Recordando a Julio Leite: “Cómo hacer un barco”
Foto: Luciana Arzich
Por Daniel Quintero
-Entremos a San Pablo y te invito unos lomitos en el Roca.
-Dale… pero si el camino está malo, no.
Volvíamos de Ushuaia en auto. En todos mis años de Isla nunca había entrado a Cabo San Pablo y ahí fuimos. Si me faltaba un paisaje era ese y conocerlo con Julio fue un gran obsequio. El barco es el Desdémona, llevaba cemento, encalló en 1983. En esa geografía, como para recordar, la banda de rock Las Pelotas hizo el video con el tema Personalmente y Facundo Armas, cantautor fueguino, grabó Patria sí, colonia no.
Era un mediodía de un habitual septiembre ventoso, no imaginé en ese momento hacer un barco ni navegarlo o naufragar. Juntamos viento y caminamos por la playa. Julio me recordó que él venía al Cabo con excursiones del colegio secundario, recordaba la playa sin el Desdémona varado. Yo no dejaba de sacar fotos, grabar videos sin imaginar que ahora, y con ese registro, estaría escribiendo esta nota luego de su muerte.
“Deja que ruede como el aire entre la hojas, todo es oro, todo es sal”
Nos amparó una marea baja. No juntamos caracoles ni piedras. Recordamos otros viajes, demasiados poemas, soltamos vidrios, carcajadas. Fuimos felices en ese paisaje, en ese instante el mundo fue nuestro. Varias veces tuvimos el mundo en nuestras manos. Nos juntaron caminos en Chile, Uruguay, España, la Patria toda. Julio le entraba por el corazón a la gente y así sin más ya era parte de la sangre en circulación de cada quien lo recibía. Su poesía demoledora, su grito de niño prepotente, su mirada de chulengo tierno, su vaso, su abrazo dispuesto a la bienvenida. Así su poema con que bautizo esta reseña:
Cómo hacer un barco
Arranque sus costillas
y esternón,
construya las cuadernas,
ponga su alma
de mascarón de proa,
extienda sus ganas
como velas,
gane el viento
que le deben
y llore, luche, ame,
mate, llore, luche,
hasta hacer el mar.
Dejamos la playa del Cabo San Pablo. El Desdémona resoplaba contra el oleaje, el camino se angostaba, 45 km de entrada, 45 km de soledad. Pusimos rumbo hacia la Ruta 3 camino a Río Grande, el asfalto nos recibía con un entusiasmo difícil de disimular. Ya se pronunciaba el ensanche de la ruta hecha pista de aterrizaje por Malvinas, Punta María, la entrada a María Bethy –su lugar de infancia-, el Río donde su padre Vital pescaba.
“Odio el futbol y los domingos” titula uno de sus poemas. Él, yo, casi todos nosotros somos, éramos, seremos hinchas de River Plate. Su padre lo era y le reprochaba a Julio que desde que había nacido River dejó de salir campeón. Fueron esos 18 años que los más grandes recordamos. Al menos el año pasado pudo ver la consagración de River en Madrid.
Llegamos a Río Grande y cumplí con mi promesa: dos lomitos completos en el Roca. Con soda en sifón como gustaba. Por esos días no bebíamos alcohol, Julio estaba reponiéndose de un problema de salud.
Cómo hacer un barco entonces
y que no se moje su alma de papel.
Julio Leite que se fue navegando.
“Personalmente creo que todo esto es una locura”
Daniel Quintero
hoy es otoño en Buenos Aires
2019