Dolo Trenzadora: “Del lado de las mujeres de la familia vino esto de hablarme en guaraní”
Dolo Trenzadora, poeta, cantante dialogó con APU en VIVO (lunes a viernes a las 19 horas en YouTube, Twitter y Facebook) sobre la lengua de los ancestros, la poesía guaraní y los próximos proyectos.
Dolo Trenzadora, seudónimo de Alicia Aquino, es hija de padres paraguayos y tuvo una crianza donde el guaraní y el castellano fueron dando forma a su identidad. “Para no ser tan autorreferencial o para que no se note tanto y poder usar mi nombre de cuna, es que me puse otro nombre”, aclara. Escribió tres poemarios recuperando sus raíces.
Agencia Paco Urondo: ¿A qué viene Dolo Trenzadora?
Dolo Trenzadora: Hace más o menos 12 años estaba leyendo un poema de Safo de Mitiline, el canto a Afrodita que al principio dice “Afrodita, dolo trenzadora, semialiada, atiéndeme” y le pide que la ayude con unas amantes que tenía. Dice eso, “Dolo Trenzadora de ornado trono”, le pide que venga con su carruaje a llevársela. Me quedé con esa traducción, hay muchas traducciones de ese canto. Y me quedé con ese nombre. No con “la que trenza el dolor”, no con la trenzadora de penumbras o de penurias, sino con Dolo Trenzadora, me pareció súper fuerte.
APU: Te lo apropiaste al punto que te decimos Dolo...
D.T.: Me pasa hasta con mi novio, quedé Dolo para todo el mundo.
APU: Existe en tu poesía esa combinación entre tu lengua materna originaria y el castellano. Y usás la poesía como un elemento para difundir y recuperar esa lengua ¿Cómo llegás a esa elección que te permite canalizar desde ahí?
D.T.: Cuando estudiaba en Puán, hace muchísimos años, estaba completamente fascinada. También estudiaba astrología, estaba fascinada con la alquimia, con los planetas al mismo tiempo que con Safo, Horacio, Shakespeare. ¿Qué pasó? Escribí un librito que salió por un sello que tenía Fernando Bogado hace muchos años que se llama Nigredo, que es el primer paso de la alquimia. Nigredo, albedo, rubledo, que es el negro, el amarillo y el blanco. O sea, pasás por 3 estados de colores, de olores, esas cosas. Cuando lo terminé de escribir y de presentar como perfomance, veía que no había muchas cosas mías. Como que había importado sobre la alquimia, sobre Europa, sobre muchísimas cosas que están muy bien, pero no tenían nada mío. Me costaba leerlo a mí. De hecho lo representaban, actrices, actores, gente que hacía expresión corporal, no lo leía yo. Años más tarde, me di cuenta que hablaba con mi mamá y mi papá en guaraní, que había entrado a un curso de esa lengua y que empecé a cantar, a escribir, a veces lo traduzco, otras no. Ahí salió un libro, en 2018, en Biblioteca Popular Ambulante que se llamaba Este libro no es un rehén porque no estaba casada ni con la editorial ni con la edición de ese libro. Luego salió De raíz gritaré la frontera, donde pude laburar más, sumar poemas, escribir y cantar en guaraní. Y así, siguió.
APU: ¿Cómo se fue dando esa búsqueda y esa transformación? ¿Cuánto tuvo que ver tu infancia?
D.T.: A veces no caes en la cuenta de que en el colectivo escuchás a los trabajadores y trabajadoras paraguayes están hablando en guaraní y estás entendiendo lo que dicen. Están hablando en yopará, que es la mezcla guaraní/ castellano, o en Avañeꞌẽ, que es el guaraní oficial, el que está en los diccionarios. Caí en esto, de que mi mamá me habló siempre en guaraní para darme instrucciones, retarme, mimarme, para todo. Mi papá me decía “yo no te hablé tanto en guaraní porque temía que te dificultara aprender el castellano”. A él le costó mucho escribir en castellano y no quería que eso me pase a mí. Pero nunca retó a mi mamá porque ella siempre se sintió muy orgullosa de su lengua. Retaba a las primas que no hablaban su idioma. Siempre que están bien, ellos me hablan en guaraní y cuando no, lo hacen en castellano y ahí a mí se me levanta la antenita de “¿qué está pasando?”.
APU: Las cosas importantes, la crianza, de alguna manera, fue en guaraní, para vos…
D.T.: Sí. Siempre del lado de las mujeres de la familia vino esto de hablarme en nuestro idioma. Y después del lado de mis primos que están orgullosos y que militan en Paraguay el guaraní, también. Casi exigirme, directamente.
APU: ¿Cómo era, para vos, esa infancia hacia fuera y hacia adentro? ¿Ir al colegio y que alguno sepa y otros quizás no, y después volver a tu casa y que sea en guaraní?
