Siria: ¿Por qué continúa la guerra?
Por Jorge Luis Álvarez
Desde Neuquén
Después de cinco años de conflicto bélico en Siria y la intervención en el mismo de Estados Unidos, Rusia y el Vaticano, el mismo no ha sido detenido. Con el objetivo de entender porqué un país relativamente estable y alejado de las "revueltas árabes" termino siendo victima de una guerra tan prolongada, consultamos a distintos especialistas. Algunos señalan que si bien el descontento contra Bashar al-Ásad se hizo evidente en algunos segmentos sociales, lejos estaban estos de ser sustrato suficiente para un conflicto de mayores dimensiones. Incluso, hay quienes dudan de la capacidad de articulación (sin apoyo externo) de los sectores presentados como rebeldes moderados por la prensa internacional.
A esa corriente suscribe Alcira Trincheri, docente de la Universidad Nacional del Comahue y especialista en el mundo árabe. Para Trincheri, los orígenes del conflicto pueden identificarse en tres ejes, pero de distinto orden. El primero "en la evidente disconformidad con Bashar al-Ásad, gobernante de dudoso perfil democrático y poco propenso a convocatoria de elecciones. El segundo, claro, en el accionar de las potencias extranjeras dentro de Siria, y en tercer lugar en el cambio climático. De hecho - señala la especialista- las protestas de Deraa [sur del país], se originaron por el escaso rendimiento en la producción de alimentos que fue consecuencia directa de sequías adjudicables a ese fenómeno de carácter mundial".
Ahora, ¿como es posible que el descontento "social" derive en una guerra civil de cinco años de duración? Carlos Pereyra Mele, analista político y miembro del Centro de Estudios Estratégicos Sudamericanos, indica que a su criterio, “no es posible transformar el descontento en guerra, sin contar con tres factores fundamentales. En principio, `dinero´ para financiar las acciones de supuestos grupos políticos a los que sin dudas se los puede caracterizar como mercenarios. Luego `inteligencia´, para tener capacidad de despliegue territorial y de operatoria dentro y fuera de los territorios en crisis. Y por último `armamento´ factor clave para la consolidación de actores reclutados, entrenados y dirigidos, en este caso, por las monarquías árabes y las potencias centrales, con Estados Unidos a la cabeza, para la desestabilización de Siria".
Es decir, la conformación de grupos radicales armados de orden Sunní (sector mayoritario en el credo islámico) y su propagación en el territorio, no puede desentenderse de una disputa de orden regional. Siria, en tanto República Árabe alineada al campo Chií (sector minoritario en el islam) e históricamente divorciada de los intereses de Estados Unidos (y aliados regionales como Israel), no podía ser sino un escollo en los intereses políticos y económicos "centrales".
De la guerra
2016 fue un año ceñido de rupturas en el devenir de la Guerra en Siria. En principio, por el accionar de los aliados del gobierno de al-Ásad quienes pudieron consolidar un bloque de acción que evitó, al menos en primera instancia, el despliegue del plan estratégico de Estados Unidos: es decir, la partición del territorio Sirio y la balcanización del conflicto en el campo de los leales al gobierno. Otro punto culmine, quizás el más álgido, fue la recuperación de Alepo (segunda ciudad en importancia política y económica en Siria) que puede ser leída en clave de avance sobre el terrorismo islámico, pero también como victoria estratégica del Ejército Sirio, las milicias Chiíes de Hezbolah, Irán y, fundamentalmente, de la mano militar rusa.
Así lo ve también Pereyra Mele que ha calificado a Alepo "como el Stalingrado de las potencias centrales bajo el mando de Estados Unidos.” Quien además señala que “en los días previos al avance final sobre la ciudad, los medios occidentales no dejaron de difundir flagrantes violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno Sirio, bombardeos salvajes y una profunda crisis humanitaria. Ahora bien, luego de la recuperación, Alepo desapareció de los medios, no solo por el impacto de la derrota de los grupos terroristas, sino también porque no se logró evacuar mercenarios a las ordenes de Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía a través de los famosos cordones humanitarios que se proponían.”
"Hasta la perdida de una batalla por un ejército puede ser contrapesada no sólo por la victoria obtenida en una batalla más importante, sino que podría ser transformada en acontecimiento afortunado. Nadie puede dudar de esto; [...] el peso de cada victoria [...] es tanto más independiente cuánto más importante es la parte conquistada" decía Karl von Clausewitz en su tratado "De la guerra".
