"El predicador invisible", el nuevo libro de Mariano Abrevaya Dios
Por Demian Konfino
Rivadavia al sur. Territorio invisible. La Boca. Lugano I y II. Pompeya. El club Albariño. Yupanqui. Parque Roca. El hospital Santojanni. Avenida California. No salen en la prensa sino para denostarlos. La literatura los consigna solo cuando necesita algo de color.
Al contrario, Mariano Abrevaya Dios escribe desde ahí. Sentado en un café de la avenida Almirante Brown. Chupando la bombilla de un mate en un conventillo, esquivando las goteras. Dando una charla previa a un picado a un grupo de pibes, en un potrero apartado. Revolcándose con una piba, en el asiento trasero de un auto, mientras espía un ritual tumbero y escucha los tiros al cuello de la noche, que anuncian la despedida de un compinche que ya no está.
El fútbol como idioma universal. La militancia, desde sus entrañas. Los ideales y la realidad midiéndose en un ringside. Amores y miserias. Compañerismo y oportunismo. La cara sin maquillaje de referentes barriales. Muertes innecesarias que laceran el alma y agrietan el cuero. Un líder, constructor de hechos políticos entre el cálculo, la sensibilidad y el frío. Cómo es hacer del otro la patria y no tener que recurrir a un pase, por angustia o por pánico. Pelotas, volantes, bombos, banderas, merca y sexo. Todo está acá, en El predicador invisible, publicado -recientemente- por Ediciones Ciccus.
Abrevaya Dios nació en 1971 y publicó otros tres libros. Además de escribir dirige la revista político-cultural Kranear y es un activo militante popular. Luego, conoce lo que escribe. Y se nota. Su pasión por lo que narra es inconmensurable. El lector querrá darle un abrazo de gol a Matías o a Gastón y, también, pedirles que no se manquen. Ayudará a Dante a escoger entre Carolina o Magalí. Oscilará entre poner un póster del referente Manuel en su habitación o acertarle un roscazo al mentón.
El kirchnerismo, sin dudas, es el protagonista omnisciente, el titiritero que despertó los músculos de una nueva generación militante, la de Dante y sus compañeros, la de Abrevaya Dios, la que pone el cuerpo para desmentir a los apologistas del cinismo y la antipolítica.
Si todo movimiento político tiene su épica y su relato, el kirchnerismo muestra uno de sus mejores perfiles en estas pibas y pibes que a lo largo y ancho del territorio patrio se afirman en el barro disputando la felicidad del pueblo contra el poder real. Eso intenta la Columna K en el sur de la Capital, con convicción, rosca, alegría o miedo.
Estamos ante una obra de época. Todos aquellos que hayan celebrado el fútbol para todos, la asignación universal por hijo y el fervor juvenil por la militancia política se sentirán representados. Los que la vieron pasar y miraron para el costado tienen la oportunidad de asomarse para tratar de comprender una forma de vida, no exenta de contradicciones, por la que se ha elegido una senda incómoda y cuya brújula marca siempre el sur. Y al otro. A su reconocimiento. A su abrazo.
Hay otro rasgo destacable en la escritura de Abrevaya Dios. El manejo de la intriga y el efecto sorpresa son colocados con precisión por el autor en el crepúsculo de cada capítulo. Ello genera que la necesidad de avanzar en la lectura de esta obra alcance niveles vertiginosos a medida que se va acercando el final.
Mariano Abrevaya Dios lo consigue. Y lo hace porque lo siente y sabe trasmitirlo. Escribe bien. Maneja técnica y corazón. Oraciones cortas. Descripciones detallistas de escenarios y contextos. Y diálogos verosímiles y bien hilvanados. Parece sencillo pero no lo es. Como pasarle la pelota al compañero de al lado y salir jugando desde el fondo en el equipo de fútbol del barrio.
El libro se presenta el próximo 4 de septiembre a las 18 horas en el Instituto Patria, Rodríguez Peña 80.