A 18 años del asesinato de Ezequiel Demonty
La agrupación Unidos y Organizados elaboró un documento en el marco de un nuevo aniversario del crimen del joven Ezequiel Demonty en manos de agentes de la Policía Federal. “En la madrugada del 14 de septiembre de 2002, Ezequiel Demonty, un joven de 19 años, se encontraba junto a sus amigos Julio Ismael Paz y Claudio Maciel. Ellos buscaban un auto para volver a sus casas en una remisería ubicada en la esquina del pasaje La Constancia y Avenida Cruz, cuando fueron interceptados por agentes de la Policía Federal. En el mismo lugar fueron separados y puestos boca abajo en el piso donde comenzaron a ser golpeados por los efectivos policiales. A continuación, los levantaron del lugar introduciendo a cada uno en un patrullero distinto para trasladarlos en caravana hasta las orillas del Riachuelo, mientras continuaron amenazándolos a los gritos. Al llegar al Riachuelo, Ezequiel y sus amigos fueron rodeados por los policías que continuaron pegándoles y gritándoles. Los efectivos fueron empujándolos al río uno por uno. Julio y Claudio pudieron salir del Riachuelo, Ezequiel no lo logró y el 21 de septiembre fue hallado su cuerpo sin vida”, introduce el texto
Además, recordaron el camino en la búsqueda de Justicia para que los culpables paguen por el crimen: “La Justicia probó y condenó el caso de violencia institucional sentenciando a prisión perpetua a los ex policías Gastón Somohano, Alfredo Ricardo Fornasari y Gabriel Alejandro Barrionuevo por los delitos de tortura seguida de muerte, privación abusiva de la libertad y torturas reiteradas. También a Luis Emilio Funes y Luis Antonio Gutiérrez con penas menores por omisión. En 2015, por iniciativa de los alumnos de la escuela a la que concurría Ezequiel, se concretó el cambio de nombre del ex Puente José Felix Uriburu, popularmente conocido como Puente Alsina, y pasó a llamarse Puente Ezequiel Demonty en su homenaje”.
“Dolly Sigampa, la madre de Ezequiel, se convirtió en una referente de la lucha contra el gatillo fácil y la violencia institucional al comprometerse con las víctimas de casos similares a los que la familia Demonty sufrió en carne propia. Es por eso que resulta imperioso que se desaliente y condene enfáticamente a los responsables de todo tipo de abusos institucionales. Por estas razones debe ejercitarse la memoria, la reflexión y el compromiso del Estado para erradicar la violencia”, concluye documento.