Georgina Orellano: “Fui más veces presa como sindicalista que como trabajadora sexual”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Georgina Orellano, titular de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), quien analizó diversos aspectos alrededor del trabajo sexual y la organización sindical.
Agencia Paco Urondo: Hace poco fue detenida por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires.
Georgina Orellano: Sí, se difundió un vídeo filmado por una compañera vinculada a la Casa Roja, que es el centro de asistencia integral que tenemos en el barrio de Constitución, a muy pocas cuadras de donde fue el hecho.
APU: ¿Qué había pasado?
GO: Lo que viene pasando no sólo en Constitución sino también en Once, Flores y otros. Es un incremento de situaciones que tienen que ver con el accionar de la fuerza de seguridad y el modus operandi que utilizan para regular el uso del espacio público. Nosotras venimos denunciando no sólo públicamente sino que hemos acompañado en muchísimas presentaciones, tanto colectivas como individuales, de distintas compañeras que se atreven a denunciar el accionar de la policía. Son procedimientos, razzias y operativos donde no hay una fiscalía que intervenga y les dé aval. Es al voleo, empiezan a parar a todas las personas que tenemos el estigma de ser considerados sujetos de la peligrosidad.
APU: ¿Por ejemplo?
GO: Nos encontramos con razzias donde a las trabajadoras sexuales las ponen contra la pared, las desnudan en el espacio público o las trasladan a hoteles transitorios, donde las revisan y les hacen hacer flexiones para ver si encuentran algún hecho ilícito que estén cometiendo. Si no encuentran nada, sólo preservativos, algo de dinero y teléfono celular, el dinero se lo llevan como prueba de evidencia. Se lo roban, en muy pocos casos, que las compañeras han logrado denunciar, hubo fiscalías que se los devolvieron. El año pasado a una le sacaron 17 mil pesos y se lo devolvieron ahora en septiembre, no tiene el mismo valor. Eso es lo que está sucediendo.
APU: ¿Y está empeorando?
GO: Sí, a la compañera cuando la detienen de manera arbitraria, contra la pared y la desnudan en el espacio público, le sacan el dinero y si no le encuentran nada sospechoso le dicen que se retire, pero todo ese procedimiento, esa humillación pública, ese trato inhumano, los insultos que propician sobre todo hacia las compañeras migrantes, y las golpizas que hay, queda naturalizado en la cotidianidad de esa persona. Para nosotras, eso es peligroso porque es un retroceso hacia la vulneración de los derechos humanos de las compañeras. Hubo situaciones en las que habíamos logrado ponerle ciertos límites a la fuerza de seguridad.
APU: ¿Hasta 2023 estaba más o menos controlada?
GO: Se cuidaba mucho en el accionar. Había detenciones arbitrarias. He ido presa también en 2023 y 2022. Fui más veces presa como sindicalista que ejerciendo un trabajo sexual. Es el riesgo que una corre, entrar a la militancia no es romantizarla, donde vas a tener conciencia de clase y vas a organizar, hay tensiones y situaciones en las que no te vas a sentir cómoda y vas a pasar este tipo de humillaciones. Nosotras entendemos cuál es el accionar de la policía. Llevarme presa mío llevar o a las delegadas tiene una intención que es romper con la sindicalización de las trabajadoras sexuales, es decir, que nadie más se atreva a querer alzar la voz por este colectivo. Es lo que le repiten a nuestras compañeras, es la forma de aleccionar que han encontrado.
APU: ¿Es porque la policía también recauda dinero sobre la prostitución?
GO: Por supuesto, extorsiona siempre. Hay un dicho, que es que hay una caja chica de la policía, y nosotras decimos que no es tan chica porque no sólo recauda con las trabajadores sexuales sino también con los vendedores y las vendedoras ambulantes, con los trabajadores y las trabajadoras de la informalidad, y con todos aquellos sujetos que no tenemos un trabajo que está reconocido. Encima hay normativas que le entregan poder a la policía, es una discusión que siempre hemos tenido, sobre todo, con compañeros y compañeras del campo de los derechos humanos. Siguen existiendo códigos contravencionales que vienen de la dictadura militar.
