Cuando el odio antiperonista bombardeó el puerto de Mar del Plata
Por Paula Viafora
En las primeras horas del lunes 19 de septiembre de 1955, a pocos días del golpe militar contra Juan Perón, la Marina de Guerra bombardeó dos puntos de la costa cercanos al faro: la Escuela de Artillería (actual AADA 601) y los tanques de combustible de YPF ubicados en el puerto. Parece que la jornada amaneció nublada y a las 6.40 hubo un intento fallido de un avión naval de destruir los tanques, objetivo logrado luego por el buque “9 de Julio” posicionado a 8500 metros de la costa que durante alrededor de 10 minutos disparó bombas y destruyendo 9 de los 11 tanques. La versión oficial asegura que no hubo víctimas, aunque el Diario La Capital menciona en las crónicas de los días posteriores a “algunos heridos”, e incluso publica una lista de nombres.
Más cerca del mediodía, la Escuela de Artillería Antiaérea actual AADA 601, que era leal a Peron sufrió daños en su antena de radar y tanque de agua, como consecuencia de los cañonazos de los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos. Había sido desalojada ante la inminencia del ataque. Algunas crónicas de la época refieren que algunos grupos de civiles armados se habían atrincherado en la escollera norte para evitar un desembarco de los marinos.
No son coincidentes los testimonios sobre si la población civil estaba o no alertada. Muchos relatos hablan de sorpresa y horror, aunque también hay versiones de que el domingo 18 la noche el Jefe de la Base Naval recibió un mensaje de un “Comando Revolucionario” que debía alertar e informar a la población de un bombardeo a producirse al amanecer sobre posiciones contrarias al movimiento y que debía evacuarse toda la costa desde Playa Grande hasta la Bristol, con una profundidad de 5 cuadras. A pesar de esto, muchos se enteraron al despertar cuando en medio del terror escucharon el sonido de las bombas. Gruesas columnas de humo negro se elevaban hacia el cielo, producto de los tanques atacados. Tan solo tres meses antes, la aviación naval había bombardeado la Plaza de Mayo en Buenos Aires, causando cientos de víctimas civiles.
Desde el golpe militar del 16 de septiembre había modificado la vida cotidiana, ya que regía el estado de sitio y había toque de queda entre las 20 y las 6. Se cancelaron todas las actividades sociales: cerró el casino y no hubo espectáculos públicos. Los bancos permanecieron cerrados el viernes y el lunes. La población, como en otras oportunidades de acontecimientos similares, se mantenía atenta a lo informado por las radios uruguayas. Desde esos medios se informó que los barcos que habían sido visibles desde la costa durante el domingo y luego se alejaron, se volvieron a posicionar frente a la ciudad alrededor de las 2.30 del lunes 19 de septiembre.
Durante el resto de la semana hubo diversas manifestaciones favorables al golpe: la irrupción en el local de la CGT para destruir distintivos y documentación. Algo similar ocurrió en el Consejo de distrito del Partido peronista, unidades básicas y algunas delegaciones sindicales como la de Empleados de Comercio. La actual Avenida Independencia se llamaba “Eva Perón” y algunas placas identificatorias de la calle fueron arrancadas. A estos daños se suma el incendio de una casa en Los Troncos propiedad de Jorge Antonio.
Con el correr de los días, también comenzaron las manifestaciones de carácter festivo, una de ellas fue la recepción de bienvenida de las mismas naves ejecutoras del bombardeo que habían partido por si debían hacer efectiva la amenaza de bombardeo en Ensenada. Vale destacar que el golpe contra Perón, que empezó el 16 de septiembre, contó con la resistencia popular, que generó enfrentamientos en diferentes ciudades de todo el país, como reseñó recientemente el historiador Gogo Morete en AGENCIA PACO URONDO.
¿Por qué Mar del Plata?
Aunque otras ciudades del país fueron eco de las acciones que comenzaron el 16 de septiembre de 1955, puede llegar a leerse cierta conexión entre la crueldad de los ataques y la transformación que había tenido la ciudad, adquiriendo definitivamente la impronta de ciudad popular, donde las familias de los trabajadores argentinos disfrutaban anualmente de su merecido descanso estival. Para las postales más antiguas habían quedado las grandes mansiones, la explanada costera con sus jardines y la Rambla Francesa por donde paseaban en verano los miembros de las familias aristocráticas de Buenos Aires. El cierre del Hotel Bristol en 1944 marcó el fin de una época.
La ciudad se adaptaba para la llegada masiva de turistas de la mano del turismo social: la Ruta 2 inaugurada en 1938, la Torre Tanque, la Ley de Propiedad Horizontal y la hotelería sindical. Esta transformación de la ciudad, celebrada por muchos como logros del peronismo, provocó tensiones e impactó intensamente en el imaginario del siempre violento antiperonismo.
No en vano las advertencias de evacuación ante el inminente bombardeo apuntaban no sólo al puerto, al sur de la ciudad, sino también al área central, de los edificios Casino y Hotel Provincial, y la tradicional playa de La Perla, la primera hacia el norte. Estas construcciones (recientemente finalizadas) representan claramente la nueva identidad social de la ciudad y hasta hoy son símbolos indiscutidos. La idea de destruirlos seguramente era coherente con la lógica impuesta poco tiempo después mediante el Decreto 4161 (marzo de 1956) que en su artículo 2 expresaba: “ (..) Se considerará especialmente violatoria de esta disposición (..) la utilización de la imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrina artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales creados o por crearse, que de alguna manera cupieran ser referidos a los individuos representativos, organismos o ideología del peronismo”.