Facundo Percio: "La historieta es la disciplina más difícil del mundo, eso y la cirugía cardiovascular"
Por Leo Olivera
Facundo Percio es uno de los dibujantes de historieta argentinos más reconocidos en la actualidad. Nacido en la Patagonia en 1973, desde 1995 vive en la ciudad de Buenos Aires. Trabajó en publicidad, cine y animación, pero su pasión siempre fue la historieta. Desde 2009 dibuja regularmente historietas para editoriales estadounidenses, con guionistas de la talla de Alan Moore, Warren Elis y Garth Ennis. A principios de este año Hotel de Ideas publicó Beatnik Buenos Aires, novela gráfica que realizó con el guionista Diego Arandojo.
APU: ¿Cómo fue venir a estudiar Diseño Gráfico a Buenos Aires, después de vivir toda tu vida en el sur?
Facundo Percio: Vine en 1995, pero en realidad empecé el CBC ese año. Lo que no me ayudó mucho la verdad. Me fue bien en las materias "humanísticas": filosofía, sociedad y estado, proyectual, dibujo, eso me encantaba. Pero cuando tenía que pasar a las matemáticas, pensamiento científico y esas cosas, se me complicaba. No me gustaba mucho el tamaño del edificio tampoco, la cantidad de gente. Hay algo de la escala que es muy impresionante, todo es gigante.
APU: ¿Viniste solo?
FP: Vinimos una camada todos juntos para acá, pero creo terminé quedando solo yo. Es muy difícil, en términos emocionales y económicos. Yo me quedé porque quería aprender a dibujar bien. Por eso después de dejar Diseño me fui a la escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredon. Ahí aprendí mucho, pero sobretodo mucho de mis compañeros. Empezás a ver gente que hace lo mismo que vos, que le gustan las mismas cosas. En esa época yo estaba con un apetito de aprendizaje gigante. El ambiente que había me encantaba, era como ser parte de una familia. Éramos todos muy vagos, pero en el buen sentido, muy bohemios. Íbamos al museo todos los días después de la escuela, siempre estábamos hablábamos de pintura. Pasar el tiempo haciendo esas cosas era como tener una banda de rock en algún sentido, la pasé muy bien ahí.
Después se vino la reforma educativa, la reforma laboral y todo el quilombo que se armó entre el 2000 y 2001, la escuela cerró, fue todo un desborde. La Pueyrredoó se transformó en el IUNA pero yo ahí ya le perdí el hilo. Lo que a mí me gustaba es que éramos un pequeño guetto, un reducto de gente donde se encontraba de todo. Siempre me atrajo eso, la bohemia.
APU: ¿Sentís que algo de la historia de "Beatnik Buenos Aires" te llevó de vuelta a ese paso por Bellas Artes?
FP: Si, totalmente. Cuando vi el documental que hizo Diego (Arandojo), "Opium, la Argentina Beatnik", quedé enloquecido.
APU: ¿Cómo te llegó la propuesta de dibujar Beatnik?
FP: Con Diego nos juntamos mucho, el es vecino del barrio (Villa Devoto) y nos juntamos muchas veces en este mismo bar (Garcia). Acá tomamos café, charlamos y tratamos de salir adelante filosóficamente de este mundo. Me dijo que tenía preparado un capitulo que se llamaba "Fuego sobre Buenos Aires". Hice el primer capítulo, el que está en la novela gráfica, que son 6 páginas. Se la mandé primero a algunos editores que no me contestaron y se la terminé mandando a Diego Rey, al que conocí hace muchos años, cuando éramos los dos ilustradores en revista "Lea".
Diego directamente quiso editar el libro, sin pedirnos nada más. Ahí nos pusimos a trabajar en serio. En el camino propuse cambiar el nombre, que en vez de "Fuego en Buenos Aires" se llame "Beatnik Buenos Aires", porque estábamos hablando de eso, de una generación a la que capaz no le gustara que los llamaran así, pero así los identificaron y hasta tuvieron contacto fluido con el movimiento beatnik original, el de San Francisco.
Viví muy intensamente el proceso, porque son como héroes para mí, y a la vez tipos que capaz te cruzás por la calle y no sabés quién carajo son.
APU: Algunos de ellos puede ser, pero en “Beatnik” aparecen figuras consagradas, como Abelardo Castillo o Ernesto Sábato.
FP: Porque son partes de estas historias, que son historias reales. Y hay un montón de cosas que quedaron afuera, que no pudimos meter, por tiempo, porque había que armar la historia de otra manera. Para mí fue alucinante, me interesó mucho la idea o la filosofía que se plantea, que nadie nos va a venir a salvar, que estamos solos. "Ni Perón, ni Tarzán" dice alguno o algo así.
Me sentí muy identificado con los personajes y con la época. Es una época que siempre me gustó, los sesenta. Pasaron muchas cosas en todo el planeta, desde el rock and roll y la cultura hasta la política, para mí en esa década pasó todo. Y tengo la sensación que después de esa época, los militares arrasaron con todo tan profundamente, que los sesenta quedaron borrados de la historia.