Por ejemplo, en San Juan sigue vigente un código en donde hay figuras que penalizan la prostitución escandalosa en el espacio público. ¿Qué define escándalo? Ahí está el problema. El código está hecho para una higienización de los barrios, para hacer una limpieza, y ahí siempre quienes entramos en las estadísticas en el sistema carcelario, en atravesar procesos judiciales y detenciones, el componente que nos une es el color de piel, la clase social y el trabajo informal.
APU: ¿Es sobre quiénes?
GO: Lo vemos nosotras, paran a los vendedores ambulantes, a las compañeras que están con los carritos vendiendo café, a los compañeros senegaleses que tienen una manta y tienen que irse porque si no pierden la poca mercadería, o a las que venden comida. Hemos visto que en bolsas negras les tiran toda la comida, les sacan el carrito y las heladeras, y les cortas las piernas porque después para volver nuevamente a arrancar son semanas que no tienen ingresos.
APU: ¿Se avanzó durante el kirchnerismo en materia de derechos y persecución?
GO: El gobierno de Alberto Fernández fue muy tibio para poder dar debates profundos, complejos, urgentes y necesarios, que no tuvieron lugar. Hemos intentado acercarnos a instituciones del Estado, al Ministerio de las Mujeres, para decirles qué necesitamos, después de llamar y mandar mensajes, de ir a algunas reuniones e incluso en asambleas feministas. Hacíamos críticas porque veíamos qué sucedía en la calle, por ejemplo la violencia institucional, y ellas del otro lado nos decían que estaban elaborando un informe. No estás jugando a ser becaria del CONICET, sos Estado. Primero estudio el campo y después acciono, hasta que ocurre se les pasa la vida a las compañeras, que siguen estando en situación de calle y precariedad, y se profundiza.
No podíamos hacer ninguna crítica, ese fue el problema mayor que hemos tenido. En la política tenés que debatir y hay algunas cosas con las que vas a acordar y con las que no. Es la militancia, así percibimos la política. No voy a ir agradecerle a Alberto que nos dio un ministerio y terminó con el patriarcado, sino qué es lo que falta. El programa Acompañar no puede ser de seis meses, tiene que ser compatible con el Potenciar Trabajo.
APU: ¿Y qué te decían?
GO: Que le estábamos haciendo el juego de la derecha. De hecho, en una asamblea pública de cara al 8M o el 3J, cuando hicimos esta crítica algunas nos respondieron que a las funcionarias hay que cuidarlas. Yo me enojé, no le voy a cuidar el salario a ninguna funcionaria. Es a la inversa. No militas para acceder a un cargo y que después tengamos que aplaudirte, obedecerte, no criticarte y esperar que vengas a iluminarnos con tus informes y traernos soluciones mágicas. Es de otra manera, se disputa en otro sentido en el debate político. No hubo lugar para eso y así estamos.
APU: ¿Hay compañeras o compañeros precarizados que hayan votado a Javier Milei?
GO: Sí. Primero, para mí los trabajadores y las trabajadoras que votaron al gobierno nunca pueden ser acusados o señalados. No son fascistas. Nos paramos de ese lugar. Después es hacernos cargo que antes votaban al peronismo y ahora a Milei porque se sintieron defraudados y que jugaron con la esperanza. Ese “volver mejores” no terminó de traducirse en poder adquisitivo, trabajo registrado y dar discusiones con quienes trabajan en la informalidad, que sigue siendo una deuda pendiente poder tener legislación que ampare, reconozca y de derechos, como obra social y aporte jubilatorio, y que no sea sólo el monotributo social la única alternativa que nos dejan.
Hay discusiones que todavía no hemos encontrado la posibilidad de que en la dirigencia política haya lugar. Tienen que ver con el enojo, desenfado y lejanía que tienen esas compañeras y compañeros, primero, con el Estado. Creo que el gobierno actual ha sido muy astuto en poder recoger ese enojo y poner en el centro de la discusión el rol del Estado. Soy una defensora del Estado pero también soy muy crítica de que como funcionó con Alberto no lo puedo salir a defender. Funcionó mal y lo vimos nosotras cada vez que íbamos a una ventanilla del Estado y no terminaban resolviendo el problema sino poniendo siempre un montón de impedimentos burocráticos para poder dar un Potenciar Trabajo o un subsidio habitacional.
