Santiago del Estero: empezó el juicio a 9 policías por torturar a un hombre hasta matarlo
Por Nicolás Adet Larcher
Cuando Ramón Vázquez se despertó el de 22 de septiembre de 2013, la policía ya estaba adentro de su casa. Habían entrado por la fuerza y sin orden judicial frente a su hijo, Moisés Vázquez, con el objetivo de llevarse a Ramón por un delito que no había cometido. A Ramón ya lo habían detenido unos días antes (sin pruebas) y tenía a mano un Habeas Corpus para evitar una nueva detención arbitraria. Cuando mostró el documento a los policías uno le respondió “que habeas corpus ni que mierda” y se lo llevaron. Esa fue la última vez que Moisés vio con vida a su padre.
Ese mismo año desde APU publicamos datos sobre el caso en esa misma semana, mientras los medios de comunicación de la provincia difundían la versión falsa de que Ramón había sido detenido por robar un televisor en una casa donde había estado trabajando como albañil.
A Ramón lo llevaron a la Comisaría Décima y lo torturaron hasta matarlo. “Lo bolsearon”, dijeron los testigos al referirse al método, que consiste en ponerle una bolsa en la cabeza al detenido y dejársela hasta matarlo por asfixia. Ramón había sido retirado de su casa a las 8:30 de la mañana y fue dejado sin vida por una camioneta policial cerca de las 10 de la mañana en el hospital público de Santiago del Estero. Los policías dijeron que se había descompensado aunque el cuerpo presentaba signos de asfixia y una marca roja en el pecho. La muerte del hombre provocó una masiva movilización de más de mil personas en el barrio que terminó con la policía saliendo a los tiros, reprimiendo a los vecinos con balas de goma. “La gente quería quemar la comisaría”, contó uno de los testigos.
Cinco años después de ese día, hay nueve policías en el banquillo por la muerte de Ramón. Cuatro de ellos están acusados de torturas seguidas de muerte, incumplimiento de los deberes de funcionario público y privación ilegítima de la libertad. Es la primera vez en la historia de la provincia que se lleva adelante un juicio de estas características.
Dentro de la comisaría había una habitación pequeña en la que sentaban a los detenidos, los “bolseaban” y los golpeaban por varios días. Contra la ventana que daba al patio colocaban un colchón para que no se escucharan los gritos y subían el volumen de la radio.
Con el cumulo de pruebas presentadas por la querella, estos cuatro policías se enfrentan a la posibilidad de la pena máxima: prisión perpetua. Estamos hablando de Roberto Chávez, Genobio Díaz, Hernán Villarreal y Nazareno Moreno.