La Cámpora sobre caso Arruga: "Duele menos, pero duele"
Por La Cámpora
El viernes se dio un paso importante en una de las historias más dolientes de los últimos años en nuestro país. Esta historia es la de Luciano Arruga. La historia de este joven es un grito desesperado que se hace eco de cientos de reclamos acallados y pide que se alumbren tantas historias idénticas que se esconden bajo la alfombra. Historias de pibes como cualquier otro a los que no les permiten vivir como a cualquier otro, ya que son víctimas de la marginación y de la estereotipación negativa hacia ellos y sus barrios, un mecanismo instalado para la exclusión social que en nuestra sociedad es profundo y difícil de desterrar.
Hubo un pibe que dijo no
Hubo un pibe que se dio cuenta cómo funciona todo este sistema horrendo, cómo les destruyen la moral para que sean más fáciles de dominar y puedan llevarlos de las narices. Hubo un pibe que se dio cuenta que vender drogas o robar era justo lo que querían que haga para que se convierta en realidad la etiqueta que ya le habían colocado: “pibe chorro”. Este pibe se llamó Luciano Arruga, este pibe sufrió la persecución policial por negarse a robar para ellos, este pibe dijo que no; no a la etiqueta impuesta por esta sociedad que muchas veces se esfuerza más por expulsar y querer entrar a los codazos en ambientes de elite que por extender un brazo.
Como dijo su hermana, “Luciano se animó a decirle no a la mafia policial” y por eso recordaremos a su hermano como un “negro villero argentino que se negó a robar para la policía” y al que por eso le hicieron pagar. Con una lógica repudiable que nos remite a los peores momentos de la historia de nuestro país, a Luciano se lo llevaron, lo secuestraron, lo torturaron y lo mataron; no contentos con eso, lo enterraron como un NN. Creyeron que lo iban a tapar pero todos nos acordamos, porque no hay democracia sin Memoria, sin Verdad o sin Justicia.
El viernes no fue un día más
El viernes condenaron a 10 años al policía que torturó a Luciano Arruga. Desde La Cámpora una vez más entendemos que los Derechos Humanos no son un eslogan sino que se construyen todos los días. Seguimos dando la lucha por democratizar todos lugares que necesiten ser democratizados y no queremos un solo pibe más víctima de la violencia institucional. Seguiremos en la caminata eterna de perseguir los sueños de una patria con justicia social y de una sociedad donde los números y el día a día cierren con la gente adentro. El paradigma de los 90 donde los pobres y los pibes tienen que pagar con represión la desidia del estado es el que nos toca combatir todos los días en provincias como la de Córdoba donde la policía de De La Sota persigue y detiene jóvenes sin ningún reparo. Con ese compromiso y esa convicción indeclibable hoy decimos Nunca Menos que Memoria, Verdad y Justicia. Por Luciano, por los que salen en los diarios y por los invisibles también.
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