Alepo, su recuperación como bastión estratégico y el obligado repliegue táctico del terrorismo, fueron elementos de incontrastable gravitación en el desenlace de los acontecimientos finales del conflicto. De hecho, pese a la toma de Palmira y la presencia yihadista en Al Raqqa (dos ciudades sirias importantes), no hubo eventos que pudieran obstaculizar el avance del Ejercito Sirio (y aliados) en la reconquista del territorio, así como tampoco existieron elementos que impidieran el avance de las negociaciones que plasmaron, el pasado 30 de diciembre, una tregua hasta que las misiones diplomáticas fijaran mecanismos de supervisión del “alto al fuego”, como base para la concreción de acuerdos políticos futuros.
Pax siria
Astaná, la capital de Kazajistán, fue la ciudad elegida para el primer Encuentro de Paz, realizado el pasado 23 y 24 de enero. Allí la diplomacia rusa, iraní y turca se encontraron cara a cara para avanzar en negociaciones ya de orden político. No habiendo sido suficiente el primer paso, debió repetirse el encuentro el pasado 16 de febrero, esta vez, con la incorporación de Jordania y Estados Unidos como observadores del proceso de paz.
Si bien las dos reuniones han mantenido gran parte de las discusiones, algunos datos, aunque generales, trascendieron. Por ejemplo, se supo que en la primera de las reuniones Rusia propuso una nueva constitución para Siria y que en la segunda, Irán ratificó que ningún acuerdo será posible, si se atenta contra la integridad territorial siria, la soberanía del país árabe y su legítimo gobierno. En otras palabras, ninguna solución puede dejar afuera a Bashar al-Ásad.
No obstante esto, la incertidumbre todavía tiñe el horizonte medio oriental. La posibilidad de acuerdos efectivos y sostenibles en el tiempo, sigue siendo materia de análisis.
"El dato clave para entender las negociaciones de Astaná, es que son negociaciones sostenidas por actores regionales, con intereses en pugna, pero sin Estados Unidos de por medio" afirma el sociólogo y analista internacional Gabriel Merino. "Lo que estamos viendo -continúa- es la cristalización de una nueva correlación de fuerzas donde el influjo ruso-iraní, ha logrado prevalecer sobre los intereses de Turquía que, a pesar de mantener lazos con los rebeldes, tuvo que sentarse en una misma mesa para acordar puntos en común sobre la situación siria con otros actores con los que esta visiblemente enfrentada."
En el mismo sentido, Merino señala que "el bloque globalista-anglosajón ha visto debilitada su estrategia para medio oriente con el ascenso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos" y que la puja de intereses "entre los neoconservadores y globalistas de viejo cuño, marcarán el ritmo de las definiciones de acuerdo hacía donde se incline la balanza en temas clave como coordinación posible con Rusia y política hacía Irán.”
¿Señales de qué?
Más allá de las expectativas abiertas en las negociaciones de Astaná y el intento de ONU y Estados Unidos por amparar diálogos en Ginebra, la duda respecto de la continuidad del conflicto o su definitiva clausura divide la opinión de los especialistas.
Gabriel Merino, considera que "la guerra en Siria continuará, al menos hasta que se recuperen las ciudades de Palmira y al Raqqa, todavía en manos del terrorismo islámico." Y señala que "no hay que dejar de prestar atención al norte de Siria, donde Kurdos, no alineados pero si en acuerdo con Estados Unidos, tienen una posición independiente respecto de Bashar al-Ásad y Turquía".
En otro sentido, Carlos Pereyra Mele sostiene que "la guerra está definida, sobre todo por el efecto Alepo” y que lo que “la nueva administración de Estados Unidos debe definir, es como sale de la situación, sin pagar consecuencias que sean demasiado costosas en términos políticos". Apuntala Pereyra Mele en esa línea, que “las tensiones entre el CIA y el Pentágono (uno generando caos ordenado y el otro mandando tropas para detener los conflictos) será gravitante en la prosecución de los acuerdos de paz.”
Menos optimista se muestra la historiadora Alcira Trincheri, para quien "la nueva administración norteamericana, al estilo clásico de los gobiernos republicanos, fortalecerá la intervención militar en el conflicto” y en esa línea debe entenderse el anuncio realizado por el Departamento de Estado “de eventual envío de tropas regulares a territorio sirio."
En definitiva, volviendo al Clausewitz que entendía "la guerra como la continuidad de la política pero por medios más violentos" el retorno de la política al convulsionado campo sirio, no parece corresponderse con el final de los enfrentamientos.
Ahora bien, ¿es lo mismo terminar la guerra que alcanzar la paz? Solo el tiempo podrá ilustrarlo.