Katrina: el huracán que dejó en evidencia la segregación racial
Hace poco se cumplió un nuevo aniversario de un hecho que marcó la vida de miles de personas. A fines de agosto del 2005, el huracán Katrina azotó la ciudad de Nueva Orleans, en Estados Unidos, arrasando con todo a su paso y dejando kilómetros con viviendas enteras bajo el agua, vecindarios destruidos y familias divididas. Fue mucha la gente que sufrió sus devastadoras consecuencias, pero sobre todo quienes pertenecían a la comunidad afroamericana, ya que representaban el 67,3% de la población que vivía allí.
En Los hijos del huracán Katrina Edward Buckles Jr, sobreviviente del hecho, entrevistó a muchas personas que, como él, lograron salir vivas de los restos que quedaban de sus hogares. Una de las motivaciones que los condujeron fue que, según cuentan varias de ellas, nadie se preocupó en preguntarles, a quienes en ese momento eran niños y niñas, cómo se sintieron, qué les sucedió, o de qué manera lo habían vivido. Para el documental se reunieron testimonios de sobrevivientes que nunca antes habían hablado, que jamás habían podido exteriorizar sus sentimientos y el trauma que la catástrofe les generó.
Aún siendo la población afroamericana la mayor parte de quienes residían en el lugar, los gobernantes no disimularon lo poco que les representaban. Algunas familias estuvieron días encerradas en sus áticos esperando a que los rescaten, y una vez que lo hicieron fueron trasladados a un centro de convenciones en donde se estima que habían más de tres mil personas hacinadas, durmiendo en el piso y prácticamente sin alimento, abandonadas. Los medios de comunicación sensacionalistas no se quedaron atrás y, a través de noticias tendenciosas y discriminatorias, aseguraban que la mencionada comunidad cometía saqueos masivos a supermercados. Replicaron así la mirada europea antropológica de fines del siglo XIX que considera a la población negra como salvajes incontrolables a los que es necesario dominar. Las fuerzas policiales también hicieron su parte, ya que tiempo después fue confirmado que habían tenido el aval para disparar balas a la gente, y que efectivamente lo hicieron, dejando un saldo de al menos once muertos.
Tan insalubres eran las condiciones que algunas personas no resistieron y fallecieron. En ciertos casos, familias fueron instaladas en remolques abandonados, que posteriormente se comprobó que en ellos circulaba una sustancia tóxica llamada “formaldehído”. En algunos casos, entre otras reacciones, causó la aparición de tumores cancerígenos.
Transcurrido un tiempo, ciertas familias emprendieron el viaje de regreso a su hogar. Sin embargo, lo que recordaban había desaparecido. No sólo sus hogares se habían destruido por completo, sino que habían sido reemplazados por otra infraestructura. Allí instalados había edificios subvencionados, no ofrecidos para quienes debieron evacuar sino para personas blancas que se aprovecharon de una renta baja en una ciudad desolada. Otra diferencia en la nueva y renovada ciudad costera consistió en la falta de centros juveniles que, previo al huracán, cumplían una función de apoyo y ayuda hacia los jóvenes de la comunidad, prestándoles asistencia de distinta índole. Al no encontrarse más, algunos testimonios del documental consideran que su ausencia fue una de las causas del aumento de las tasas de deserción escolar, delincuencia, violencia y encarcelamientos.
En retrospectiva, quizás es sencillo preguntarse por qué no evacuaron la ciudad antes de la catástrofe si la población de Nueva Orleans había sido advertida de la llegada del huracán gracias a los pronósticos de días anteriores. La situación no era simple, dado que la gran mayoría era negra, lo que por lo general significa en Estados Unidos estar en condiciones de pobreza y precariedad, reflejada materialmente, en este caso, en no poseer vehículos para movilizarse y en vivir al día con escaso dinero, sumado a no tener lugar a dónde ir.
¿Qué hubiese pasado si el huracán se hubiera desarrollado en otra ciudad con habitantes en una situación económica más elevada? O si, caso contrario, Nueva Orleans no hubiese estado habitada en su mayoría por personas negras. ¿Los gobernantes hubiesen actuado correctamente velando por la salud y seguridad de quienes fueron afectados y afectadas? Nadie lo sabe con certeza, pero lo que sí es seguro es que cuando de poblaciones en condiciones desiguales se trata, pareciera que los recursos de asistencia no son suficientes.