Dexter: el desafío de una secuela tardía
Por Diego Moneta
Tras la demora por la pandemia y varios repasos sobre la tira original, el 8 de noviembre se estrenó la miniserie Dexter: New blood (nueva sangre, en español), una especie de secuela y no la novena temporada de Dexter. En nuestro país se emite a través de la plataforma de Paramount+ y se espera que sus diez episodios, que verán la luz de manera semanal, den un final más a la altura a la producción emblema de los asesinos seriales.
Desarrollada por Clyde Phillips y dirigida por Marcos Siega, se propone a modo de homenaje al escritor de las novelas en las que en un principio se basó Dexter. De esta manera, la historia se sitúa diez años después del desenlace de la serie original, emitido en 2013, y por este salto temporal sus creadores no la consideran una continuidad, si bien viene a dar un cierre definitivo. Todo un desafío, más aún considerando que se estableció cuál sería el final y se escribió el guion a partir de ello. Un guion a la inversa.
Dexter Morgan (Michael C. Hall) se mudó a la pequeña ciudad de Iron Lake, Nueva York, ocultando su identidad bajo el nombre de Jim Lindsay. Atiende un comercio y está en una relación con Angela Bishop (Julia Jones), jefa de la policía y madre de Audrey (Johnny Sequoyah). En este caso, su voz de la conciencia es Debra Morgan (Jennifer Carpenter), su hermana, quien le destaca la importancia de la rutina para mantener reprimidos sus impulsos de matar. Lo cierto es que en una locación helada, que sostiene el ambiente que ya conocemos, es difícil encontrar antagonistas.
Lo que parece un nuevo comienzo resulta más complejo para una producción que se aferró durante años a la liturgia de su protagonista. Dexter: New blood busca el equilibrio entre aquellos códigos del pasado y algunas innovaciones, pero la relación con la sangre y los objetos con filo sigue siendo la misma. Es Dexter. La cuestión es, si más temprano que tarde, nos volveremos a encontrar con su instinto asesino.
A pesar de cambiar la agradable presentación inicial por un frío título, promete mantener la esencia de la original. La fórmula clásica vuelve a repetirse: la sospecha de un posible criminal, su cercanía a la investigación, el aura y frases recurrentes. La atención deberá estar en no descuidar esos detalles que hicieron que Dexter marcara la diferencia, en especial si se trata de traer asuntos previos, como su vínculo con Harrison (Jack Alcott).
En esta entrega, todo indica que el antagonista será Kurt Caldwell (Clancy Brown), un hombre muy querido en la ciudad que amasó su fortuna en el negocio de los camiones. Al controlar la economía del lugar y a sus ciudadanos, los abusos que comete son varios. Además, nos encontraremos con tensiones raciales y diferencias de clase, en una decidida apuesta para que la trama haga referencia a la realidad contemporánea estadounidense.
El marco general de Dexter: New blood es la infinidad de antihéroes que aparecieron en la industria del entretenimiento durante estos ocho años. Además, las expectativas ante el regreso de una secuela tardía no suelen llegar a buen puerto. Sin embargo, nuestro protagonista se sabe diferente. A diferencia del resto, se resiste a adentrarse en su vida asesina. Con el mismo clima de siempre, pero también con un poco de paciencia, la miniserie demostrará si le da el cierre que esta historia siempre mereció.