Ascasubi, el comienzo de la gran tradición

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Ascasubi, el comienzo de la gran tradición

11 Agosto 2018

Por Ariel Luppino

Con Ascasubi empieza la música porque sí, música vana, el violín-violón y el tin tin sin violín del cuchillo en la chaira. Música y expresionismo grotesco, la gran tradición. De ahí viene nuestro gusto por las vísceras y la sangre: la estetización de la violencia. Si Estanislao del Campo es el arte bufo, Ascasubi es una farsa cruel. Si Hernández es el padre que da consejos, Ascasubi es un tío siniestro. "La Refalosa" es un poema que se construye desde la oralidad (es decir, que se escribe con el oído) y cuenta una tortura como si fuera un baile, y la forma sublima el sentido. Después de Ascasubi nadie puede escribir desde el lamento o la queja. "La Refalosa" condensa y cristaliza "El Matadero" de Esteban Echeverría, lo vuelve legible en toda su dimensión y redefine una de sus frases más emblemáticas: “Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada dénle verga, bien atado sobre la mesa”. Si para David Viñas la literatura argentina comienza con una violación (“Porque matar era como violar a alguien”) y si María Moreno le corrige la plana “con un mamarán” (porque "El Matadero" no podría haber sido un relato en seco), "La Refalosa" cumple a la perfección con esos requisitos, incluso mejor que "El Matadero". ¿Y si la literatura argentina empezara con Ascasubi? "La fiesta del monstruo" y "El fiord", una orgía de violencia y sangre, la fiestonga de garchar. Pero también la tortura como una de las bellas artes y un juego de erotismo en Laiseca.

Ascasubi no sólo tiene a la violencia como tema sino que además construye, como diría Josefina Ludmer, “una lengua brutal y asesina, la representación del mal en la lengua”. Ascasubi cuenta las diferentes formas de representar la violencia y de esta manera capta su núcleo novelesco y teatral y lo lleva al paroxismo (aunque toda violencia sea hiperbólica por definición). Goce y exceso; pura literatura: la musiquería. En "La Refalosa" la violencia sube al escenario y representa su papel. Según César Aira, Osvaldo Lamborghini no hizo más que reescribir  "El Matadero"; según Josefina Ludmer, "La Refalosa". Pero la confusión surge porque ambos textos son el anverso y el reverso de una misma tradición, la gran tradición de la literatura argentina.

La Refalosa
De Hilario Ascasubi

Mira gaucho salvajón
que no pierdo la esperanza
y no es chanza
de hacerte probar que cosa
es «Tin Tin y Refalosa»
ahora te diré como es:
escuchá y no te asustés
que para ustedes es canto
más triste que viernes santo
Unitario que agarramos 
lo estiramos o paradito nomás
lo agarran los compañeros
por supuesto, mazorqueros
y ligao con maniador doblado
ya queda coco con codo
y desnudito ante todo
¡Salvajón!
Aquí empieza su aflicción
luego después a los pieses
un sobeo en tres dobleces
se le atraca
y queda como una estaca
lindamente asigurao,
y parao lo tenemos
clamoriando y como medio chanceando
lo pinchamos y lo que grita
cantamos «la refalosa y tin tin»,
sin violín.

Pero seguimos al son
de la vaina del latón
que asentamos el cuchillo y le
tantiamos con las uñas el
cogote.
¡Brinca el salvaje vilote
que da risa!

Finalmente:
cuando creemos conveniente,
después que nos divertimos
grandemente, decimos que al salvaje
el resuello se le ataje;
y a derecha 
lo agarra uno de las mechas
mientras otro lo sujeta
como a potro de las patas
que si se mueve es a gatas
Entretanto nos clama por cuanto santo
tiene el cielo;
pero ahí nomás por consuelo
a su queja
abajito de la oreja
con un puñal bien templao
y afilao
que se llama quita penas
le atravesamos las venas
del pescuezo
¿Y que se le hace con eso?
larga sangre que es un gusto,
y del susto
entra revolver los ojos

¡Que jarana!
Nos reímos de buena gana
y muy mucho
al ver que hasta les da chucho;
y entonces lo desatamos
y soltamos;
y lo sabemos
parar para verlo
refalar ¡en la sangre!
hasta que le da calambre
y se cai a patalear,
y a temblar
muy fiero, hasta que se estira
el salvaje; y lo que espira
le sacamos una lonja que apreciamos
el sobarla y de manea
gastarla, De ahí se le cortan las orejas,
barba, patillas y cejas;
y pelao lo dejamos
arumbao,
para que engorde algún chanco,
o carancho.

Con que ya ves, Salvajón
Nadita te ha de pasar
Después de hacerte gritar
¡Viva la Federación!