El juego de la calesita
Por Jorge Milton Capitanich
Desde Resistencia
El mundo enfrenta una contradicción principal —democracia versus corporaciones— lo que genera el vaciamiento de la representatividad política en las democracias occidentales, lo que conlleva un creciente predominio corporativo a la par del debilitamiento de la representatividad popular.
El predominio de las corporaciones económicas se articula en base a dos poderes que son funcionales a sus intereses: el Poder Judicial y el Poder mediático concentrado. Ambos interactúan en virtud de lo que podríamos llamar “juego de la calesita”.
¿Cómo funciona este juego?
La disputa por el poder real de las corporaciones utiliza distintas espadas mediáticas: legisladores, dirigentes políticos inescrupulosos y en ascenso, personajes mediáticos creados al efecto, consultoras y periodistas “supuestamente especializados” y/o "expertos en investigación".
Estos actores efectúan denuncias públicas por encargo. Quienes firman aceptan los contenidos que les acercan abogados todo-servicio provistos por grupos económicos. Los que jamás dan la cara, y en cambio pagan a servidores mediáticos para que hablen y operen por ellos.
Puesto que generalmente son denuncias de delitos de acción pública, pueden ser impulsadas por cualquier Fiscal. A la vez, la “influencia” en las decisiones de los magistrados ocurre por vía de la extorsión (relevamiento de actos de sus vidas privadas o públicas, afinidades o favores debidos). Así, los denunciantes públicos pueden formular denuncias ante los juzgados, desde donde se repotencia la divulgación de falsos o improbables contenidos mediante la calesita permanente: denuncia pública, divulgación mediática, denuncia formal, divulgación mediática.
Es impactante la cantidad de abogados, economistas, legisladores, personajes mediáticos y periodistas que operan en este sistema a modo de “calesita”, y a quienes lo que menos importa es la verdad o el final. Para ellos lo trascendente es la estrategia de desgaste permanente. Así, acusados, sometidos y/o condenados mediáticamente ante la consideración pública, sometidos a requerimientos e indagaciones judiciales, las sucesivas faltas de mérito, sobreseimientos y procesamientos con o sin apelación permiten alargar cada proceso.
¿Cuál es el objetivo de esta estrategia? Producir desgaste en el funcionario público, preferentemente en líderes con base territorial y experiencia en la construcción de liderazgo político, que es lo que más puede afectar la hegemonía de los grupos dominantes.
Las denuncias muchas veces son meros “fuegos de artificio” para consumar acciones vinculadas a intereses corporativos. Lo que pretenden es distraer a la opinión pública a fin de que ignore el verdadero objetivo del grupo dominante, con el objeto de apropiarse de rentas excedentes y realizar pingües negocios favorables a sus intereses.
Este modelo de extorsión por parte de grupos corporativos es propio de las mafias. ¿Qué diferencia hay entre Al Capone y este tipo de acciones? Una sola: que después de Al Capone todos pagan impuestos. Pero siguen usando la misma herramienta: aprietan a los jueces, emplean su propio sistema de difusión periodístico y “matan” civilmente a políticos opositores. En los últimos tiempos han sofisticado los mecanismos, pero el “modus operandi” es exactamente el mismo.
Las corporaciones económicas pretenden la administración del estado para la defensa de sus propios intereses, que no son los intereses del pueblo.