APU: Los setenta fueron tan intensos que la generación del Di Tella quedó un poco en el olvido.
FP: Claro, es que quedaron muy desperdigados todos. La mayoría se exilió y terminó sus días en algún pueblito de Europa. Marta Minujin capaz es la única que todavía ocupa algún lugar. Pero los Di Tella están vivos. A veces pienso que si hubiera sobrevivido esa generación de gente que tenía cosas tan interesantes en la cabeza, ideas tan interesantes, la historia hubiera sido otra. Eso me genera un poco de tristeza, porque la historia no termina bien. Un poco se ve en "Beatnik", empieza con el bombero Jalí llegando al bar y termina con él, cuando se lo lleva un Falcon.
APU: Estéticamente hacés una apuesta muy fuerte en este libro. Usás carbonillas que es un material muy poco usual en la historieta, pero además hay un trabajo narrativo, de desarrollo de los personajes y de los climas que es distinto a todo lo que yo haya visto en tu trabajo. ¿Vos sentís que Beatnik es un trabajo importante en tu carrera?
FP: El más importante. Por primera vez me siento bien con lo que hago. Yo vengo hace mucho tiempo buscando algo que me de una satisfacción a otro nivel, un tipo de trabajo en el que yo pudiera cometer errores técnicos, pero siguiera entusiasmado con el resultado total. Es como si yo hubiera encontrado algo de mi niñez dibujando esto, una desfachatez que a veces necesitás. Que no te importe si la línea tiene tal o cuál forma, poder expresarte y listo.
El carbón en ese sentido te permite hacer algunas cosas y otras no, es un material con el que estuve muy familiarizado, principalmente en Bellas Artes, donde lo usaba continuamente. Es una de esas cosas que uno tiene guardadas en una caja y dice "cuando voy a usarlo" y de repente en un año quemé un bosque entero. Es un material que pasó de vegetal a mineral por un proceso alquímico, que se transmutó, era el material que yo necesitaba para ese momento de transmutación que yo también siento que estaba viviendo. Entonces cerró ese círculo donde encontré los materiales y encontré el tema en el que trabajar, algo que es muy importante, el sentirse a gusto con una historia.
Capaz te ofrecen dibujar una historia de Woody Allen o Stephen King, y a vos te va a hacer muy bien al curriculum, pero si no estás enganchado con la historia, no la vas a pasar bien. Eso me pasó en los últimos años que trabajé para Estados Unidos, si la historia no te toca una fibra, es muy difícil. Te convertís no en una máquina, pero sí en un mecánico, entonces el fuego se reduce y como yo soy un hijo natural del fuego, porque nací bajo el signo del fuego, necesitaba un poco de combustión.
Acá se dieron todos los elementos: el proyecto, el tiempo, el espacio y los chicos de Hotel de Ideas que se coparon con eso. Yo tampoco estaba tan confiado con el proyecto, porque no tengo referencia de trabajos como este en historieta. Porque es histórica, pero también es una ficción, como Diego aclara en el prólogo. Y me interesa el valor histórico de la historia, porque tiene anécdotas mucho más ricas y vigorosas que una ficción. Y he leído mucho, pero la verdad no encontré a nadie que escriba una ficción que supere la realidad. Porque la realidad es mucho más interesante.
APU: ¿Vos creés que la potencia de Beatnik es que son historias reales?
FP: Yo creo que sí. Ojo igual, probablemente sea algo interesante para un público muy particular. No sé si la gente que lee superhéroes o que hace cosplay se vaya a copar con algo de esto. Pero a pesar de eso, me interesa el tema, porque tiene unas historias que son muy ricas y personajes que son muy interesantes. La historia del huevo de Peralta Ramos, por ejemplo, es espectacular.
Ahora estoy trabajando con Rodolfo Santullo en una historieta de corte histórico también. Cuando la leí me cagué de risa, me dio mucho placer leerla y muchas ganas de dibujarla. Es una historia sobre el sable corvo de San Martin, que yo no conocía la verdad. Está vinculada con los masones, con la colonia y creo que nos pinta como sociedad de cuerpo entero. Esas historias son las que quiero hacer hoy.
APU: ¿Podría decirse que Beatnik inaugura una nueva etapa en tu carrera entonces?
FP: Sí, yo creo que el arte sirve para ejercitar el pensamiento, la noción de uno mismo. Yo siempre le cuento a mi mujer que cuando trabajo tengo mucho tiempo para pensar. Y cuando tenés tiempo empezás a pensar cosas más rebuscadas, más profundas si se quiere. Para eso tenés que ser por lo menos un poco ordenado, armarte una mecánica de trabajo. Y así, cuando producís esos cambios estéticos, de a poco se van generando cambios a nivel interno, social y hasta familiar. En este momento de mi vida, esos cambios son los que más me interesan, más allá de lo técnico, porque de algún modo se trata de la búsqueda de la felicidad también, que es lo más difícil.
