Lucas Schlott: abrazar cuerpos en imágenes
Por Silvina Gianibelli
APU entrevistó a Lucas Schlott, fotógrafo argentino que vive en París desde hace algunos años. El artista investiga sobre los retratos performáticos creando un universo poetizante.
AGENCIA PACO URONDO: Tu punto de vista en la fotografía es siempre performático. ¿Cómo creás las escenas de las sesiones?
Lucas Schlott: Sí, claro, existe algo de performático que nace desde mi propia imposibilidad en poner el cuerpo. En mi caso esa imposibilidad le abre camino al hacer y a mi forma de producción. Siempre he sentido la necesidad de hablar sobre aquellos seres internos temidos y de transitar por medio de la fotografía mis propios miedos, es lo que me invita a escenificar aquello que puede parecer una situación poco extraordinaria.
APU: Digamos que pensás el yo poético en la construcción de un personaje. ¿Cuál es el proceso?
L.S.: El proceso siempre empieza con la creación del personaje, siempre parto de una sensación, y hasta de un malestar te diría.
Decido luego con qué cuerpo (un actor o una actriz en la mayoría de los casos) podría trabajarlo y desde qué elementos debería servirme para ello. Por ejemplo un vestuario, un peinado, maquillaje y utilería.
A este bosquejo general le sigue la selección de una locación, un fondo en donde poner en juego todas las cartas. Lo más interesante luego es el trabajo durante la toma, en donde muchas situaciones “se salen de control” y casi como un error se empieza a plasmar la fotografía final. Creo que ese es también el punto clave que puede llevar a unir este tipo de producción de fotografía fija con la performance. El habitar espacios más experimentales en donde la escena presume estar controlada, pero luego descubrimos con sorpresa que nada de eso se ha conseguido.
APU: Llevás mucho tiempo retratando actores y actrices, primero en Argentina, ahora en París. ¿Te sentís movilizado por este universo?
L.S.: Siempre quise adentrarme en el mundo del arte dramático, desde que tengo uso de razón. Será porque lo uno con el juego supongo y porque mi mayor rebeldía siempre fue la de negarme a dejar de jugar. Los actores y actrices, al tener la sensibilidad como principal herramienta ante la vida, (así sea para defenderse, guardarse dentro de un caparazón o salir a hacer poesía con el cuerpo y la palabra) me dan esa facilidad para trabajar mis fotos.
Y también pienso que la fotografía se vuelve muchas veces la excusa perfecta para seguir conociéndolos y para invitarme a caminar sus mundos, así sea anteponiendo un lente de por medio.
APU: Tu muestra “Abrazos” abrió paso a una mirada sobre algo que hoy no podemos hacer, ¿cómo la recordás?
L.S.: La producción de “Abrazos” también se inicia por una imposibilidad. Fue fruto de un momento de gran dolor en mi vida. Veía que el abrazo era algo negado. Sabés que aunque parezca extraño en ese momento, literalmente se me cerraron abruptamente los brazos. Esa herida supongo que caló muy hondo con el correr de los meses y fue así que decidí comenzar a abrir brazos, del derecho y del revés. Estableciendo vínculos con personas que deseaban mostrar lo fácil que podía ser un gesto tan necesario pero que muchas veces, y en mi caso particular, se volvía una prohibición. Es así entonces que decidí hacerla y no detenerme hasta el día en que llegara ese abrazo final, ¡cuánta terquedad! ¿No te parece?
APU: Las búsquedas artísticas son una especie de obstinación que no se detiene. ¿Te detuviste con este proceso?
L.S.: Estaba pensando eso justamente, de hecho la serie, hoy en mis viajes anuales a Buenos Aires suelo seguir fotografiando y abrazando cuerpos en imágenes. El último que desarrollé fue en el Café Tortoni cuatro meses atrás. Recuerdo esta serie con infinita alegría porque me acercó a muchísima gente hermosa y también porque cristalizó algunos momentos de unión de cada uno de los retratados. Lo cual tendrá un valor con el correr de los años.
APU: Muchas de tus obras son reveladoras, algunas movilizadas por la provocación, otras altamente poéticas. ¿Cómo lográs esa síntesis en una misma imagen?
