Natanson, fiscales y manipuladores
Por Damián Selci*
Como Clarín no asume que ganó Cristina, para muchos no ganó Cristina, y esto incluye a nuestra “intelligentzia”, sumida como se encuentra en un estado de alerta y deliberación. Todos hablan de una cosa: la caracterización del macrismo. En este texto nos proponemos demostrar que sólo la desconfianza absoluta por Clarín, el Gobierno y el Sistema en su conjunto nos puede dar felicidad, además de –cosa no menor– el triunfo en las elecciones de octubre.
Elecciones en el País Oscuro
¡Cristina ganó las elecciones! Hay que decirlo con signos de exclamación, porque la sociedad todavía no puede librarse de los narcóticos que los medios le inyectan a diario –y que han llevado a una buena parte del periodismo a “analizar” el “triunfo” de Cambiemos, con la misma sutileza con que teólogos y místicos discutían el sexo de los ángeles: muy interesante, pero los ángeles no existen, y el triunfo de Cambiemos tampoco. Pero como vivimos en un País Oscuro, donde la verdad no brilla, y donde los “analistas políticos” repiten en sus textos la psicopatía que el establishment derrama sobre la sociedad… en semejantes condiciones, es obvio, hay que empezar por prender la luz sobre las cosas. Hagamos una crónica de los hechos, por orden de aparición.
1) Cristina le ganó las elecciones al Sistema, dicho con mayúsculas. Le gana a Clarín y todos los medios, le gana Macri y Vidal, al Partido Judicial, le gana al capital financiero, a la Embajada y a toda la corporación política. Desde la dictadura no se había visto semejante concentración de poder, y Cristina le ganó a todo eso, con maestría y coraje. (Por cierto, los que indican que fue un triunfo muy finito subestiman al Sistema –su experiencia en el manejo del poder, sus influencias, su dinero, su antigüedad, presteza y sabiduría para el dominio.)
2) El Sistema se defiende de esta derrota manipulando la carga de datos, con más precisión, manipulando a la sociedad. Inventa que ganó las elecciones con el solo propósito de amortiguar el costo político de tener que “reconocer” la victoria de Cristina. Contra las protestas de Unidad Ciudadana, la fábula es sostenida por los medios, que replican la noticia, y por la corporación política, que “felicita” al triunfante oficialismo.
3) A continuación, los analistas políticos “serios” se ponen a analizar las “causas” del “triunfo” de Cambiemos. Esta nueva invención apunta a magnificar la fuerza del Sistema para desmoralizar al campo popular, de manera que no se trata solamente de decir que Cambiemos ganó, sino que lo hizo porque “sintoniza mejor” con la época que el vetusto, anticuado y finiquitado kirchnerismo. El ejemplo lo encarna José Natanson, quien habla de un “amplio triunfo oficialista en las PASO” que parece dictado por Rogelio Frigerio y luego escribe un sintagma, “derecha democrática”, que constituye una ofensa contra la cultura cívica de los argentinos, dado que silencia la desaparición a manos de Gendarmería de Santiago Maldonado, el intento de liberar genocidas con el 2x1 y otros diversos atropellos que Martín Granovsky tuvo que listar en Página 12 al día siguiente. –Addenda: a quince días del cierre del Buenos Aires Herald (el único diario que publicaba las desapariciones forzadas de la dictadura), la omisión de Natanson resulta doblemente preocupante.
Estos son los hechos. Gana Cristina en la provincia, el Gobierno oculta la verdad, los comentaristas interpretan la versión oficial. La potencia tóxica de la propaganda es tan grande que impregna todo, y el País Oscuro se envuelve en una niebla fantasmal… donde nada es lo que parece… Los ganadores se sienten perdedores… Algunos proponen, incluso, ya, hacer “autocrítica…” Los Manipuladores festejan expulsando densas nubes de opio y sonríen sobre todo el territorio nacional… Y la piel negra de la noche cae sobre nosotros. Acta est fabula. Sin embargo, no: hay ciudadanos que no se desmayan ante estas alucinaciones programadas y dicen: revisen los papeles, carguen los datos, ganó el pueblo. Son los Fiscales. El auténtico hecho político emergente. De quienes hablaremos luego.
