"El temblor de las ideas", de Diego Sztulwark: un sueño eterno que vale la pena

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    Diego Sztulwark
    Foto: Karin Idelson
LIBROS

"El temblor de las ideas", de Diego Sztulwark: un sueño eterno que vale la pena

12 Octubre 2025

Luego de que varios especialistas de fuste diagnosticaran sobre el devenir de las extremas derechas en el mundo en general y en nuestro país en particular, mientras íbamos al baño, alguien dijo que parecíamos estar en plena pandemia ideológica, con una clara definición de los síntomas, pero sin la más mínima idea de cómo combatir el nuevo virus. Otro alegó que eso se debía, quizás, a que todos los pensamientos se elaboran acosados por la urgencia de lo inmediato, como si la lógica del periodismo hubiera infectado todas nuestras otras maneras de pensar, de imaginar, de dudar: pareciera que ya no hay tiempo para la interpretación lúdica o la aproximación ineficaz (tal vez no sea “ineficaz” la palabra adecuada: “sin garantías” podría ser mejor). Mientras me concentraba escuchando saqué un libro de mi viejo morral de siempre y clausuré el debate improvisado: la respuesta a estas inquietudes existenciales y políticas —alegué— se encuentra en este libro de Diego Sztulwark: El temblor de las ideas. Buscar una salida donde no la hay (Ariel). Ninguno de mis amigos lo había leído, aunque a esa altura ya se lo podía considerar un best seller.

Lo que hace Sztulwark es escribir un texto polifónico, entretejido de diferentes entradas. Si me fuerzan, diría que el inicio del libro, el inicio de lo que el libro trata de comprender, es el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, como si en ese acto y sus increíbles derivas se encontrara el huevo de la serpiente de lo que terminaría convirtiéndose en un gobierno de mafias. La crisálida de este mundo desquiciado en el que estamos hundidos, esperando que se derrumbe por el peso de su propia inoperancia (de su saqueo apresurado), como sucedió hasta ahora con todos los gobiernos que eligieron transitar esta autopista neoliberal.

Diego elabora construcciones teóricas muy sólidas cruzadas con noticias y sucesos de prensa. Ensaya un ensayo de reflexión, transcribe su diario, lee. Frecuenta toda o casi toda la bibliografía que hay que leer para tratar de comprender esto que trastocó los límites de nuestra realidad, y que vino para quedarse, y que podemos llamar El Gobierno de Javier Milei (y su hermana) —no digo que Milei & Cía se queden por un tiempo, más bien parecieran estar a punto de escaparse; lo que va a permanecer es este virus de extrema derecha, que sin duda mutará en especies de mayor violencia física y simbólica que no somos todavía capaces de sospechar.

La lectura que Sztulwark hace de Kafka no es para nada simple ni mecánica, es tan densa que nos permite acercarnos al checo como si este fuera un compatriota, él que escribía en un alemán que los alemanes desdeñaban —una lengua menor, como me gusta imaginar que también lo es “nuestro” español argentino, nuestro pensamiento sudaca, que idolatra lo que llega del Primer Mundo como verdad revelada.

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Libro El temblor de las ideas
Sztulwark analiza los mecanismos y los argumentos con los que “la nueva derecha” se encaramó en el poder.

Así como estamos interpretando la realidad, así como estamos deseando que esta pesadilla se acabe, donde la salida del infierno-de-lo-banal puede imaginarse como la misma puerta por la que llegamos acá, no iremos muy lejos: un eterno retorno cada vez peor. Hay que inventar otro futuro en el que proyectarnos.

Sztulwark analiza los mecanismos y los argumentos con los que “la nueva derecha” se encaramó en el poder. Cómo piensa la apropiación y tergiversación que hicieron, por ejemplo, del filósofo Antonio Gramsci, o la interpretación que practica Sztulwark de Marx desde Marx, el rumor constante de las palabras de León Rozitchner, de Deleuze & Guattari, de Benjamin, etc., hacen de El temblor de las ideas un libro que nos permite soñar (soñar, pero en términos muy realistas) una salida donde efectivamente pareciera que no la hay —la interpretación de “Ante la ley”, el relato de Kafka, y de Kafka en general, me hizo acordar a cuando tomaba clases con genios como Horacio González o Christian Ferrer: oírlos, leerlos, dan esas ganas de seguir escuchando y seguir leyendo, mientras devorás las páginas con ganas de que no terminen. Pero todo termina.

Cuando escribo que Diego entrecruza noticias y enunciados teóricos, estoy diciendo que Diego inventa un tercer espacio (¿la verdad? Inventa muchas dimensiones) más allá del periodismo y las ciencias sociales, entre el texto de la academia, con sus conceptos densos y a veces endogámicos, y las voces de la calle, más intuitivas que elaboradas (o elaboradas de otra manera a como las elabora la academia). Para escapar de esa realidad intensa de la catástrofe inminente, en la que lo único que se busca, lo único que pareciera urgente buscar es un salvavidas, Sztulwark se permite dejarse llevar por los pensamientos, por los enunciados, y arribar a lugares fantásticos. Crear ese espacio/tiempo diferente en el que los pensamientos se incuban, como lo dijo Walter Benjamin: “el ocio es la cuna del pensamiento”. Practicar lo inútil, lo no-instrumental, lo otro de la necesidad, haciendo del rodeo el camino más directo para imaginar lo que no existe todavía.

Ese lugar “imposible” es la idea de Revolución. No una idea abstracta de revolución, un sueño de revolución que no-va-a-ser, sino una bitácora posible de un futuro que pareciera estar clausurado… pero: ¡¿clausurado por quién!? ¿Quién decretó que un sueño no puede volver a ser soñado?

Otra cosa es que el soñador crea en la realidad del sueño, y lo confunda con una realidad efectiva. ¿Quién puede provocarse el sueño que desea? ¿Quién, a la noche, podrá soñar lo que a la tarde había dictaminado que esa noche soñaría?

De alguna manera, la salida no es otra cosa que el futuro que podamos construir. Un futuro que no nos espera ahí adelante todo completito y terminado. De hecho, ni siquiera lo podremos vislumbrar por anticipado a ese futuro al que estamos condenados.

El libro de Sztulwark es una buena compañía mientras giramos sin rumbo en nuestro laberinto de certezas, en nuestra realidad descontrolada, en búsqueda de una salida que no sea de emergencia.