Adelanto: poemas de Pisadas en la niebla de Brenda Mezzini
Por Brenda Mezzini
No sé hacer otra cosa
más que ir hacia el azul dorado, el fondo
primitivo más allá de la
capa de luz de las cosas
quietas. Cuando las palabras
vengan a mí, cuando me
encuentren, temo no reconocer
su llanto, de tanto esperar el
agua de sus sueños, de tanto
soñar que apilo las letras como
los bloques de
un castillo de piedra de un
país lejano y lleno de consonantes.
***
Todos los días
que son mi ausencia
me ha desgarrado un
ojo de luz
el color intangible y
traslúcido del aire
sobre unos cabellos
de algas que azotan las
horas de ensueño
Cuando sea una
imagen más allá de
todo temblor
forjaré con mi cuerpo
un barco a contraluz
capaz de llegar (casi sin viento)
a la otra orilla.
***
Impalpable, níveo presente, corazón que
desdibuja latitudes... Correrán inmutables
las horas tras de tí... Párpados que se levan-
tan como las láminas doradas y delgadas
de los viejos íconos, el olor de las casas del
silencio... Dime que no, para que otra vez
pueda recrear un bosquecillo, un transcurrir,
una historia... y que las velas a lo lejos ilu-
minen lo oscuro. Una ventana, un campo
resplandeciente de tulipanes.
***
La estrella que te
persigue es la misma,
hueco de resplandor, temblor
de la mano áspera, erosionando
el recuerdo que
atraviesa la vasta estepa
Frío y tedio, noche callada,
el pan y la lluvia...
Esperar en la plaza la
visita a la cárcel en el
ojo vacilante del suicidio;
Volodia, niñito grande
de sombrero raído, las
cartas que nunca escribiré,
la estrella que te persigue