Los subestimadores son los demás
¿Cuál es la crítica más recurrente que, a nivel interno, circula dentro de los ámbitos militantes, adherentes, simpatizantes, “apoyo crítico” y demás variedades del kirchnerismo/peronismo/etc? Es una crítica vinculada al tema de la caracterización y dice así: “¡el kirchnerismo subestima a Macri!” Podemos encontrar este concepto en el título natansoniano: “El macrismo no es un golpe de suerte”. Preguntémonos con toda inocencia: ¿quién sí cree que el macrismo es un golpe de suerte? La respuesta viene rápido a la mente: por supuesto, los tontuelos kirchneristas, que todo lo subestiman. Los kirchneristas no creen que Macri tenga densidad histórico-mundial, así que creen que ganó de pura suerte. Ahora bien, los kirchneristas subestiman a Macri porque se creen superiores, y se creen superiores porque son soberbios. Como son soberbios, no escuchan las críticas que oportunamente les hizo Natanson, o Emilio Pérsico, o Hugo Moyano, o Alberto Fernández, o José “Pepe” Nun, o el mismísimo Eduardo Duhalde. Como no escuchan, perdieron en 2013, 2015 y 2017. Como perdieron, son culpables de que gobierne Macri…
Volvamos a la realidad: Natanson improvisa cuando pretende que exista alguien que subestime al macrismo. Sobre todo cuando el macrismo es el oficialismo nacional desde hace dos años. Pero Natanson es solamente un ejemplo excelente de una postura más generalizada; en columnas recientes se insistió en el tópico (muchas de ellas publicadas en la revista Anfibia: por ejemplo, las de Grimson, Semán y Burdman). El kirchnerismo subestima. ¿Es así? Llama poderosamente la atención esta crítica, que llamaremos “falacia de subestimación”, porque precisamente nadie alertó como el kirchnerismo sobre la naturaleza depredadora del gobierno de Macri. Al revés: es Natanson quien endulzó la oreja de sus lectores con la promesa de una “nueva derecha” que terminó destruyendo la industria nacional a fuerza de tarifazos y despidos, la “nueva derecha” con presos políticos y desaparecidos…
Detengámonos en esto un segundo, porque tiene consecuencias muy precisas. La caracterización es una etapa clave de la lucha política, porque legitima o dicta la acción futura. Por ejemplo, si yo digo que Macri es “vieja derecha” y lo comparo con Menem, con la dictadura o con la Argentina pre-peronista, obviamente no estoy diciendo que estos procesos sean exactamente iguales. Lo que estoy diciendo es que “ya sabemos cómo terminará esto” (mal), que atacará a los trabajadores y los sectores populares, que restringirá la democracia, y que por lo tanto debemos hacer Oposición Firme al gobierno. ¿Se entiende? Comparar un gobierno del pasado con uno del presente sirve para traernos una imagen de sus consecuencias en el país; es una forma de prevenirnos; si se quiere, un toque de saludable desconfianza. Ahora bien, si yo digo que Macri es “nueva derecha”, ¿qué táctica se deriva de ello? Evidentemente, si es algo nuevo, no sé cómo va a terminar. Y si no sé cómo va a terminar, entonces debo ser cauto, porque tal vez no sea tan malo como lo fue (sin dudas: eso no se discute) la “vieja derecha”. De modo que la táctica ya no es Oposición Firme sino “Dar Tiempo”, es decir, “Dar Gobernabilidad”, es decir… Pichetto, la vacilante CGT, Pérsico, todo eso. En esta postura de Dar Tiempo, además, anida una fantasía política enfermiza y sutil: la de que tal vez, si los Malos resultan ser más o menos buenos… tal vez podamos retirarnos a descansar de la lucha… ¿no? Si nos convencemos de que Macri es el Menem de hoy, el Videla de hoy, el Onganía de hoy (ya dijo que se piensa quedar 20 años), entonces tenemos que convertirnos en opositores constantes y militantes, lo que es arduo –pero si en cambio Macri es “algo nuevo”, podemos estar distraídos un rato… leer calmosamente Clarín… decir a nuestros nietos “al principio no se sabía lo que iban a hacer…” O para ajustar esta ensoñación decadente: si por ejemplo (¡oh!) Vidal fuese presidenta, y no Macri, tendríamos una derecha que nos derrotaría sin hacernos sangrar… y nosotros nos despolitizaríamos de a poco, sin dolor… muriendo dulcemente bajo su rostro virginal y suplicante (como ha notado con perspicacia Jorge Alemán) repetido al infinito en Youtube...
En otras palabras: la nota de Natanson es inexacta posiblemente línea por línea, pero el principal problema es que nos insta a bajar las defensas que debemos tener con Macri, porque dice “derecha democrática”, es decir, le dice algo lindo a la derecha, la “acerca”, la torna “familiar”, porque la Democracia es una palabra obviamente nuestra, una palabra que está ligada indisolublemente al hecho de que estamos vivos, de que podemos expresarnos, hablar. Recordemos que en este país hubo un genocidio perpetrado por una dictadura cívico-militar; así que cuando en Argentina evocamos el significante “democracia”, acuden a nuestra mente, más o menos, estas cosas: pañuelos blancos, rostros de desaparecidos, la voz de Julio Strassera diciendo “Nunca más”, jóvenes vivos y vitales en un predio universitario… y aparece una sensación de alivio, de que ahora los Malos están presos y no nos pueden hacer daño… Néstor Kirchner bajando un cuadro y diciendo “no tengo miedo ni les tengo miedo…” Democracia es libertad, paz, hijos vivos, justicia, y los Malos en la cárcel. ¿Se explica ahora la airada reacción que suscitó Natanson entre sus colegas, y más allá? La calificación de “derecha democrática” pervierte esta asociación que surge espontáneamente en nuestra conciencia cívica, y por eso debe ser repudiada.
Tips para evitar la manipulación
Una anécdota personal, de los días previos a la elección. A una conocida le habían cortado la luz por haber acumulado una deuda de 9 mil pesos. Un compañero le prestó plata para afrontar la situación; la vergüenza le había impedido contarme lo que pasaba; sentí rabia, impotencia. Más tarde, comenzó a difundirse que el personal de Edenor había quitado el servicio a 100 familias de un barrio cercano. Era mediodía, estaba nublado, hacía frío; la calle era húmeda y densa. Vi pasar cuatro camionetas de Edenor, andando despacio, como buscando una dirección. Pensé: le van a cortar la luz a otra persona. Pensé que estaba viendo una imagen del País Oscuro: un vehículo privado que, con el aval implícito del Estado Nacional, busca una casa para reventarla.
Es simple de decir, difícil de asumir, pero establezcámoslo como premisa: el Sistema es perverso. Quiere hacernos daño. Le gusta eso, vernos sufrir. Cristina dijo “son crueles”. Y cuando bajamos las defensas nos volvemos permeables a su manipulación. Remarquémoslo: si de veras estamos en la época de la “posverdad”, entonces eso significa sencillamente que estamos en una guerra de propaganda. Y así como la verdad se escucha, la posverdad se rechaza. Sin más. Llamarla incluso “posverdad” es darle aire de novedad a la simple manipulación, que es más vieja que la vieja derecha. Puede servir, posiblemente, listar unos tips para mantener la salud política.
- El Sistema quiere hacerte daño, y eso incluye a Clarín, Macri, Vidal, Animales Sueltos, la lista sigue.
- El Sistema es psicópata. Te hace daño y te culpa de haberte hecho daño. Revictimiza a las víctimas. (Por ejemplo, Patricia Bullrich acusó a la familia de Santiago Maldonado de “obstruir la investigación”, cuando la que obstruye la investigación es ella. Esto es propio de psicópatas. Otro ejemplo: Frigerio manipula un resultado electoral y después culpa al kirchnerismo por no aceptar el voto electrónico.)
- Nunca les creas nada. Desconfianza absoluta. Si ellos afirman algo, es automáticamente falso y automáticamente dañino. Posverdad = propaganda.
- No te expongas innecesariamente a la posverdad. A los que hacen daño, es mejor no leerlos ni oírlos. Las palabras siempre tienen algún poder sobre nosotros, creamos en ellas o no.
- El Sistema juega a magnificar su poder para que tengamos miedo de enfrentarlo. Juega a la guerra psicológica, te manipula con eso. Pero no es imbatible. Cristina ya lo venció varias veces, y también el domingo 13 de agosto.
- El Sistema nos tiene miedo y está aterrorizado ante la chance de perder las elecciones de octubre, cosa que puede ocurrir perfectamente.
- No creas a quienes dicen que tendríamos que haber sacado 45 puntos en PBA. La hipótesis del Sistema, luego de dos años de Macri, era Cristina presa, el peronismo domesticado y el movimiento popular hecho trizas. No lograron nada de eso. Pensá que a Perón, en 1957, dos años después del golpe, lo tenían afuera del país.
- Somos fuertes y, si todos hacemos nuestra parte, ganamos.
