“Treinta canciones de amor” y una entrevista a Maximiliano Spreaf

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“Treinta canciones de amor” y una entrevista a Maximiliano Spreaf

28 Marzo 2020

Por Jorge Hardmeier

Spreaf lo hizo de nuevo. Luego de “No soy poeta pero” arremete con “Treinta canciones de amor”, una playlist poética de temas sin indicación de autor/grupo/compositor que parecen ser la banda de sonido de su existencia. Que el/la lectorx mueva el culo. Descubrirá a Beach Boys, Depeche Mode, The Cure, mucho Bowie y un etcétera que estimula la investigación. Maximiliano Spreaf nació en el porteñísimo barrio de Flores pero se mudó, junto a su familia, a Córdoba, cuando contaba con tan solo cinco años de edad. Ese niño tenía destino de técnico aeronáutico, o aviador, o milico. Y hoy es otra cosa que lo hace muy feliz. Ese niño estaba todo el tiempo volado. La realidad lo aplastaba. Creció y cambió ese destino. Escribe, lee, sigue jugando con sus cuarenta y tantos. Listo. Ahí está la venganza. Antes de los dos libros referidos había publicado “Arrojado” (2013) “La bestia en la arena” (2014), “Objetos Interiores” (2015) y “2 Poemas” (2017).

 

DJ – Generación

No es difícil imaginar a Spreaf revisitando temas, fumando un cigarrillo tras otro, escribiendo desde sus múltiples experiencias, comiéndose sus uñas mal pintadas con esmalte negro, siempre desde una honestidad poética brutal. Un lado B de grandes éxitos que Spreaf nos invita a leer y a escuchar. Explica su arbitraria selección desde su puesto de provocador DJ poético musical. Una cartografía de la banda sonora de su vida: Todas las canciones que dan título a los textos son de mi gusto personal. Son canciones que me acompañaron en diferentes momentos y circunstancias. En algunos de los poemas son más significativos los títulos/canciones que en otros. Es la primera vez que titulo los textos, y como sabemos, el titulo de un poema puede ser una bendición o todo lo contrario. Puede realzar el texto o hundirlo. Elegí canciones para titularlos, sacándome esa responsabilidad de encima. El lector debería buscar esos títulos, esas canciones, esos intérpretes y hacer el viaje, escuchar esas letras. Complementan al libro. No incluí canciones en castellano para no mezclar las letras de esas canciones con los textos. Los textos están en castellano, las canciones en inglés, ahí tenés la música. Las letras de esas canciones, y mis textos. Todo sumado es el libro completo.

Resultado de imagen para treinta canciones de amor maximiliano spreafAPU: Cito: quiero saber de tu parte animal y luego nadie ama/ no sin antes partir en dos al amado. ¿Cuánto hay de animalidad en lo amoroso?

Maximiliano Spreaf: Creo que hay fuertes proporciones de animalidad en el amor. Sofocadas por mayores proporciones de civilidad, o humanidad. ¿Qué sería el amor sin su parte animal? Su parte desbocada, pasional, si se quiere. Sería muy poco. Sería algo frágil, como el papel de arroz.

APU: Por fin se decide a hablar/luego dijeron estás muerto y luego cuantas veces más debería morir/para empezar a contarte quién soy. Me remitió a ese Beckett de yo nací muerto o al de ya no hay nada que decir pero hay que seguir hablando.

MS: La finitud es algo de lo que la mayoría de las personas no tiene conciencia. Hacemos cosas en esta vida pensando que no vamos a morir. O con la idea de que es algo lejano que les pasa a los demás. O en última instancia, que vendrá la parca por nosotros cuando la edad sea avanzada. La muerte nos permite hablar. La muerte es lo que nos empuja hacia adelante. ¿Alguien sentiría algún deber, u obligación, siempre dentro del campo del arte, a hacer algo sin esa realidad tangible de la cercanía de la muerte? Después hay varias muertes a lo largo de la vida. Uno se levanta una mañana, y algo se murió el día anterior. Yo me muero todos los días. Es la forma de ser otro a cada momento. Una elección, claro. Y una que implica matar también. Matar al macho interno heredado del patriarcado, matar al que se sienta a escribir y arranca para cualquier lado, menos el correcto. Matar un poco el ego, pero no del todo, porque si no, no seríamos quienes somos. Matar y empezar de nuevo.