APU: ¿Cuánto es un Potenciar Trabajo?
GO: Creo que ahora son 76 mil pesos, por la inflación y porque hubo un recorte en ese programa social. Se empezó a cobrar como 16 mil pesos en la pandemia. Una habitación en un hotel en Constitución estaba entre 15 y 18 mil pesos. Cobraban y, rápidamente, las compañeras todos los días 5 de cada mes, que se deposita, lo traducían en pagar y sostener su habitación. Una situación precaria, en las condiciones de los hoteles y en las pensiones a las que podemos acceder quienes no tenemos un recibo de sueldo.
Hoy una habitación en el barrio de Constitución está entre 200 y 270 mil pesos por mes, entonces un montón de personas están en situación de calle, incluso trabajadoras sexuales, compañeras trans, y colectivos migrantes. Viven el día a día. Si salgo y hago 20 o 30 mil pesos, pago la habitación por día para pernoctar. Entras a las 10 de la noche pero a las 8 de la mañana al día siguiente tenés que irte o pagar nuevamente más. Cuando tienen esa plata pueden dormir en una cama, bañarse e higienizarse. Las pocas cosas que tenían y estaban con ellas en las plazas se encargó el Gobierno de la Ciudad, con la Agencia de Control Gubernamental y los operadores municipales, de tirar todo, sea colchones, documentos o ropa.
APU: ¿Les ofrecen paradores?
GO: Muchos te dicen que la persona en situación de calle está porque quiere, porque puede ir a un parador. Hablemos de los paradores, de cuál es la oferta que tiene en este caso el Gobierno de la Ciudad, que no son un lugar donde la persona pueda estar todo el tiempo. Es como pernoctar en un hotel, con hora de ingreso, entre las 18 y 20, y egreso, a las 8 de la mañana. En esa franja esa gente está deambulando en la calle, y si trabajas de noche no podes.
Después, la dinámica de los paradores. Si tenes una familia, papá, mamá, hijos, no pueden estar juntos porque hay paradores para varones y para mujeres con niños. Una familia de calle no se va a querer separar. Además, las condiciones del parador. Por ejemplo, tenemos un caso de una compañera que estamos acompañando que sufrió un abuso sexual. También les han robado las pertenencias dentro, no hay tampoco una contención. Imagínate una compañera que encima tiene consumo problemático por la abstinencia, no hay un acompañamiento. Hay personas que llegan sin tener DNI y se supone que ahí adentro está el Estado, que debería tener una mirada integral. Una cama, una vianda, una ducha, un enchufe para cargar el celular, si es que tenés, y nada más. Por eso muchas compañeras nuestras prefieren seguir estando en la calle deambulando que ir a un parador y pasar todas estas situaciones.
APU: Por otro lado, recuerdo una convocatoria en la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata que acercó a muchos alumnos, más allá de la polémica con otras compañeras.
GO: Sí, me parece que para algunos es la posibilidad de escuchar a alguien en primera persona, que no suele suceder a veces en la academia. Hablan por los cartoneros, las personas en situación de calle y los trabajadores sexuales.
APU: Muchas veces, en la militancia, también se ve a las trabajadoras sexuales de forma muy crítica. ¿Cuál es su lectura?
GO: Primero, nosotras reconocemos que entramos en un campo en disputa, que son los feminismos, pero después se traslada con el Estado, la academia, lo social y lo sindical, en todos los espacios donde tenemos voz. Cuando AMMAR entra al mundo sindical, es parte de la CTA, da una discusión que tenía que ver con poder contar, públicamente, siempre teníamos que hacerlo público, qué estábamos haciendo ahí. El año que viene a AMMAR cumple treinta años, el lugar que nos habían dado para hacer las primeras reuniones fue el sótano, muy representativo.