Como enfrentamos psicópatas, todo enunciado requiere una lectura moral –una lectura basada en determinar si aumenta o disminuye el amor propio de los compañeros, los ciudadanos, la gente buena. Y la verdad es que, leyendo la nota de Natanson, queda la impresión no sólo de que perdimos con Macri (lo cual es falso), sino que además es “merecido” que hayamos perdido; que Macri sabe cosas que nosotros no; que para enfrentarlo deberíamos prepararnos mucho mejor de lo que lo hacemos, siguiendo un manual desconocido, básicamente dejando de ser quienes somos. Pero esto es desmoralizante, y por añadidura apoya la estrategia stolbizeriana de Cambiemos de decir “yo ya gané” y esperar que nos entristezcamos y dejemos de oponer resistencia. Pero no, Natanson: no fuimos nosotros quienes nos equivocamos sobre la capacidad de daño del enemigo, no fuimos nosotros quienes subestimamos la situación, no somos nosotros quienes “no tomamos en serio” a Cambiemos. Al revés. Cuando Néstor y Cristina machacaban con la peligrosidad de Clarín, su influencia devastadora en la conciencia social, muchos analistas políticos (cuya capacidad de previsión se ha revelado socialmente inútil) menospreciaban esa denuncia y declaraban pedanterías del estilo “hay que dejar de hablar de Clarín por dos años” e ilustraban a la opinión pública acerca de presuntas demandas insatisfechas, que el kirchnerismo no estaba atendiendo, como Ganancias o comprar dólares. Supuestamente nos sobraba batalla cultural y nos faltaba economía. ¿Y ahora resulta que sobreestimamos lo económico en el país de la batalla cultural? No se puede mover el arco tantas veces. Mientras tanto, Clarín se está devorando al periodismo, instala la idea de que Vidal pelea contra las mafias, que los docentes son vagos y trata a Santiago Maldonado de “artesano perdido”. De hecho, el kirchnerismo en el gobierno era acusado de paranoico y de exagerar la capacidad de daño de sus enemigos; ahora resulta que los subestima… vamos. Concomitantemente, la idea de que se subvaloró la capacidad electoral de Macri es otro fantástico delirio muy escuchado en estos días. De ser así, Cristina no se habría presentado para competir contra el irrisorio Esteban Bullrich. Repitámoslo, todos juntos, como un rezo: si Cristina hubiese sobrado la situación electoral, no se habría postulado. Hubiese candidateado a algún leal desconocido. No hizo eso. Fue en persona y se hizo cargo de todo, remozó el discurso, la estética. Repitámoslo: el kirchnerismo fue todo el tiempo consciente de lo que enfrentaba. Repitámoslo: Cristina ganó. Repitámoslo.
Fiscales Ciudadanos
A raíz de las denuncias de Unidad Ciudadana, se instaló en el núcleo duro kirchnerista la conciencia de que el Sistema no tenía límites en su capacidad de manipulación. Entonces empezaron a circular por las redes las actas con cero votos, y la inquietud de los electores por consultar el telegrama de la mesa en que habían sufragado. Esto vuelve previsible que haya una oleada de voluntarios para la fiscalización de octubre, lo que constituye un fenómeno interesante. La noción de que hay que prevenirse de la manipulación involucra un aumento en la tasa de desconfianza de la Ciudadanía respecto del Gobierno, que de hecho revela un incremento en la conciencia cívica: para decirlo sin vueltas, lo que ocurre es que la Manipulación Electoral no ocurrió solamente el 13 de agosto en las oficinas del Ministerio del Interior, sino mucho antes, toda vez que los medios de comunicación manipularon a la gente para que creyera que Cristina les había quitado algo, toda vez que se desinformó sobre la tragedia social de los tarifazos, toda vez que se le dijo “artesano” a Maldonado, toda vez que se injurió a Milagro Sala, toda vez que se ocultó el cierre de empresas, la caída del consumo de carne y leche –toda vez que se vendió la imagen litúrgica de Vidal y la imagen familiera de Macri. En realidad, la noche del 13 de agosto fue excepcional porque dejó emerger la verdad del Sistema: la manipulación electoral sucede todo el tiempo, todo el tiempo la sociedad está siendo operada para que su voluntad diga otra cosa de lo que está diciendo, y por eso lo que se necesitan son Ciudadanos que evolucionen hacia la condición de Fiscales –no solamente fiscales el día de la elección, sino fiscales a tiempo completo, contrarrestando las ficciones con los datos, las manipulaciones con la información honesta, la posverdad con la verdad. Por cómo viene la mano, los Fiscales pueden ganar las elecciones, no solamente porque vayan a llenar correctamente un acta, sino porque pueden defender a la sociedad de la manipulación del Sistema. Y esto es lo fundamental. La información estupefaciente empieza a perder efecto. Los ciudadanos no pueden confiar en el Gobierno, de modo que deben creer en sí mismos; como Ulises ante las sirenas, atarse a las convicciones y avanzar. Esta es la propuesta, que podría ser también una obligación democrática: defendernos juntos.