Cuando los radicales pusieron una bomba en el subte A en plena democracia (6 muertos y 105 heridos)
Por José Luis Ponsico *
El 15 de abril del 53, en un acto masivo convocado por la CGT, el General Juan Domingo Perón pidió ante la muchedumbre -cerca de cien mil personas en Plaza de Mayo- "leña" para aquéllos "especuladores, formadores precios". Su gobierno tenía apoyo del movimiento obrero. Perón condenó a quiénes "violaban" el Acuerdo de Precios y Salarios del Segundo Plan Quinquenal. La CGT acompañó al gobierno en medio del "desabastecimiento" y rumores por "muerte dudosa" de Juan Duarte, hermano de "Evita", siendo funcionario de gobierno.
Esa tarde, cinco estudiantes de la Juventud Radical, pertenecientes a la FUBA (Federación Universitaria), orientados por Arturo Mathov y Roque Carranza, pusieron una bomba en la entrada del Subte "A" en la "Estación Catedral". Mientras el Presidente de la Nación se dirigía a la masa de trabajadores convocada por la central obrera, estalló la bomba que dejó seis muertos, 90 heridos y 15 mutilados. Con los citados "terroristas" participaron los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse.
De las investigaciones surgieron otros datos compilados por Jorge Abelardo Ramos, titular del Frente de Izquierda Popular (FIP), culpando a Carlos González Dogliotti, que tuvo apoyo militar del capitán Eduardo Tholke. El proveedor de los explosivos.
En el masivo acto, el discurso de Perón giró en torno "a los que especulan con los precios; organizan actos terroristas dirigidos por intereses del exterior. Nuestro gobierno está en condiciones de no permitirles la conjura", exclamó. Los hacendados no estaban ajenos. "Compañeros, los que ponen bombas son los agitadores que promueven el desabastecimiento orientados por intereses de afuera. Son los mismos que especulan con rumores día a día. Pero nuestro gobierno está preparado para enfrentarlos", bramó el General.
Dos historiadores trataron, en distinto tiempo, aquellas jornadas "de golpe de mercado y días de pan negro": Félix Luna, no precisamente "peronista" y más tarde Norberto Galasso cercano al "Colorado" Ramos. Hasta ahí, un país sin pobres ni desocupados. La Argentina no alcanzaba a 15 millones de habitantes. En las elecciones de noviembre de 1951, Perón había alcanzado el 63,8% de los votos. Superó a la fórmula Ricardo Balbín-Arturo Frondizi, que llegó al 33.5%
Acecha el enemigo
En el 51, un sector del Ejército -segmento "liberal" que enfrentaba al de orientación "nacional"- intentó desestabilizar al gobierno antes de las elecciones. El general retirado Benjamín Menéndez estuvo a cargo de la intentona. El entonces capitán Alejandro Lanusse tuvo activa participación.
Por entonces, la obra pública del ministerio a cargo del general ingeniero Juan Pistarini había alcanzado 20 mil emprendimientos. La industria nacional seguía creciendo a todo vapor: en la provincia de Córdoba, por ejemplo, en las famosas "40 manzanas" se fabricaban autos, camionetas, tractores, motos. Hasta el avión "Pulqui" de reacción nuclear.
De pronto, Perón, frente a los miles de trabajadores que pedían "leña", se sumó a la arenga. "Leña debe dar el Pueblo a los agitadores y quiénes hacen de la especulación que suban los alimentos", en mensaje directo a la CGT y el movimiento obrero.
En abril venidero se cumplirán 68 años de aquella arenga. Con el retorno de la democracia, el bonachón Raúl Alfonsín llevó a Mathov y Carranza a su gobierno. El segundo, fue ministro de Obras y Servicios Públicos, el mismo lugar que ocupó el general Pistarini muerto, olvidado, en 1956, en plena "Revolución Libertadora". Carranza padeció "muerte dudosa" en 1986. En zona de Belgrano el nombre impacta - como homenaje - en la "Estación Carranza". El homicida había recibido indulto cuando cayó el gobierno peronista el 16 de septiembre del 55.
El hijo Arturo Mathov, Enrique, adquirió notoriedad en la política también vinculado a la muerte. Como Secretario de Seguridad, tiempos de Fernando De la Rúa, fue uno de los responsables de la represión en las jornadas del 19 y 20 diciembre, 2001, momentos trágicos que dejaron 26 muertos, en su mayoría, jóvenes. Una familia ejemplar...
Todo había comenzado con aquella agitación de abril del 53, el desabastecimiento, incremento de precios -el término "inflación" no se conocía- y las bombas de la Juventud Radical en Plaza de Mayo.
Hoy, el mensaje de Perón vuelve a cobrar significado cuando, otra vez, la suba de precios (sobre todo en los alimentos) golpea a la economía argentina y, sobre todo, a sus clases populares. Por eso, no deja de sorprender el silencio y la inacción de la CGT cuando, en definitiva, son los trabajadores los más afectados por precios que suben en ascensor.
(*) Columnista de La Señal Medios, Libre Expresión y Mundo Amateur