¿Cómo llegan las trabajadoras sexuales? No voy a llegar con un mameluco y el casco de albañil, sino con mis tacos. Salimos del trabajo, vamos a la Central de Trabajadores y discutimos problemas que tienen que ver con la policía y situaciones de conflicto permanente que tenemos en el espacio público. Los compañeros varones les habían dicho a las compañeras fundadoras de la organización que tenían que hacer en la contratapa del diario, que se entregaba de manera mensual a los afiliados y afiliados, una carta pública y expliquen brevemente. Quienes se estaban oponiendo a que las trabajadoras sexuales puedan integrar la central eran las mujeres. Los chabones te decían que si les decías que es trabajo, lo tenían un poco más resuelto.
APU: Hugo Yasky.
GO: Sí, es como mi marido ya públicamente. Siempre lo jodo porque, así como como a vos te hicieron esa especie de denuncia académica, él todo el tiempo tiene que estar explicando porqué defiende a las trabajadoras sexuales. Ahora ya no tanto, pero le han hecho escraches. Yasky dice que no puede de ningún modo expulsar a las trabajadoras sexuales que están organizadas, y menos cuando todo el tiempo nos cuentan lo que hace la policía.
Después, por muchos años, también en la Secretaría de Género tuvimos que dar discusiones de porqué queríamos derechos laborales y explicarle a cada compañera nuestras reivindicaciones, nuestras trayectorias inclusive de vida, para que entiendan que nuestra lucha es legítima. No quiero otro trabajo, no me quieras convencer. No caí en el trabajo sexual, hubo un proceso y después hay un montón de cosas que fuimos desandando, incluso nosotras mismas.
APU: ¿Usted reivindica el trabajo sexual, como cualquier otro, que tiene cosas buenas y malas?
GO: No romantizo ningún trabajo, me permito reconocer que todos los trabajos son una mierda. No existe el trabajo digno. Un montón vienen y te dicen que tenemos que pedírselo al Estado, ¿cuál trabajo es digno? ¿Qué trabajador y trabajadora va todos los días contento a su trabajo, con el salario que tiene, con su jornada laboral y ama a su jefe? No existe, vivimos en un sistema capitalista que nos oprime a todos, en el que todos y todas son explotados.
Lo que me jode, y a las trabajadoras sexuales, es que todo el tiempo tenemos que estar explicando que la explotación nuestra es legítima como la de un obrero o una empleada de casas particulares. Si no te jode eso, que tiene que tener derecho a vacaciones, aguinaldo jubilación y obra social, ¿por qué cuestionas a las trabajadoras sexuales y no a vos mismo? Después hay un montón de compañeras, incluso docentes, que nos cuentan de sus condiciones y su jornada laboral. Yo ni en pedo me banco eso, pero hay un estigma, que muchos ponen acá, no todos, que son los dispositivos de la moral y del control sexual, que es el sexo. Muchos piensan que no tiene que ser transaccionado con dinero sino seguir respondiendo a patrones, como la gratitud y por amor.
Me parece mucho más honesto que muchos reconozcan que lo que les molesta es que cobremos. Si venís con la teoría de que si viviéramos en una sociedad justa, libre e igualitaria no tendría que existir, porque hay que luchar por trabajo digno, ¿dónde está eso? Salí del tupper. Estoy de acuerdo en luchar por eso, lo primero que va a ser abolido es el trabajo asalariado, entonces no habría necesidad de trabajar de nada. Ahora, la realidad me dice que tengo que pagar alquiler y que criar un pibe. Por lo pronto, tengo que trabajar de algo y lo que me dio la posibilidad de mantener más o menos mi vida ordenada económicamente es el trabajo sexual. No me voy a arrepentir de haber cobrado porque eso me dio dignidad, un techo, educar a mi hijo, y trabajar menos horas. No voy a ir a trabajar doce horas en una fábrica, prefiero trabajar en la esquina dos o cuatro horas y después hacer cosas que me gustan, como la militancia.
APU: Ustedes colaboraron en Alanís, la película de Sofía Gala.
GO: Colaboramos desde AMMAR en la película de Anahí Berneri, que actúa de Sofía Gala. Nos acercaron el guión, era la primera vez que alguien lo pensó al escribir sobre el trabajo sexual. Nos dieron la posibilidad de que podamos modificarlo. Está muy bien, nos gustaba que la protagonista era madre y es muy representativo del colectivo de trabajadoras sexuales. Muy valiente y fuerte de parte de Sofía, creo que cuando una está convencida no te va a correr ni una denuncia ni un escrache. Nosotras sentimos que Sofía se había puesto la camiseta porque estaba convencida de que estaba bien problematizar la realidad de las trabajadores sexuales.
