Dossier Szpunberg: la voz en el cometa
Por Boris Katunaric
El poeta y colaborador de Agencia Paco Urondo, Alberto Szpunberg, lanzó en 2016 su último libro, La habitante del cometa 67/P Churyumov-Guerasimenko. Se trata de la tercera publicación a cargo de ediciones Lamás Médula del autor, junto con ¿Por qué no habrá más bien brócoli?, y De ida sin vuelta (audiolibro junto a César Stroscio) ambos de 2016.
La parte inaugural de este libro comienza en su tapa, la estrella roja encima de una foto de Rosa Luxemburgo, y, en las primeras páginas, la cita más conocida de la autora “Quién no se mueve no sabe que está encadenado”. Un aura de nostalgia y romanticismo comunista recorre las páginas de este libro como un fantasma marxista. No así el realismo socialista ni el culto a la personalidad que propuso la escuela literaria de la URSS.
Alberto Szpunberg recorre el mundo a partir de la astronomía soviética agregándole una presencia extraña, una forma de abstraerse de esta tan particular forma de escenario científico-político con la fuerza de lo fantástico redoblándola en su sentido poético: una habitante, única y solitaria que se descubre, se ve observada desde los telescopios de Churyumov y Guerasimenko. La habitante del cometa hace su aparición desde los acantilados del cometa 67/P tímida, oculta, eligiendo cierto silencio:
La habitante entró así en el corazón de la nieve/ y sus huellas descalzas quedaron grabadas/ como corcheas de un pentagrama mudo
El contexto elegido por Szpunberg para La habitante… (Esta mezcla de comunismo, astronomía y presencias supra terrenales) no es azaroso y, como si fuera poco, obliga al poeta a crear un lenguaje único, que puede parecer en sí mismo narrativo, descriptivo, ciertas florituras que rememoren algún barroquismo, sin perder nunca los ejes que el poeta lleva como bandera.
En cuclillas, con su mortero entre los muslos,/ a la espera de que cuajen las mieles del otoño,/ la habitante macera las pócimas más ocres:/ como si el tiempo encauzase en su savia/ nervaduras por las cuales ronda la muerte.
Pero la pregunta más importante que nos genera el libro es ¿Quién está narrando? ¿Quién nos cuenta sobre la Habitante del cometa? ¿Y sobre Churyumov y Guerasimenko en la tierra?
La voz poética pertenece aquí al propio cometa 67/P, quien nos devuelve las imágenes de la habitante es la del mismo cuerpo celeste habitado, es una presencia que recorre los acantilados que llevamos en el cuerpo, eso que puebla pensamientos, momentos, recuerdos, deseos y sueños.
“gracias por tanta belleza”, me desespero, pero atenta a sus miedos ni ella responde…
El autor de los Exilios publicados en APU, cierra el libro con una sentencia fuerte. Sin embargo el lector no debe asustarse ni leer ningún tipo de predicción trágica ni despedida amarga. “Me echo a morir: no me despierten.” Es el verso que corona la obra. Se trata entonces de lo que cualquiera de nosotros podemos pensar en la cama, después de hacer el amor.