Ni moralismo ni vale todo
Por Ariel Smit *
Los debates sobre la sexualidad, el cuerpo, la pornografía y todos los tabúes que conllevan son absolutamente válidos y necesarios. Hacer una actividad en este sentido, en el ámbito de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e intentar sacar estos temas del ámbito privado y visibilizarlos, también. La Universidad, y la Facultad de Ciencias Sociales en particular, es un lugar abierto a la pluralidad de miradas, discusiones y pensamientos. Sin embargo, me permito poner en discusión el cómo y el dónde se llevó a cabo la actividad y las consecuencias que generó. No me da asco, ni me parece un escándalo, pero me permito criticarla por varias razones.
Quienes organizaron el evento y buscaron sexualizar la vida cotidiana de la Facultad y romper con ciertos tabúes no tuvieron en consideración al resto de la comunidad de Sociales. La decisión de realizarlo en los pasillos expuso a docentes y alumnos a una escena de la que no todos querían ser parte ni tenían por qué serlo. Al mismo tiempo que se busca ampliar la mirada sobre el cuerpo y la sexualidad, se niega al resto de los presentes la libertad de elegir participar o no en esa disrupción. ¿Por qué quienes estaban transitando el pasillo, dictando o presenciando una clase deben aceptar sin cuestionamientos convivir con una escena posporno en vivo y en directo?
Esto no quiere decir, de ningún modo, que la actividad debía ser prohibida o que debe sancionarse a los responsables del Área de Género y Sexualidades. Considero que se podría haber buscado otra forma novedosa de romper la cotidianeidad y convocar a la charla debate que se realizó luego, dejando el acto explícito para el aula, estudio de TV o auditorio. No se trata de ocultar la sexualidad, se trata de respetar la diversidad. Aún aquella que creemos que está impuesta por un sistema de relaciones y comportamientos con el que no acordamos.
Hay un grupo de docentes y estudiantes con ganas de pensar, debatir y accionar sobre estos temas: perfecto, bienvenido sea y que participen todos aquellos que quieran hacerlo. Lo que quiero proponer es reflexionar sobre la facultad como espacio público. Donde no creo que se pueda hacer lo que cada uno quiera, y donde tratamos de encontrar la forma de articular teoría y práctica. En ese sentido, la mejor forma de generar movimientos culturales contrahegemónicos es construyendo nuevos consensos. Me permito dudar que lo de ayer haya generado nuevos consensos.
Por otro lado, me interesa preguntarme acerca de las repercusiones que tuvo el hecho en medios y redes sociales. Cuando se planifica una actividad, lo lógico es que se piense en las consecuencias. Imagino que el objetivo de los/as compañeros/as que forman parte del área organizadora era generar un debate al respecto.
El problema es que en esa búsqueda se expuso a nuestra Facultad a una serie de críticas desde un sentido común totalmente conservador. Terminamos discutiendo si fue un acto partidario en contra de otra organización, si las autoridades de la facultad controlan o no controlan lo que se hace en los pasillos, y si los estudiantes de Ciencias Sociales se dedican a estas cosas con la plata de la Universidad Pública: de sexualidad y posporno, poco y nada.
No estoy planteando que actuemos determinados por el qué dirán, pero sabemos que los medios son formadores de opinión que luego son difíciles de rebatir. Si la actividad se realizaba tomando ciertos recaudos (por ejemplo, no apropiarse de la mesa de una agrupación política para realizar la escena de sexo) hay opiniones y comentarios que no tendrían lugar. Hay que defender y cuidar la Universidad Pública entre todos y en cada una de las prácticas. Que una actividad de un grupo particular nos exponga a todos, teniendo en cuenta los imaginarios existentes sobre nuestra comunidad académica y la militancia universitaria, me parece innecesario y bastante discutible.
Insisto en lo planteado al comienzo: no me da asco, no me escandaliza, no considero que los y las organizadores del evento son “un grupo de degenerados”, pero tampoco creo que para mostrarse transgresor se pueda hacer cualquier cosa y a cualquier costo. Estas palabras intentan ser un aporte para pensar nuestras prácticas de ahora en adelante.
* El autor es estudiante de Ciencias de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales.