La epidemiología como herramienta política nacional
Ilustración: Silvia Lucero
Por Ana Barrio. Psicóloga y Epidemióloga | Docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP
Una de las principales fuentes que tenemos para tener una visión epidemiológica de los problemas de salud de la población son los sistemas de información. Un sistema de información tiene la función de brindar de manera oportuna información adecuada para la toma de decisiones. En nuestro país, a comienzos de la década de 1960 se estableció para lxs trabajadorxs de la salud la notificación obligatoria de determinadas enfermedades para poder hacer una detección temprana e intervenir en su prevención, investigación, seguimiento y tratamiento. En el año 2002 se creó el Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS) como estrategia oficial para cumplir con esta notificación obligatoria. El SNVS es un software de alcance nacional que involucra los sistemas de Vigilancia Epidemiológica en un mismo formato, estableciendo una red de vigilancia de la que participan lxs trabajadorxs de salud de los niveles municipal, provincial y nacional del subsector público como así también los pertenecientes al subsector privado y el de la seguridad social. Los datos son ingresados y recopilados de un servidor central, que tiene rigurosos mecanismos de seguridad. Para acceder al mismo se debe ser un usuario autorizado y contar con una clave. De esta forma, se le asignan funciones específicas al usuario según su actividad y se lleva un registro de las modificaciones realizadas a los datos.
Durante el macrismo el SNVS -así como todas las políticas sanitarias y de desarrollo tecnológico en nuestro país- sufrió el recorte presupuestario y la falta de inversión para su desarrollo implicando serias dificultades en su implementación. Hoy, las máximas autoridades nacionales y provinciales tienen como herramienta para la gestión un tablero de indicadores que permiten el monitoreo en tiempo real de la situación epidemiológica de la pandemia de COVID-19 en Argentina. Todos los indicadores que hoy se muestran en ese tablero provienen del SNVS. Esto nos habla, por un lado, de un espacio que vuelve a tomar centralidad como un proyecto de visión integral que fortalece al Ministerio de salud de la nación en su función de rectoría del sistema de salud. Por otro lado, la posibilidad de un monitoreo minuto a minuto de la situación epidemiológica nacional nos permite pensar en la toma de decisiones basada en la situación real de nuestro país alejándonos de la pretensión extendida en estos tiempos de copiar recetas importadas de país|es que distan mucho de nuestra realidad, no solo epidemiológica sino económica, política, social y cultural.
En muchos centros académicos de formación de recursos humanos y también en medios de comunicación se suele instalar un sentido común que asume que todo lo producido en el primer mundo es mejor que lo que podemos producir desde -por ejemplo- nuestro país o nuestro continente. Esta pandemia pone en crisis esos postulados y en el ámbito de la epidemiología quizá el caso del CDC (Center Disease Control) de los Estados Unidos sea un buen ejemplo de esto. Este organismo gubernamental de EEUU es una referencia de los sistemas de vigilancia de la salud y se le otorga un papel central en la formación en epidemiología . Sin embargo, EEUU, con un centro de referencia mundial en el control de las enfermedades, hoy parece ser el peor ejemplo y mostrar los peores resultados en relación al control de la pandemia. Incluso el propio Ney York Times, en su edición del día 18 de Abril, comenta que “las prácticas de laboratorio descuidadas en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades causaron contaminación que hizo que las primeras pruebas de coronavirus de la nación fueran ineficaces” ya que "dos de los tres laboratorios del CDC en Atlanta que crearon los kits de prueba de coronavirus violaron sus propios estándares de fabricación, lo que resultó en que la agencia envió pruebas que no funcionaron a casi todos los 100 laboratorios de salud pública estatales y locales, según la Administración de Alimentos y Medicamentos”. Luego agrega: "Mientras que el presidente Trump y otros miembros de su administración afirman casi a diario que la capacidad de prueba de los EE. UU. es mayor que en cualquier otro lugar del mundo, muchos funcionarios de salud pública y epidemiólogos se han lamentado de la falta de pruebas consistentes y confiables en todo el país que reflejen la verdadera prevalencia de la infección. Esto nos demuestra que además de no poder copiar y pegar recetas hechas afuera, son justamente los países como EEUU -donde prima la desigualdad, donde la salud está totalmente librada a los intereses privados, donde el lugar del Estado es de corrimiento total y donde existe un gobierno que prioriza la economía al cuidado de la salud de su población- los números muestran la materialización e ineficacia de las medidas tomadas en el cuidado de la salud de su población (al 19 de Abril, la cantidad de muertes de casos confirmados de COVID-19 por millón de habitantes en EEUU supera las 117, siendo que en Argentina no llega a las 3).
La salud no es solo un tema de medicxs, ni siquiera de trabajadorxs de la salud. La salud es un derecho, es un problema poblacional y público, ni individual ni privado, ni privativo de los sistemas de salud. La forma en que tienen salud o se enferman las personas tiene que ver con dónde viven, qué comen, qué acceso tienen a los servicios básicos, si tienen trabajo, si son hombres, mujeres, trans. Esto parece algo de sentido común pero suele olvidarse muy fácilmente. Las desigualdades sociales matan más que una pandemia. O mejor dicho, ante una pandemia, el impacto de las desigualdades sociales va a hacer que impacte mucho peor en determinados grupos de personas que en otros. No se va a enfermar y curar de la misma manera una mujer trans que vive en el conurbano bonaerense, que un varón heterosexual que vive en Recoleta.
No podemos saber cómo se comportará la pandemia en las semanas que se nos vienen, y aún queda mucho recorrido por hacer. La situación debe ser monitoreada tomando experiencias de otros países, claro! Pero basándose principalmente en la experiencia y en la propia realidad. Incluso incorporando dimensiones a nuestro sistema de vigilancia que hasta el momento no están incluidas, como es el género y la pertenencia étnica que permitiría medir a qué porcentaje de determinadas poblaciones afecta la pandemia. En esto, la epidemiología es una aliada fundamental, una poderosa herramienta del sanitarismo nacional y un elemento central para la toma de decisiones situadas.