Reconstruirse para salir al mundo
Por FerKan
Si decimos que el libro de Alejo González Prandi (AGP) tiene una temática que parte del título El Deslumbre, centrada en el objeto de su amor, estaríamos en lo cierto, pero no nos permitiría tener un sentido completo. Pensarlo como un poemario de amor sería engañoso, una mirada muy limitada, porque podría pensarse que hay un lirismo romántico, fuera de época. Por eso es necesario indagar un poco más, por suerte el primer poema titulado “Si usted quiere saber lo que pasa en el mundo”, nos desenfoca de inmediato.
Pero nos hacemos esta pregunta ¿por qué el amor anda revoloteando de nuevo en la poesía cuando parecía erradicada en los noventa? Y entonces volvemos al contexto social, porque vivimos en un mundo físico y digital que se puso más violento e individualista, así es que AGP nos invita a volver a lo más personal o cercano, aunque sus poemas no son intimistas, a reconectarnos desde las emociones próximas para reconstruir una visión del mundo: “Haga suya la palabra de los niños/Levántese y sienta los grandes sucesos de los colores/El mundo está en todas partes”. Pero ese ir y venir en relación dialéctica no es algo sencillo, por el contrario, es por momentos inasible, como el objeto amado que podría relacionarse de forma análoga con las antiguas utopías redentoras: “Creí en esas palabras/ y sin haberlas encontrado te perdí.” Es bueno el riesgo en la literatura, ese ir a contramano de lo que imponen las tendencias del momento, a dar un paso atrás para dar otros dos adelante.
En los poemas de AGP se impone el verso breve, con un lenguaje breve, llano y directo, pero que dicen mucho. Algunos versos parecen apacibles: “Sin imaginar qué mundo/lo esperaba allá afuera/si la noche estaría de su lado/acarició a su mujer/tantas veces como pudo”.
Pero otra vez AGP nos engaña, y lo que parecía un fluir tranquilo, un aferrarse a lo que está al alcance de la mano, no es para nada complacencia o rendición ante la realidad. Este mirarse o mirar la inmediatez es apenas un paso previo a la reconstrucción, para ir hacia un cuestionamiento más certero, como en el poema "La disciplina": “Serás cruel con vos mismo/ y puntual a la hora de la cena/ lo que se dice/ una réplica de la obediencia.” Siempre desde la mirada del amor la persona puede volver a ser y situar al Ser de nuevo en el mundo, el Dasein o ser-en-el-mundo, como planteaba el filósofo Martín Heidegger, o como su poema "El Abrazo": “En la calle o en el mundo imaginario/donde vivan ahora/por circunstancias extremas/por amor (…) Sea lo que sea/comer amar trabajar/no tenga miedo.
En estos versos vuelven unidos el amor y las utopías. Que para esto sirva El deslumbre, para seguir impulsando los sueños más nobles de la humanidad, como dicen versos memorables de la marcha peronista: “para que reine en el pueblo/el amor y la igualdad”.