Poema que vuelve: Luis Luchi
Por Miguel Martínez Naón | Ilustración: Silvia Lucero
Luis Yanischevsky, más conocido como Luis Luchi, nació el 11 de octubre de 1921 en el barrio de Villa Crespo, en Buenos Aires.
En los años sesenta se integra en el grupo y editorial El Matadero, cuya propuesta era publicar a jóvenes "con sentido popular". A finales de la década y principios de la siguiente forma, con el objeto "de alcanzar la cultura al pueblo", el grupo Gente de Buenos Aires conjuntamente con el poeta Roberto Jorge Santoro, el actor Héctor Alterio, el músico Eduardo Rovira y el artista plástico Pedro Gaeta.
En enero de 1977, durante la dictadura cívico-militar, Luchi y su esposa, Irene Lavalle, solidariamente comprometidos con la causa de la justicia y la libertad, se exilian en Barcelona, donde en 1980 fundan el sello El Escorxador.
Foto: Luis Luchi con Alberto Szpunberg
Tal como lo describió el gran poeta (y compañero de esta Agencia) Alberto Szpunberg, no es casual que Luchi, porteño como pocos, “haya optado por morir en Barcelona, en el exilio, fiel a un mundo que ya había dejado de existir, incluso en su mítica “República de Parque Chas” y agrega con profunda convicción que “si nos escuchamos a nosotros mismos como lo escuchamos a Luchi, sentiremos el asombro de vivir, que no es lo mismo que continuar con vida. Cualquier poema de Luchi nos lo hace sentir al reconocernos en el poema. Todo poema de Luchi es nuestro poema. Es una manera de ser nosotros"
Szpunberg, junto al poeta Jonio Gonzalez, en el año 1997 publicaron el libro-homenaje Contestarse a sí mismo en el canto. El mismo fue ilustrado por Oscar Grillo, quien desde Londres envió sus dibujos.
Al cumplirse diez años de la muerte del poeta (falleció en Barcelona el 21 de octubre de 2000) entre varios amigos crearon una Fundición (sí, "Fundición") con su nombre y publicaron Espérenme que volveré, un disco con lecturas del mismo Luchi y temas musicalizados e interpretados por Jorge Sarraute, Elba Picó, Marcelo Mercadante, entre otros. La portada del libro la hizo Carlos Nine, y se sumaron ilustradores como Horacio Altuna, Oscar Grillo, Sergio Kern, Kinoto, Oscar Astromujoff, Dante Bertini, etc. Lo presentaron en un teatro con intervenciones de Paco Ibáñez, César Stroscio y Héctor Alterio.
Tal como lo expresó Jonio, para Luis Luchi el fin último de la poesía es decirlo todo “expresarlo todo, hacer de la voz de todos su propia voz, y el del poeta convertirse en ese ‘otro mismo’ del que nos habla en uno de sus poemas, pero sin perderse a sí mismo, sin dejar de reencontrarse en su soledad, en la impiedad con que a menudo se retrata, pero sin por ello aceptar que vivir, como escribió Raúl Gustavo Aguirre, sea asumir el dolor de vivir, sino vencer ese dolor y fundar una vida nueva cada día."
Por gentileza del mismo Jonio hoy podemos compartir con nuestros lectores algunos manuscritos inéditos, tres poemas que hasta el momento no han sido editados en Argentina, y algunas ilustraciones de aquellos libros que mencionamos anteriormente.
Foto: Luis Luchi con Jonio González
Jonio nos escribe desde Barcelona y enviándonos bagaje tan valioso para quienes hacemos esta columna, se despide no sin antes expresar que Luchi fue “muy importante para muchos de los argentos de Barcelona; fue un aglutinante, una referencia, un punto de apoyo. Su casa y de Irene (su primera y querida esposa) y después de Rosa (su pareja hasta la muerte) siempre estaba abierta a todos, y perdón por el lugar común: Se lo sigue extrañando mucho. Ignorado por la cultura oficial, pero admirado por sus numerosos amigos y lectores”
Con ustedes Luis Luchi
Bartolo
Con Bartolo tomábamos mate,
a cancha pelada,
nunca habíamos trabajado
ni lo pensábamos en nuestro análisis
de la vida de Carlos Gardel
sin guitarra era casi lo mismo
pero Parque Chas no es Montmartre
allí no cae nieve
y al menor corte de electricidad
los tranvías q nos daban tiempo
para redimir a las Estercitas
hasta que se normalizara la comunicación
….
Me olvido de hablar de mí,
Considerado en el ambiente
como un gil que rengueaba
tenía asma
y ni los perros lo piyaban
….
Cuando Cipriano y mi hermano
Se disfrazaban de fantasmas
Me dejaban sin sábanas
Que fue el origen de mi insomnio
Mi Buenos Aires Querido
Gardel, Carlitos,
Siempre quiso ser europeo,
mirándonos a nosotros mismos
creo que tenía razón
en esa época empecé a sufrir
de los riñones
después de un interrogalio (?)
en la sección Especial
Todos se dan vuelta y miran
Miran el camino recorrido
las tumbas a los costados;
por allí asoma la máscara
que nos separa todos en uno.
Levantamos el vuelo para el pájaro
una canción para crear
no usada
y suponemos que será hermosa.
Gruñidos gemidos quejas
se silencian en la arboladura
en la hierba de los pies.
Una casa caída nos damos vuelta.
Sin tocarnos callamos
nos damos vuelta. No podemos esperar.
Rastrean a uno por uno
y todos nos vamos dando vuelta
por si vemos algo en la oscuridad
(de Resumen del futuro, Ediciones del Escorxador, Barcelona, 1984)
Penas de amor 3
Cómo puede ser
que no me hayas esperado.
Anduve bajo tierra comiendo hormigas,
me puse en la cola de los kilombos
por necesidad sexual entendés
fue una manera de descargar la angustia
de volver a encontrarte mi amor.
Me metí en los antros más canallas
defendiendo las quintas dimensiones
los sextos sentidos
y las técnicas de supervivencia
en la absoluta soledad.
Me metieron en los calabozos,
se metieron con el pasado de mi insignificante vida.
Recluté a un redentor
que al ser ajusticiado
denunció la conspiración.
Llego y te perdí,
nuestro amor fue en verso,
sigo dispuesto a perdonarte.
Y esa manera hipócrita de reír
que te enseñé que ocultaras
la seguís usando.
(de Contestarse a sí mismo en el canto, Ediciones Bajo el Poncho, Barcelona, 1997)
La laucha Catalina
La pobreza miserable
de amar a un ratón (laucha),
en esos tiempos de soledad
única alma cercana;
es un eterno reproche
a mi orgullo, vanidad y ambición.
Crece mi dolor ahora,
caído en el fangal
donde estoy pagando mis culpas,
algunas ajenas,
que no reconocería al pasar.
La historia de nuestro amor Catalina
comenzó de noche,
como los grandes amores,
plena la calle de gritos, risas y algunos tiros,
desparramados por el piso
sin encontrar el lugar
para nuestro cuerpo temblando.
Y corrías
rengueando de la patita izquierda
de atrás.
Después nuestras comidas compartidas
las llegadas imprevistas.
Se notaba en el aire,
era el amor,
el imposible,
el añorado amor, platónico.