La trampa de la amplitud
Por Manuel Saralegui*
"No hay recetas, ni etiquetas
que te hagan sentir diferente.
Buscás refugio, querés sentir,
querés un golpe de suerte.
Y en tu andar, veo mi andar
y somos los mismos de siempre."
La Renga
"Para ganar las elecciones hay que ampliar, hay que sumar, hay que juntarse, hay que abrir los brazos, no hay que ser sectarios. No hay que ser “ultra” kirchnerista, sino simplemente kirchnerista a secas, y hasta ahí. Silbando bajito, que no se note tanto. Un gran frente antimacrista, que pueda convocar otras expresiones, que no sea tan extremista ni fundamentalista. Un frente que le caiga simpático a Héctor Daer y a Claudio Lozano..."
Así reza el credo de la amplitud que sugiere que el kirchnerismo debe dejar de ser kirchnerista y crear un gran UNEN “nacional y popular” que junte a todxs lxs que coincidan en enfrentar las políticas neoliberales. Esta posición, que llamaremos amplismo, es moda entre diversos sectores del peronismo, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la Provincia.
El amplismo puede tener sentido en la construcción de frentes gremiales, estudiantiles, legislativos, pero corre riesgos de desdibujar a un proyecto político si se aplica a la arquitectura electoral, es decir, a la conformación de listas. Para ser claros, estamos en contra de ampliar, somos kukas sectarias, y creemos que esa es la estrategia correcta. Veamos.
1. Saltar la grieta
–Algunos dirigentes del peronismo bonaerense sostienen que CFK debería dar un paso al costado. ¿Qué piensa usted de ello?
–Yo no quiero hablar de paso al costado porque ella es representativa de un sector importante del peronismo y de la sociedad. Pero sí creo que si Cristina decide no ser candidata se puede ampliar mucho más el espectro de convergencia de compañeros que podemos pensar los mismo en una sola expresión.
Héctor Daer, triunviro (9/4/17)
"Yo recorro el país y la gente pide "únanse"". Daniel Filmus, (8/5/17)
Sostiene el amplismo que el kirchnerismo hoy no está en condiciones de volver, que los números no nos dan; y en eso pueden tener razón. Ahí pulula con fuerza el argumento del “piso alto y techo bajo” como un límite para nuestras aspiraciones políticas. Dicen, encuestas en mano, que “con el kirchnerismo no alcanza”, que tenemos que ser más que eso.
Con encuestas en mano, también sabemos que la candidatura de CFK es la que más “mide” en la Provincia de Buenos Aires. ¿No es CFK la más “ultra” de todas? ¿La más “piantavotos”? ¿La figura que “impide” la unidad de todo el campo opositor? Extraño que cualquier encuesta donde el peronismo lleva figuras más “moderadas” como Dominguez, Randazzo, e incluso Magario, aparecen todas con 5 a 10 puntos menos que Cristina. ¿Cómo puede ser que a mayor intensidad kirchnerista el peronismo sacaría más votos y no menos? ¿Qué razón oscura explica las masivas convocatorias que Axel Kicillof logra generar en todas las provincias del país?
La propuesta amplista, de cualquier modo, es una respuesta equivocada a la pregunta correcta. Bien ha dicho Alejandro Sehtman, lo que mejor le salió a Macri es ganarle al tándem Cristina-Scioli, y eso fue gracias (en parte) a “la grieta”. Lograron dividir a la sociedad a la mitad, hacernos creer que el enfrentamiento era entre trabajadorxs, entre ciudadanxs; y no una disputa entre un proyecto de mayorías y un proyecto de ínfimas minorías ocultas.
Sabemos que debemos superar la división lanatista de la sociedad si aspiramos a ganar las elecciones, porque Federico Pinedo va a ser gorila toda su vida, pero a nuestra tía que insultaba por no poder comprar dólares y ahora se quedó sin laburo, la podemos convencer de votarnos... si somos inteligentes y seductores.
Ahora bien, trascender la grieta no es ocultar nuestro kirchnerismo, sino hacer kirchnerismo por otros medios. Hay que lograr hablarle a lxs indecisxs, lxs no politizadxs, lxs que descreen de todo. Lxs que votaron al 54% del 2011 y se fueron yendo. Pero esos votos no se recuperan enmascarándonos, engañando a lxs ciudadanxs, escondiéndonos atrás de alguna figura “moderada”. Kirchnerismo/antikirchnerismo sigue siendo el principal ordenador conceptual de la política argentina. No hay manera de ocultarlo. Sea Cristina candidata o no, Intratables seguirá hablando de Lopez y Baez. Simplemente, hay que interpelar mejor, más inteligentemente, sin grieta, pero siendo kirchneristas.
