estupor:
la servidumbre del obstáculo
nos persuade de que depende de nosotros
cuándo salvarnos del fuego y el destierro
que somos nosotros
quienes damos forma al mundo
olvidando que por delante
sólo tenemos creencias
que hacemos pasar por pruebas
argumentos tan endebles como el pregonar
—susurrando o a gritos
mediante el sacrificio o el miedo—
cuál será el pago que merecemos
por el pretendido incumplimiento