APU: Está la escena en la que la maltratan mientras ella limpia baños.
GO: Sí, es algo que nosotras hemos atravesado. El imaginario social piensa que sólo nuestra trayectoria laboral es que fuimos prostitutas. No, fuimos muchas otras cosas. Yo fui operaria en una fábrica metalúrgica un mes, después me fui. Los horarios no eran compatibles con el jardín de mi hijo. El acuerdo era que entraba a las 9 de la mañana y salía a las 4 de la tarde, y después empezaron a correr ciertos límites.
Ahí empecé a valorizar el trabajo sexual, porque lo vivía con un montón de culpa y mucha vergüenza. Si un cliente me contrata una hora, primero voy a hacer todo lo posible para que dure menos, y si de repente quiere quedarse más no hay manera. Se trata de que las condiciones estén claras desde un principio y después el mismo hotel te dice que tenés que irte. Ahí había un valor para mí. Yo no podía decirle en ese momento a mi jefe, que me pedía cargar papeles en un Excel, que me iba a ir a las 4 porque si lo hacía me iban a echar.
Cuando dije que eso ya no era para mí, me habían pedido algo que no estaba dentro de lo que hacía una empleada administrativa, que era hacer café. Otra vez me hicieron lavar el baño. Era todo el mismo combo y el mismo salario. Si ganaba más no había problema, me quedaba. Me hicieron hacer café, lo probaron y era horrible. No me gusta hacer nada de la cocina, sé que era feo, puse voluntad. Mi jefe lo tomo delante de todos y dijo que lo haga devuelta, entonces todos devolvieron la tacita, mientras me miraban como la subordinada. Si un cliente me dice que algo no le gusto, es problema de él. No te voy a devolver la plata y se cobra por adelantado.
APU: Al revés del mercado formal.
GO: Sí, era imposible poder organizarme. Vivía el día a día y había encontrado una manera de organizar tanta plata por día. Esperar treinta era una esclavitud, y además tener que organizar los treinta siguientes. Me la patinaba toda y después tenía 29 que vivir. Cuando dije que ese trabajo no era para mí intentaron convencerme para que me quede con la culpa. ¿Qué vas a volver a la calle? Por lo menos acá vas a tener obra social y aportes jubilatorios, un mes tengo.
Puede ser que tenga ventaja, no te voy a decir que no, ser un trabajo registrado. La calle a mí me daba el valor de, si no me gusta algo, la posibilidad de irme. Acá tenía ciertos límites, después el tema del horario y del dinero. Nosotras cuando lo decimos algunas feministas se espantan, pero a quién no le gusta la plata. Te vas a quedar si te pagan bien, si no vas a buscar otro trabajo para poder irte. Si a ustedes les gusta vivir bien, ¿por qué querés que nosotras vivamos mal y que vuelva a un trabajo precario donde la pasaba y me pagaban mal? Tampoco quiero una mansión, tengo conciencia de clase. No quiero pasar hambre, ni que mi hijo pase hambre, y el trabajo sexual me daba esa posibilidad de vivir lo mejor posible dentro del sistema de desigualdad en el que estamos.
APU: ¿Se imagina que el gobierno libertario legalice el trabajo sexual como parte del mercado?
GO: Por ahora no escuché, no le demos ideas. El temor que sí tenemos, y es la discusión hacia dentro de la organización, es el tema es el trabajo de las plataformas virtuales. Hay algunas más conocidas y otras que no donde las compañeras y compañeros ejercen trabajo sexual virtual. Es, pero muchas no se reconocen como trabajadoras sexuales sino que dicen que son creadoras de contenido o modelos webcammer.
Nosotras vemos que eso tiene una aceptación social, nadie se espanta. Parece que es cool, está esa disociación. No es trabajo sexual porque no implica contacto con el cliente ni estás en la calle o expuesta a situaciones de explotación. Vendes una foto, subís contenido y ganas encima dólares. Tiene que ver con una cuestión de clase porque las personas que lo hacen mayormente son todas blancas y tienen una hegemonía de la belleza que es un estereotipo totalmente avalado por este sistema. Son clase media, chetas burguesas, que lo que necesitan ahora es no ser pobre, y son trabajadoras virtuales, muchas de ellas, por seguir manteniendo un status.