APU: ¿Vos sentís que la historieta es el mejor medio para contar las historias que querés contar?
FP: Yo quiero hacer historietas toda mi vida, porque me parece la disciplina más completa. Por eso también es tan difícil hacer historietas. Es muy difícil dibujar la primera página y después es muy difícil dibujar la segunda al lado de la primera. Y probablemente cuando termines todas, la releas y quieras cambiar cosas y ahí se te abren una cantidad de posibilidades paralelas interminables.
La historieta es absolutamente mágica. Por eso nos afectó tanto cuando éramos chicos. Porque cuando éramos chicos había historietas en todos lados. Ver a "Little Nemo" de Winsor McCay en Billiken era conmovedor. A mí me afectó mucho todo eso. Hasta mi primer erotismo fue a través de la historieta, viendo dibujos de tipos como Horacio Altuna o Milo Manara. Yo me la pasaba dibujando minas de pendejo. Como si pudiera crear una mujer real con el pensamiento, y de alguna manera lo hacés.
Además la historieta tiene la libertad de decir lo que quiera donde quiera. Haces una tira de historieta y puteás al presidente si querés. La historieta tiene esa posibilidad de rebelión todavía. En el cine en cambio, todo bien hasta que llegan los productores que son los que ponen la plata y fuiste. Me parece a mí por lo menos.
APU: Bueno, de alguna forma la crítica política más fuerte o ácida que se ha hecho en estos últimos años vino del humor gráfico, con publicaciones como "Alegría", "Eameo" o "Barcelona".
FP: Tal cuál y desde las redes sociales, que te dan posibilidades impensadas hace unos años. Porque no necesitás ir al kiosco a ver que se está haciendo, te lo encontrás en todos lados. Igual que los chicos que hacen fanzines. Yo nunca hice fanzine, por lo que se poco, pero como lo veo, un fanzine es una declaración de principios. Hay cosas que son interesantísimas. Si a vos no te publican en DC o Marvel, hacé un fanzine y mandá todo a la mierda. Después te juntás en Dibujados o Comicópolis y ya está el germen, si es bueno lo que hacés, a alguien vas a tocar, algo va a pasar con eso.
APU: ¿Cómo es tu método de trabajo? ¿Trabajás siempre igual?
FP: Nunca es igual. Trato que ni el camino de mi casa al estudio sea igual. Me gusta manejarme en la incertidumbre. Me entrego a la incertidumbre y a la providencia. Pero siempre de una manera más o menos organizada.
Llevo siempre un cuaderno encima donde dibujo, anoto el turno de la obra social, escribo una idea para una página o anoto la entrevista que tengo con Leo Sudaka, me anoto todo y eso me ayuda a organizarme mejor. A veces me quedo laburando hasta la noche, que es lo que más me gusta. Después de las 6 de la tarde, ese momento en el que ya podés tomar la primera cerveza, es un buen momento para hacer cualquier cosa. Pero para eso me tengo que organizar, porque si no con familia se complica.
APU: ¿A qué historietistas mirás?
FP: A muchísimos. Tengo amigos con los que nos juntamos siempre: Germán Erramouspe,Vladimiro Merino y Facundo Teyo. Con ellos tres siempre hablamos de dibujo, todo el tiempo estamos mirando cosas. Y yo miro mucho lo que están haciendo ellos.
Después trato de mirar todo lo que pueda, hoy Instagram es un placer. Es un lugar espectacular para conocer artistas nuevos que por otro lado no verías.
APU: ¿Y quiénes te formaron cuando empezaste?
FP: Yo me crié con las revistas de Editorial Columba, como "Nippur", "Magnum" o tantas otras. Pero cuando tenía un manguito buscaba alguna "Fierro" vieja, alguna "Cimoc", donde la diferencia de calidad era muy impresionante. Ahí empecé a ver a Moebius, a Richard Corben, pero el tipo que más amo desde mi juventud hasta hoy es Robert Crumb. La primera historieta que vi de él fue en la revista Pelo, una historieta de Deep Purple en la que uno de ellos tenía sexo con una groupie y se transformaba en lobo. La escena me parecía tan erótica y violenta al mismo tiempo que no lo podía creer. Siempre que voy de viaje a algún lado trato de buscar algo de Crumb que no tenga y que pueda pagar. Para mi es el mejor.
APU: ¿Qué te parece que es lo más importante en un historietista?
FP: Hacer historietas donde cuentes historias y seas contundente es lo más difícil. Porque vos podés hacer bien un dibujo y decir "mirá qué impresionante", pero después tenés que hacer otro y otro y otro y ese volumen de trabajo es el que al final te hace contundente. Es muy difícil hacer historietas, es la disciplina más difícil del mundo, eso y ser cirujano cardiovascular.
APU: Bueno, por suerte así somos valorados también, nosotros y los cirujanos cardiovasculares.
FP: Claro, gracias a Dios todos aman a los dibujantes de historietas. De hecho, los cafés acá seguro nos los regalan. Vas a ver, ahora cuando se enteren quiénes somos, no lo van a poder creer.