Entrevista al dramaturgo Daniel Veronese: la vuelta de la escena porteña
Por Silvina Gianibelli
El director y autor teatral Daniel Veronese reflexiona junto a AGENCIA PACO URONDO sobre su vuelta al teatro durante los primeros meses del 2021.
Luego de su estreno en Chile de Ella lo ama, de su autoría y de haber descubierto Otoño Invierno de Lars Norén, durante el confinamiento, la escena porteña contará con su infalible presencia.
AGENCIA PACO URONDO: Desde hacía algún tiempo se esperaba tu vuelta a la dramaturgia, ¿cómo viviste el proceso creativo?
Daniel Veronese: Yo siempre partí de la premisa que las versiones que realizo antes y durante el proceso de dirección son parte de mi ser dramatúrgico. Quiero decir que mi rol de dramaturgo siempre está presente. Una dramaturgia que está ligada a mis ensayos y a las decisiones que tomo como director.
Y en eso se fue convirtiendo mi trabajo personal de escritura: en algo aún no terminado que necesita un proceso más profundo para convertirse finalmente en teatro.
No digo que a todos los autores les pase lo mismo, ni espero que compartan esta definición de sus trabajos.
Esta dificultad, o carencia, o incompletud, es algo que sentí siempre, algo que empezó a aclararse y manifestarse en otra cosa cuando decidí dirigir mis propios textos.
APU: El sueño de la dramaturgia empezó cuando tuviste la certeza que querías ser Gambaro…
D.V.: Griselda -especialmente con sus trabajos de los ochenta y noventa- me marcó como autor. Quería emularla, copiarla, plagiarla. Y lo mismo me sucedía con Tato Pavlosky.
Si bien mi maestro fue Kartún -es decir el que me dio alas, confianza y muestras sobradas de lo que significaba poder ser creativo- fueron Griselda y Tato a quienes yo espiába, intentando escribir como ellos.
Tuve la suerte de tenerlos a ambos trabajando cerca, en la vieja Babilonia, en más de una oportunidad.
APU: Siempre lo musical y lo poético emergen en tu obra, dando la identidad: Veronese, ¿cómo asumís la madurez en tus obras?
D.V.: No puedo sentir ni definir mi identidad, eso lo perciben los demás. Me es difícil saber cuál es mi música o mi poética. Mucho menos reconocer madurez en mis obras.
Supongo que como me estoy convirtiendo en una persona madura, entonces mi obra resultará algo más madura.
Siento que cada vez hay menos tiempo y entonces afilo más el cuchillo. Antes no me preocupaba que mis temas -o mis tonos- resultaran tibios. Ahora tengo más necesidad de matar al primer golpe.
¿Será eso la madurez?
APU: Quizá lo sea. Vuelvo a tu escritura, estrenaste en Chile Ella lo ama, de tu autoría, se viene el montaje en nuestro país, ¿cuál es tu mayor expectativa con esta obra?
D.V.: Uf, qué difícil saber eso. Aún no reconozco bien la obra. La dirigí y monté en un lapso muy corto –pandemia mediante- entonces creo que aún hay mucho para probar, para saber el alcance de ese material.
Luego de montarla suelo conocer un poco más de cada uno de los personajes, pero el techo y las paredes de la construcción de esta obra aún no las distingo.
APU: La pandemia nos ha devuelto un nuevo teatro ¿cuál es tu visión del impacto en esta nueva realidad?
D.V.: No creo que haya un nuevo teatro. No lo llamaría así. Lo que sí siento es que tengo una necesidad enorme de volver a la antigua normalidad. Enorme.
Cuando escucho decir que ya no se va a volver a lo mismo me deprimo un poco, y pienso que no son más que palabras, que son aseveraciones que se hacen sin mucho cuidado ni certeza.
Sé con seguridad que, si en este año 2020 se necesitó mucho un abrazo, un contacto, una mirada es porque en el futuro el teatro aún será necesario. No creo que la humanidad -como la que conocimos- pueda sobrevivir mucho más tiempo sin eso.
APU: Otoño Invierno de Lars Norén es una obra a la que volviste durante este período de confinamiento, ¿hablamos de batallas duras, entonces?
D.V.: Sí, pero también me metí en batallas duras aún sin confinamiento.
Otoño es un material al cual accedí hace varios años pero nunca lo miré de frente. Recién en la rutina del encierro, rebuscando, rascando el fondo de los cajones de la compu de pronto lo tuve otra vez frente a mis ojos, le puse garra y lo leí. Había intentado antes pero no era el momento se ve –quizás por eso de la falta de madurez que hablamos antes- y me enamoré inmediatamente.
Hay autores que siento que me describen a mí como director, me convocan mucho más que otros. Quizás porque creo entenderlos, y entender el poder oculto de sus palabras. Son textos que piden que alguien haga saltar los secretos que contienen. Esas páginas minadas, más alla de lo literario.
APU: Volviendo a Norén ¿cómo convive lo cinematográfico y lo teatral en tu trabajo?
D.V.: Bueno, no sé que tiene que ver Norén con el cine pero en Otoño e Invierno había pensado en poner cámaras y filmar los primeros planos de los actores y proyectarlos pero en otra sala contigua al lugar en donde se hacía la obra.
Esto era porque en Ella lo ama se habla de una experiencia por la cual los personajes habían pasado, en donde se los filmaba y se podía comprender -en sus gestos- que era lo que les estaba pasando.
Pero pandemia mediante el streaming gobernó los proyectos y ahora no se me hace tan atractivo ni tan ocurrente como antes.
APU: Siempre tus desafíos con los grandes autores tuvieron un fin didáctico muy claro: hacerlos más cercanos al público, como si se tratase de un vecino que entra a la vida para quedarse.
D.V.: Bueno, en principio necesito enfrentar las obras a mi imaginario, acercarlas a mi percepción. Ver y comprender de que se trata, de que están hablando concretamente esas personas. Una necesidad de comprensión de ese mundo, saber que pienso yo sobre eso, sobre la vida de ese vecino. Y luego, recién ahí, sí. Por carácter transitivo le llegan al público.
Creo que el resultado propone cuestiones o preguntas sobre varias cosas: Que es en definitiva un autor clásico, que sabemos de ellos, o porque afirmamos que deben hacerse de una determinada manera y no de otra. En fin, una apertura sobre cuestiones que a veces aparecen como indubitables.