APU: Máscara / Espejo / Cadáver ¿Qué significa cada uno de estos términos en tu geografía poética?

MS: Apelo a la conciencia de cada uno. Todes tenemos máscaras. Para relacionarnos, para los amigues, para nuestros padres, etc. En los textos trato de marcar esas máscaras, delatarlas. Y ponerlas frente al espejo. ¿Sabías que la urraca es la única ave que se reconoce a sí misma en un espejo? Eso, buscar reconocerme en el espejo a pesar de las máscaras que uso y usamos todos los días. Lo de los cadáveres, tiene que ver más con la pregunta anterior sobre la muerte. Perlongher: (…) “en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y /en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso/ en la que no se dice que se sepa... / Hay Cadáveres” Creo que no tengo que decir más nada, ¿no?

APU: ¿Qué es la poesía, no su divulgación, para Spreaf? Cito: después / me dicen qué es poesía/ y qué no lo es.

MS: No sé qué es la poesía. Si sé lo que es para mí: Libertad. Así, con mayúscula. Libertad para escribir lo que no podrías hacer. Libertad para moverte en el espacio literario fuera del espacio literario. Libertad para escucharme a mí mismo, para decir lo que quizás no sienta. Para pensarme y pensar al otro también, para acariciar al lector, para meterle una piña, para decirle “esto que escribo, no soy yo, pero quizás si lo sea, decidilo vos”. Libertad para el caos, al que tantos poetas temen, y al que yo aspiro siempre como meta final. Un caos pacífico. Eso es poesía para mí. Tampoco sé lo que no es poesía, pero te regalo mi opinión. No es poesía el homenaje, el panfleto, la biografía, la declaración de principios, la moral, el texto inútil que busca un premio, una bendición, la demagogia poética, la construcción moral del poeta en el texto, buscando no sé qué o no sé a quiénes. Todo eso no es poesía para mí.

APU: ¿Qué logra acunar al poeta? Ninguna droga logró acunarme. Y lo relaciono con arrullo al diablo que me posee.

MS: Mis demonios son yo mismo con distintas máscaras. Nada me acuna. Menos las drogas, a las que les estoy eternamente agradecido por altísimos momentos de una hermosa euforia, pero que lamentablemente, ya no me provocan nada, y se llevaron demasiado. Me pidieron demasiado. Alto costo. Hoy la droga que nos acuna a todes es la propia opinión sobre el otre. Estamos extasiados con eso. Todes podemos decir del otre lo que se nos venga en gana, con una impunidad que asusta. Sin acercamientos, sin objetividad, nada. Pura opinión sin relevamiento de absolutamente nada. Estamos todes drogades por las redes sociales. No hay una realidad ni una verdad. Todes extasiados con la crítica al otre. ¿Mirarnos a nosotres mismos para adentro? No, eso nunca, eso en terapia.

APU: Acá interesa tu opinión sobre el ambiente poético actual, el lenguaje de la época y otros etc.

MS: La última vez que nos vimos te dije que estaba en contra del lenguaje inclusivo. Fue hace más de un año. Ahora a veces uso el lenguaje inclusivo. ¿Por qué? Porque entendí a quién le molesta y por qué les molesta. Y uno tiene que estar parado en un lado de la vida. En cuanto al ambiente poético actual, lo de siempre. Imitadores de Pizarnik, Córtazar, Vallejo, y algunos más. Pibxs que escriben fantástico pero con un contenido excesivamente cotidiano. Les consagrades sacando chapa y la fila de chupamedias atrás. Les que se quejan de la poesía contemporánea, les que la dan por muerta. En Córdoba la movida sigue siendo la misma. Tres grupitos poéticos que no se hablan entre ellxs y que se adoran en público y se odian en privado. Me interesa más la creación individual. Que si te invitan a un festival o lectura se hagan cargo de tus gastos. Esas cuestiones. ¿Qué terminamos siendo les que escribimos poesía? ¿Pordioseros? Qué horrible todo. Tener que soportar estas actitudes de algunes “poetas”. Nada, seguimos escribiendo, no podemos dejar de hacerlo.