“Tenemos que empezar a jugar y buscar alguna otra forma de organización que no sea un apocalipsis"
Por Boris Katunaric
En el patio de su silencio, único y feliz se yergue el bello árbol de los destituidos.
Raúl Gustavo Aguirre
Es la primera vez que tengo la posibilidad de charlar con Gabriela Cabezón Cámara, sin duda una de las voces más interesantes de esta época, de las más creativas e inteligentes. Se lo ve en su sentido del humor, en su acidez, y en cómo piensa la belleza y el delirio.
La China de Martín Fierro al fin tiene voz, color de pelo, historia, entidad. Y no solo eso, sino que, de una buena vez, encuentra una manera de escapar de la sumisión que lleva como una cruz el estereotipo de china abnegada que nos impuso la cultura oficial. Un deseo erótico por el conocimiento del mundo fuera de la tapera, una road movie que desemboca en un paroxismo queer de libertad y felicidad para los desarraigados.
Coco, felino y por momentos protagonista de esta entrevista, se encariña con mis cordones, siempre desatados o a punto; lo acaricio, es blanco y juguetón, muy cariñoso. Como soy bichero igual que GCC le cuento de Paco, perrito y nuevo integrante de la familia y su relación con Bolivia, gata celosa y enojona al borde del pico de estrés: el perro le molesta, en demasía. Ella me cuenta de los perros que están de paseo y volverán en breve. Hay mate, cebo yo, no tengo drama.
APU: ¿Cómo nació la idea para construir este personaje, ponerle todos estos atributos a esta figura apenas bosquejada por José Hernández?
GCC: En la gauchesca no hay punto de vista de la mujer, no hay voz de una mujer y me pareció divertido. Tan sencillo como eso. Divertido en todo sentido, de salir a divergir y de reírme mientras lo hacía, burlarme un poco.
APU: Encontré, a grandes rasgos, algo del Ferdydurke, esto de volverse niño pero en este caso a la inversa. La China de 14 años que es todo el tiempo adulta, con hijos, y empieza a volverse niña otra vez, a descubrir cosas.
GCC: Quería que el personaje tuviera algo así. Una poeta joven y creo que inédita que se llama Rocío Reverter —que hizo una lectura preciosa (ella lo dice tan bonito que para qué lo voy a decir yo, además que está bien que los poetas jóvenes sean citados)— dice que “la China es la posibilidad imposible de escuchar el relato de un recién nacido que cuenta su encuentro con el mundo, todo es amplitud, crecimiento y está vivo a su alrededor. La China es una utopía hermosa también, es meterse un rato en capa fértil de la pampa y desde ese adentro crear en la posibilidad de toda vida”. Es precioso.
APU: Al estar naciendo tiene una mirada muy luminosa…
GCC: Es un personaje que se acaba de liberar, además. Vivía en una especie de cueva donde no se veía nada más que un poco de yuyos, algunos paisanos y vacas… ella tenía como único destino la reproducción, como las vacas, y de golpe está suelta. Le sacan al marido, le sacan el deber, juega con el cachorro como una nena, se sube a una carreta que está llena de cosas.
APU: Cosas que le parecen de otro planeta.
GCC: Como una magia. Empieza a saber que en el mundo hay letras para escribir y que las puede aprender, que hay fieras, dragones, animales imaginarios. Empieza generar lazos de los más amorosos y más libres aunque está medio flashada, le da miedo que la inglesa se vaya.
APU: Tiene miedo a que se termine.
GCC: A que se rompa y a volver a la tapera. Pero está deslumbrada, el mundo es todo nuevo para ella. Traté de escribir eso, como una cosa muy luminosa donde se viera la belleza del mundo si te detenés a mirarla; el mundo es hermoso, nosotros hacemos algunas fealdades, pero el planeta en sí es bellísimo. Los animales, los bichos raros, todo es precioso…
APU: El whisky de Liz.
GCC: El whisky es una belleza, otra cosa del mundo muy hermosa (risas), los camisones de seda que también son muy lindos, los escotes como los usa Liz. Los cuentos, Frankenstein, la idea de que hay una ciencia.
La intervención de Coco
Intento formular una pregunta referida al diálogo entre la protagonista y Liz, referida también a sus novelas anteriores, pero Coco pasó del cariño a la violencia por mi pierna, me clavó las uñas tan fuerte que tuve que gritar. GCC manda al felino a reflexionar a la habitación, nos reímos. Vuelvo a intentar reformular la pregunta sobre el diálogo bilingüe y de la nada se cae un libro, Quevedo, una edición antigua, pequeña pero como de mil páginas. “Se deslomó Quevedo” dice la escritora, “Sufrió cosas peores” agregó y seguimos. Por fin puedo articular mi pregunta.
APU: En tus novelas siempre ponés a dos personajes en diálogo, al principal y uno que está muy a la par. En este caso es más extraño porque son dos personajes que no hablan el mismo idioma pero a la vez se entienden.
GCC: La posibilidad de comunicarse no tiene tanto que ver con la lengua, ni la misma lengua te lo garantiza y la diferencia de lenguas no te bloquea, sobre todo en tan estrecha intimidad, son dos en el desierto, después son tres. También es como una nena, una nena entiende más.
APU: Los niños son capaces de comprender mejor las realidades sin tanto prejuicio.
GCC: Porque no piensan con esas categorías.
APU: Porque son categorías que dan los adultos.
GCC: Claro, porque no tienen que entender nada, esto está dado en el mundo… uy, volvió Godzilla.
(Coco volvió, esta vez reflexivo y tranquilo, se quedó sentado a mis pies… pero sin morder...”gracias Coco por dejarme trabajar” pienso mientras lo acaricio una vez más, como una bandera de alto el fuego, tregua o reconciliación).
Pensé ese diálogo entre el castellano y el inglés, que es tan jerarquizado, en el que el inglés es la lengua dominante de un modo u otro y otro u otro, acá no. Ella termina hablando castellano (risas). Acá era un juego, en La virgen Cabeza tenía también una diferencia de lenguas, la comunicación difícil, la construcción de una común, en estas dos novelas eso se parece. En El romance de la negra rubia no, el diálogo es mínimo. Es ella sola y en un momento, que a mí me encanta, cuando le va a dejar la cara de herencia, me morí de risa.
La creatividad argumental, rayana al delirio (aunque completamente veraz), de GCC también nos trae a un Fierro que se hizo puto, un José Hernández como un auténtico engreído del progreso estanciero en su trajín etílico, una comunidad indigenista donde se trabaja un mes cada tres, rodeada de amor, en constante movimiento. La intención de la novela tal vez sea como El Barón rampante de Ítalo Calvino, en la realidad, pero nunca con los pies en el suelo.
APU: Siempre pensé en que las historias que construís, argumentalmente, son bastante delirantes: la cara como una herencia o un Fierro travesti, con trenzas… lo pienso en ese sentido, son completamente delirantes pero a la vez completamente veraces.
GCC: Se me va ocurriendo, pero siempre tiene que ver con alguna cuestión de la contemporaneidad que a mí me interpela mucho. Entonces acá escribo esta especie de pequeña utopía donde todo el mundo trabaja pero trabaja poco, entonces todo el mundo tiene trabajo y la riqueza se distribuye de una manera más pareja y la propiedad es comunitaria y la gente no se reúne ni por nacionalidad…
APU: También el concepto de familia se diluye…
GCC: Se amplía. Los chicos saben quiénes son los padres, pero son cuidados y contenidos por todos. Es una cosa pequeña, no es el tema de la novela, pero es una forma de escribir en contra del extractivismo, del latifundismo, cuando le acaba de costar la vida a Santiago Maldonado y le ha costado la vida a tantísimos millones de hombres y mujeres cuyo nombre no sabemos porque eran mapuches o tehuelches o guaraníes o diaguitas y miles y miles de naciones cuyos nombres ahora no recuerdo. La cuestión del extractivismo y de hacer de un desierto la patria para volverlo una fábrica agrícola tiene un par de cientos de años, no es ninguna novedad.
APU: De hecho ponés a este José Hernández como un personaje muy gracioso, por ser tan engreído y por estar tan autoconvencido de sus ideas de progreso.
GCC: Son cosas de su manual de Manual de instrucción para el estanciero. Copy paste. Así de ridículo como suena son textuales de él. Estaban convencidos, les convenía, aparte era un modelo que a, ellos que eran terratenientes, les cerraba. No sé hasta donde hay una persona que sostiene que eso es un modelo sustentable y bueno para todos. Es un cínico hijo de puta. No sé cuán cínicos eran en la generación del 80 o si sencillamente eran hijos de puta. Es decir, no sabían del rotundo fracaso que iba a ser esto. Ahora sí saben, como sabían que tenían que matar mucha gente.
APU: Esta pequeña utopía, invisible, chiquita, nómade, es un problema que sucede hoy, como el caso de Santiago Maldonado con los mapuches.
GCC: Y diaguitas, guaraníes y todas las naciones. Cada metro cuadrado que tiene un indio se lo quieren sacar… y a nosotros también nos lo querrían sacar pero no tenemos tierra acá (risas).
¿Sabés por qué escribí esa mini utopía? porque es como si la única posibilidad que tuviéramos de existir como megasociedad global sea este capitalismo horrible que no lo defienden ni sus cultores, a lo sumo te dicen que no hay otra. Ya no hay gente entusiasmada diciendo que esto es bueno, te dice que no hay otra, que es naturaleza. Y no tenemos ideas alternativas, no tenemos ni delirios, como sociedad y pequeños colectivos tenemos que empezar a jugar y buscar alguna otra forma de organización que no sea un apocalipsis, que no sea un biocidio, hay que empezar a pensarlo en serio. Por ahí hay gente que lo está pensando, yo qué sé, pero pensando bien, una parte que sea de artistas, de delirio como lo hacemos nosotros, pero que haya economistas, filósofos, sociólogos, ingenieros, físicos, arquitectos. Gente que pueda pensar cuestiones concretas, porque nosotros podemos proponer una mitología, que es muy importante también. Podemos empezar a proponer modelos de sociedad como hacían en los siglos XVII y XVIII. No puede ser que no haya más para pensar que el fin del mundo por biocidio por estos hijos de puta matando a todos para tener ganancias… Es como la pregunta de Lenin otra vez, ellos sabían qué hacer, nosotros no.
APU: También es, pensando en la imagen cultural que dejó la gauchesca, la tradición, poder pensarla con los parámetros contemporáneos, las cuestiones de género que existieron toda la vida.
GCC: Sí, son las cuestiones de género, pero tomadas con más libertad y alegría. Lo que también es contemporáneo es una reformulación de la figura de este héroe nacional que es Martín Fierro, que en José Hernández es un renegado, un humillado, quebrado, que le han dado palo, que está totalmente resignado, cínico. Acá es pensar en un hombre libre, liberado, pluma pluma gay, libre en todo sentido. Es ponerle otra mirada, otra construcción, tener un héroe nacional que sea un hombre libre, no una persona quebrada por el poder del Estado, es horrible.
APU: Como Cristo, la imagen que tenemos es de un tipo completamente humillado, con las manos clavadas a una cruz.
GCC: Es espantoso, cómo podemos tener de dios esa figura, de todas las posibles. Alguien me mandó una cita de Alberto Manguel. Él dice que el héroe nacional no pude ser una persona que desconfía de la autoridad, que piense que toda autoridad es mala. Él piensa que hay que reformular al Martín Fierro pero como un hombre obediente. Me parece que tiene razón pero que el modelo no tiene que ser por quebrado, por roto, por humillado. Dice: “Nuestro modelo no puede seguir siendo el Martín Fierro. No puede seguir siendo el hombre que ha sido tratado injustamente y que por eso se convierte en desertor, desconfía absolutamente de la autoridad y hace que esa desconfianza se contagie incluso a los que actúan justamente al servicio de esa autoridad, como Cruz”… ¡Careta! (risas).