D.T.: La comunidad, obviamente el adentro, siempre se habló, siempre venían los amigos de mis padres a traer música, la ranchada y todo eso. Lo mismo cuando íbamos a visitarlo. Ahora, mi primer encuentro con la sociedad en el afuera no fue el mejor. Cuando iba al jardín, lo primero que noté fue que estaba el grupito de las morochas y el grupito de las blanquitas. Y cuando me fui a sentar en el grupito de las blanquitas, no se por qué, porque me tenía que sentar en un lugar, me dijeron “vas a manchar la silla”. Me lo dijeron niñas de 5 años. Vuelta a casa, llanto, gritando “no quiero volver al jardín”, mi papá abrazándome y diciendo “esto es así”, tipo “curtite”. Y me fui curtiendo. El afuera fue eso: ir curtiéndose. Ir respetando lo que soy, nunca me sentí avergonzada. Ni de mi color, ni de que me hablaran mis papás en guaraní ni de nada de eso. Si hay algo que mis padres me transmitieron es estar muy orgullosa. Sin levantar bandera, como estar tranquila.
APU: Está bueno que lo reivindiques en este uso del lenguaje, de la literatura. En Argentina hay muchas comunidades que hablan guaraní. Estaría bueno poder encontrarlo en el afuera…
D.T.: En el afuera lo encontrás si lo buscás. Me parece que está más de moda, algunos me lo pueden discutir, pero me parece genial que se difunda, que exista, que si buscan identidad marrón, existe identidad marrón que son colectivos más peruanos y bolivianos, pero hay alguna paraguaya dando vueltas por ahí. Verónica Gómez, fue mi profesora del CUI (Centro Universitario de Idiomas), ella también creció con esa reivindicación, una grosa total que publicó hace poco un libro de cuentos en guaraní y en castellano por la UBA, lo sacó la FUA.
APU: Se está institucionalizando, de alguna manera…
D.T.: Exacto. Ya no es estudiarlo en alguna universidad privada o a través de la Embajada. Se está empezando a estudiar cosmovisión tanto en la UBA como en La Plata, en la Jauretche. Hay una apertura porque hay una población que no quiere sentirse más aislada y que está trabajando desde la cultura y el arte con ese material. Lo quiere dar a conocer y, obviamente, la academia toma eso y trata de institucionalizarlo.
“Hay una apertura porque hay una población que no quiere sentirse más aislada y que está trabajando desde la cultura y el arte con ese material. Lo quiere dar a conocer y, obviamente, la academia toma eso y trata de institucionalizarlo”.
APU: ¿Les mostraste a tu familia lo que ibas a publicar?
D.T.: Si, porque en algunos poemas digo, medio en joda, medio en serio, esto de que mi madre me hizo zafar de gente borracha (risas) ¿Escuchaste la canción “Construcción”, de Chico Buarque? Esa canción es sobre un hombre en la vida moderna construyéndose una casa, en un barrio, idolatrando a su mujer… Es como el Homero del Pity, de los años 70. Y en Brasil. Eso está en el libro, se los mostré. Mi papá se sintió muy identificado con esa imagen, al mismo tiempo que mi mamá con otras situaciones. Por un lado les da un poquito de vergüenza el hecho de la exposición, y por otro lado, les gusta. ¿Viste que Nana Fine dice que cuando hace La ñinera se basa en su familia judía? Y su familia le dice “nos hiciste quedar como unos locos”. Y Fran Drescher le contesta “ni siquiera conté la mitad”. Me pasa eso. Me pasa que es un proceso que idealicé mucho en este libro, que también pasan otras cosas en las familias. Les adolescentes van a leer estas poesías y van a ver cómo se puede salir adelante a pesar de, si querés. No es la intención, pero puede ser, que también se puede salir adelante en una familia que se idealiza, pero en algún punto es disfuncional y así.
APU: En las familias muchas veces hay terror de tener un escritor, una escritora en casa porque tienen miedo de verse reflejados…
D.T.: Totalmente. No es todo tan literal. Se exagera muchísimo, es eso: ficción.
APU: ¿Cómo venís con tus proyectos? ¿Tenés alguna publicación próxima?
D.T.: Promesa editorial va a sacar un nuevo libro mío que se llama Se rompe el gualicho, el año que viene, en abril. En teoría vamos a estar en la feria del libro. Falta, vamos a ver qué pasa. Y ahora estoy con una obra de teatro que se llama Madame Lynch. Ella fue una de las esposas, con la que tuvo más hijos Francisco Solano López. Elisa Alicia Lynch es famosa porque lo acompañó en la batalla, junto a sus hijos. Cuenta la leyenda… la leyenda y está documentado, también, es lo que nos dice Felipe Pigna, que enterró a sus hijos con sus manos. Brasileros, argentinos, uruguayos vieron como esta mujer, por la indignación, enterraba a su hijo mayor y a su marido con las manos. La obra que se está presentando es un monólogo, hay dos músicas, Karina Wagner y Mercedes Ábate y yo canto. Tocan piano, violín y yo canto algunas canciones en guaraní y otras en castellano. Analía Yañez es quien hace de Madame Lynch y la dirección es de Laura Fomento.