Discurso para el acto de la Alianza Nacional de Intelectuales por Roberto Santoro
Discurso para el acto de la Alianza Nacional de Intelectuales por Roberto Santoro
"Amigos: Perdónenme. Quizás no debiera haber sido yo el que representara a los escritores jóvenes esta noche. Quizás hubiera interpretado mejor este papel un escritor que dijera grandes palabras; un escritor que en los pródromos de la disertación, esbozara una visión retrospectiva de teorías culturales y planteos filosóficos, que analizara concepciones del hombre y el mundo, un escritor, en fin, que abordara grandes temas. Pero he sido yo, que padezco de limitaciones teóricas y apenas soy un aprendiz de la palabra, el que ha de cumplir la tarea que le asignaron y lo haré dentro de mis posibilidades.
Sería ocioso hablar de la poca importancia que se le otorga al trabajador cultural en nuestra patria; del total abandono de organismos, planes y establecimientos educacionales; del incontrolado avance de una economía que permite el negociado y sigue oprimiendo a las clases menos pudientes; de la diaria construcción de villas miserias que responden a los grandes planes sociales a que nos tienen acostumbrados los señores gobernantes; de la infame clausura de imprentas y publicaciones que cumplían positivas tareas culturales; sería ocioso hablar del incremento de burócratas y desocupados y del arraigo de una maquinaria televisiva cuyo único resultado ha sido idiotizar. Sería ocioso hablar de todo eso y de las crisis que nos suceden y de la necesidad de romper formas y cambiar estructuras y de la muerte de un orden social y el nacimiento de otro. Sería tan ocioso si no fuera tan necesario.
Por eso estamos aquí, ustedes y yo, nosotros, que vemos con agrado este partir de coincidencias mínimas, esta política de agrupamiento; por eso estamos aquí, porque no queremos ser ignorados, porque pedimos lo que nos corresponde, porque para no ser sofocados por la alienación de esta sociedad, hemos decidido agruparnos y emprender esta enorme tarea cultural. Y estamos aquí, para encauzar los materiales que disponemos, para proyectar lo que hemos recibido de las generaciones pasadas y para planificar la tarea futura, si queremos que algo de todo esto cambie. Estamos aquí, para desterrar ese animalismo cultural de los que creen que avanzan, haciendo retroceder a quienes se encuentran delante de ellos. Esta Alianza Nacional de Intelectuales se ha creado, teniendo en cuenta el respeto que merece todo trabajador de la cultura, aunque difiera ideológicamente de nosotros.
Una cosa sé y muy importante: el asunto no es ser optimistas sino apasionados. Frente a tanta indiferencia, el camino es poner sangre en las cosas; pegarle al mundo que nos rodea, la vitalidad de la acción. No un sistema de ideas estático; queremos ideas que se muevan, que puedan ser puestas en práctica. Y no nos asusta el error porque, si muchas veces nos equivocamos, fue porque muchas veces emprendimos acciones, por entender que de nada valen las pulcras teorías si no van acompañadas del trabajo.
Frente a la vanidad no siempre justificada del intelectual; frente a la vacuidad de las palabras que nos invaden cada día, contestamos con obras. Si queremos cambiar los frutos, tendremos que cambiar el árbol. No manoseemos las palabras. No intelectualicemos. Digamos cosas simples, pero hondas. Si la cultura es privilegio de unos pocos, la culpa ha sido nuestra, que hemos pasado la vida batallándonos unos a otros. No polemicemos con un afán torpe y sin sentido. ¿De qué vale golpearnos, si en lo esencial, todos perseguimos una misma cosa? Oigamos lo que nos dicen, no lo que quisiéramos escuchar.
Para que la Alianza Nacional de Intelectuales logre un real funcionamiento y encauce la acción de los mismos a favor de una auténtica cultura nacional; para que los derechos a una capacitación integral; al perfeccionamiento; a la libre investigación; a la libre creación y expresión; al libre intercambio cultural; a la remuneración por el trabajo del intelecto; al régimen de previsión social; de libre asociación; de protección al ejercicio de la actividad profesional o artística; puntos que se mencionan en la Cartilla de Derechos del Intelectual, se puedan cumplir, nosotros creemos que habrá de comenzarse por las pequeñas cosas. No podemos construir una casa sin antes disponer de los materiales. Nuestro planteo es simple. Entendemos que la Alianza de los Intelectuales debe estar compuesta por integrantes de las Sociedades de Artistas Plásticos, Escritores, Músicos, Gente de Teatro y Cine Profesionales, y que ella debería ser la centralización del vasto plan de cultura que debe realizar cada gremio. Porque no esperemos que la Alianza de Intelectuales pueda resolver los enormes problemas que aquejan al trabajador cultural.
Creemos que el paso previo ha de ser en lo que a los escritores se refiere, ganar la Sociedad que nos agrupa. Reitero así un llamado que hacemos desde la Revista El Barrilete, grupo al cual pertenezco. Decimos allí que "reivindicamos a favor de los escritores la necesidad de una decisiva militancia gremial. La SADE viene sufriendo desde hace muchos años la inoperancia de sus ejecutivos y la desaprobación –a veces totalmente negativa por lo frontal- de sus denostadores. A la SADE no se la ignora, se la gana apoyando toda actitud positiva y marcando a fuego sus defecciones. Ponemos el acento en la urgencia de un acercamiento de la familia literaria a la que debería convertirse en institución celosa de los intereses de sus miembros. Especialmente invitamos a los escritores jóvenes a concretar ya mismo su afiliación".
Sí, porque han de ser los escritores jóvenes –aquellos que realmente lo son- los que ocuparán el lugar que les corresponde, sabiendo respetar, siendo respetados, pero sobre todo no escatimando esfuerzos en este duro oficio de la palabra. Porque ya cansados de no entendernos, enfermos de peleas y para evitar que la cultura siga en manos de los pocos abstraccionistas, artepuristas y macaneadoristas, debemos decidirnos a encarar de ahora y en más una acción conjunta, sin otro fin de alcanzar un poco de verdad y belleza a todo el mundo. Pero nuestra verdad y nuestra belleza que junto a las de otros hombres, traten en lo posible de cambiarle la vida a este mundo un poco descolado por arriba y roto a medio hacer, antes de muerto.
Perdónenme nuevamente si no he dicho grandes palabras. No venían al caso. He tratado de acercarles lo que creía, sin sarampiones verbales ni infantilismos extremistas. Pero que esto, como tantas cosas, no quede en simple enunciamiento. Si alguien tiene que hacer sugerencias, aportar ideas y trabajo, sobre todo, trabajo, que deje sus señas.
Primero conquistar los sindicatos respectivos; entonces total apoyo a la Alianza de Intelectuales y basta de teorías; prácticas, acción a favor de la cultura y para las mayorías. Nada más."