APU: Hay una diferenciación.
GO: Nosotras lo que vemos claramente es que hay un corte de clase. Lo que molesta es el trabajo sexual de las mujeres, lesbianas, travestis y trans de los sectores populares. Molesta que haya compañeras en los barrios de Constitución, se cuestiona ese modo de trabajo que tienen.
APU: Esos sistemas digital atenta contra la sindicalización.
GO: Por supuesto. Tiene una cuestión de, primero, el borramiento de la idea de trabajo, y está el emprendedurismo. Después, borrar todo lo colectivo, es decir, no necesitas al Estado. He escuchado a muchas decirlo, que lo que necesitan es una computadora, un aro con luces y conexión a Internet, pero después sí aparecen problemas. Han venido algunas porque sí necesitas el Estado, en términos de que estás ejerciendo un trabajo, aunque no te reconozcas como trabajadora sexual, que no está reconocido, y que lo que implica monetizar en dólares tiene que ver con la política de comercio exterior que tiene Argentina, y eso se vincula al acuerdo del FMI.
Vienen dólares y no te la van a dar así, te lo van a pesificar. Vinieron chicas a plantear que no podían sacar su dinero de las billeteras virtuales porque se había comido comercio exterior del banco. Ellas van y les piden que traigan una factura para ver de dónde viene y qué servicio presta. Sí necesitas al Estado porque podrías ser monotributista como trabajadora sexual y facturar tanta cantidad de dinero por servicios personales que realizaste de manera directa.
APU: Estamos arrancando muy atrás para pedir ser monotributista.
GO: Claro. No estoy diciendo que es mejor ser prostituta para no ser pobre. Yo soy pobre, no soy rica ni clase media. Alquilo un departamento chiquitito en Constitución y mi hijo va a la escuela pública. No me avergüenzo de ser pobre. Lo que quiero es tener una jubilación, como deberían tener todas mis compañeras que tienen más de 60 años y siguen ejerciendo el trabajo sexual en condiciones súper precarias. Queremos tener una obra social. Queremos tener una ventanilla del Estado para ir a denunciar las situaciones de atropello policial. No queremos ir más a la comisaría, ni más procesos judiciales. No queremos pasar la dificultades que pasamos por ejercer un trabajo que está clandestino y criminalizado.
Necesitamos un debate honesto, eso es lo que le pedimos a la política. Dejen de ser hipócritas, porque hay muchísima hipocresía a la hora de hablar de del trabajo sexual. Más de uno ha tenido lo que llaman “un gato” y le han pagado, no está escondido. ¿Qué le exigís a las de abajo? No estoy pidiendo que me pagues unas vacaciones en Marbella, sino que quiero vacacionar en Chapadmalal con turismo social en los complejos Evita y que eso sea una política de Estado, no sólo para nosotras sino para los trabajadores de la informalidad. Por eso necesitamos que sean más honestos, que dejen la hipocresía y la fantasía de hacernos creer a nosotras de que ellos son el bien.
APU: No lo son.
GO: No hay buenos y malos, hay personas que ejercen un trabajo que no está reconocido. Primero necesitamos que nos escuchen, segundo que sea un debate honesto con las voces nuestras, ni siquiera las disidentes. Las voces disidentes, que son las abolicionistas, fueron parte del Estado y estuvieron en el Ministerio de las Mujeres. Si la chocaste toda no me vengas a dar clases de dignidad, si siendo parte del Estado tuviste la posibilidad de transformar la vida de las trabajadoras sexuales y, sin embargo, te fuiste y hay un montón que están durmiendo en la calle.
Fracasó tu mirada abolicionista porque cada vez hay más putas, más pobres, viejas, más rotas, más precarias y en situación de calle. No voy a defender un ministerio ni un Estado que no funcionó. Necesitamos un Estado presente, que funcione, pero discutir de qué manera queremos que intervenga y de qué manera ya no queremos lea nuestra vida.