L.S.: No considero que sea yo quien logre tal unión. La provocación me animo a decir que está muy en boga en nuestra generación, finales de los 80 y principios de los 90. Hay una disconformidad general frente a todo lo que hoy estamos viviendo y en la cual tenemos también una gran responsabilidad. En la construcción de un futuro posible y sustentable, a eso me refiero últimamente cuando logro escribir y quisiera que en mis próximas fotografías esté plasmado también. Existe tristemente una situación de hastío y asco en simultáneo, creo que necesitamos exorcizarlo para poder continuar.
Por otro lado y con respecto a la poesía siento que vivo permanentemente dentro de ella. Pienso, sueño, vivo y recreo la vida como si estuviese dentro de un macrorrelato poético. Me gusta hacerlo, primero para no aburrirme y luego para establecerle algún sentido a este gran agujero de lodo que algún lingüista llamó mundo.
APU: Siempre que alguien te elige sabe que lo imprescindible es el juego y la amorosidad en las sesiones. ¿Qué es lo que te garantiza esa mirada siempre?
L.S.: Lo que garantice tal vez sea el poder arribar a un resultado “esperable”. La amorosidad es primordial, al menos para mí, en la construcción de algo. Salvo que deliberadamente queramos trabajar con la tensión y por un resultado específico, no creo que esta aporte demasiado en las relaciones humanas y menos que pueda desinhibir un proceso creativo que claramente parte del juego. En fin, lo que garantiza no es más ni menos que eso… un juego amoroso.
APU: ¿Qué caminos te abrió Paris hoy?
L.S.: Los caminos que me abrió París fueron, en primer lugar, el de trabajar con otros esquemas de pensamiento, desde ya con otros significantes del lenguaje, con otras realidades propias de un país con mucha historia y con un estilo muy marcado para alguien que viene de una tierra en construcción permanente, y con batallas culturales y escenarios de ruptura mucho más marcados.
Para bien y para mal, creo que la creatividad argentina será siempre un rasgo que nos distingue en el mundo y no es más que el resultante de esos contrapuntos. Admiro mucho los escenarios artísticos de mi continente y como latinoamericano creo que contamos con cierta flexibilidad que se da en naciones jóvenes. Si algo me abrió Paris es el poder distanciarme de algunos modismos socioculturales y de una realidad que por momentos la sentí como un maltrato innecesario, para una vez empezar a observarlos desde afuera, enriquecer la mirada. Todo está en pleno proceso como para dar una respuesta acertada, pero creo que hay muchos caminos que se me empiezan a abrir y es la sorpresa lo que me seduce.
APU: Siempre volvés sobre la permanente investigación de la fotografía. ¿Qué obsesiones persigue tu yo artista?
L.S.: Me obsesionan las luces y sombras del ser humano. Siempre me interesó el misterio y la fantasía. El misterio porque es inaccesible y la fantasía como forma.
Me obsesiona todo aquello que no podemos entender y escapa a nuestra maldita costumbre de controlarlo todo. Me obsesiona tanto como me perturba. Me enamora.
APU: Tan lejos como cerca, ¿cómo ves a tu país de origen hoy?
L.S.: Veo a mi país ante todo con mucha añoranza, no podría dejar de mencionarlo y veo a una Argentina una vez más fuertemente herida, maltratada por los mismos de siempre y frente a ese escenario juntando sus pedazos para volver a dar esperanzas a una sociedad dividida pero con el sueño intacto de ser esa gran nación que otorgó tantos derechos, supo distinguirnos de la región y ponernos en la vanguardia.Tal vez sea un momento primordial para todas las artes, las crisis, y esta en particular poniendo en cuestionamiento rasgos mínimos de la humanidad, sea la posibilidad para reinventar/ nos y darle un giro a la historia.
Soy optimista, me ayuda creer que vendrán años en donde lo simbólico volverá a ser protagonista, espero nos encuentre con memoria, lúcidos y dispuestos a modificar estructuras que sólo nos han hecho daño.
APU: Siempre en tu obra hay una mirada hacia la mujer de una manera muy sensible. ¿Cuál es la mujer que causa más admiración en vos?
L.S.: Mi madre, una mujer argentina que como tantas, toma la vida con coraje y amorosidad, y que sumado a su responsabilidad y convicción se levanta cada mañana proponiéndose ser un poco mejor. Me siento agradecido a la mujer argentina, por su entrega en la lucha en la búsqueda de sus derechos.