2. La gente pide "únanse”
En política, la sumatoria no siempre da lo que unx espera. 1 + 1 puede dar 3 o puede dar 0,5. Una alianza electoral puede potenciar a sus miembros, o puede desdibujarlxs. Carrió + Macri fue (es) un exitazo. Alfonsín + De Narváez fue tan incomprensible e irrelevante que los liquidó a ambos. Massa + Stolbizer es una fórmula extraña, poco clara. Habrá que ver si lxs votantes la entienden. A modo de ejemplo, veamos el caso de Podemos, en España
En las elecciones 2015, la fuerza populista Podemos había resultado tercera en las elecciones presidenciales, sacando exactamente 5.198.333 votos. Como el Partido Popular de Rajoy no logró formar gobierno (problemas de los sistemas parlamentaristas) hubo que volver a convocar a los comicios. Allí, Podemos buscó una alianza con el tradicional Izquierda Unida, que había obtenido 926.783 votos. Pensaba Pablo Iglesias, líder podemita: si yo tengo cinco millones de votos, y me sumo el millón de votos de la izquierda clásica, logro pasar al PSOE como segunda fuerza, y de ahí a la presidencia es un paso nomás.
Llegadas las elecciones de 2016, la alianza Unidos Podemos esperaba superar los seis millones de votos; y terminó con 5.048.570. Es decir, no sólo no sumó los votos de la izquierda, sino que se restó de los votos que tenía originalmente. Quisiste ser otra cosa, y no te dio, la gente no te lo creyó. Para convencer, para interpelar, para seducir y transmitir confianza al electorado, debe unx ser unx mismx. Decía Íñigo Errejón, quien criticó la confluencia permanente con Izquierda Unida, que la “nueva mayoría” a construir era social y no partidaria. Cierto, Errejón perdió la discusión interna, pero quizás y sólo quizás porque el "Perón" de Podemos jugaba para el otro bando, para el amplista.
Volviendo a la Argentina y en la vereda de enfrente, para las presidenciales del 2015, el llamado "círculo rojo" apostaba por un gran frente antikirchnerista. Fue Durán Barba quien convenció a Macri de desistir de una alianza con Massa; y ese sendero lo llevó a la victoria. Incluso se hablaba de Macri presidente, Massa gobernador de la provincia en una misma lista. “Si te juntás con el tigrense, no vas a poder convencer de que sos el cambio” dicen que le decía el ecuatoriano a Mauricio. El amontonamiento es poco recomendado en todos los pagos.
Dice el compañero Daniel Filmus que, recorriendo el país, la gente le pide en la calle que la oposición se una. En la Ciudad de Buenos Aires, las bases de sustentación del kirchnerismo parecen pedir otras cosas: que Bossio renuncie a la banca, que Abal Medina diga quién lo mandó a votar los jueces de la corte. Traducido: previsibilidad, lealtad, solidez de la fuerza política. No amplitud. La unidad es para el movimiento obrero, no para las listas electorales. Y al que no le gusta, se jode se jode.
3. Nueva mayoría
Ampliar no es sumar dirigentes. Repetimos: ampliar no es sumar dirigentes. Mucho menos dirigentes que no se sabe bien qué dirigen, o más importante, a quiénes representan. La amplitud debe darse de cara a la sociedad, no a las dirigencias políticas.
Ojo: esto último no debe ser entendido como falta de reconocimiento a dirigentes territoriales con peso específico, en especial en la Provincia de Buenos Aires. Nadie puede negar que figuras de la talla de Magario, Mussi, Insaurralde o incluso Katopodis tienen “representación propia”. Han gobernado, en el marco de un proyecto de país virtuoso e inclusivo, sus municipios con excelentes gestiones, firmeza, modernización, inclusión, y sus electorados se lo reconocen. Esxs dirigentes, adentro.
Ahora bien: para derrotar al macrismo necesitamos construir una mayoría nueva, que se funde sobre lo que fuimos y lo que somos para construir un futuro. Laclau en su libro "La Razón Populista" nos tira algunas puntas:
La construcción de un pueblo implica también la construcción de la frontera que el pueblo presupone. Las fronteras son inestables y están en proceso de desplazamiento constante ... Esto conduce a un nuevo juego hegemónico: todo nuevo pueblo va a requerir la reconstitución del espacio de representación mediante la construcción de una nueva frontera. Lo mismo ocurre con los "exteriores" al sistema: toda transformación política no sólo implica una reconfiguración de demandas ya existentes, sino también la incorporación de demandas nuevas (es decir, de nuevos actores históricos) a la escena política -o su opuesto: la exclusión de otros que estaban presentes previamente -.
Una nueva mayoría, nos dice Laclau, requiere trazar una frontera entre el pueblo y la oligarquía. Requiere reconfigurar lo que ya teníamos, sumar nuevos sujetos sociales (hola feminismo), e incluso estar dispuestxs a excluir a algunos actores que estaban previamente adentro. La minería a cielo abierto, ponele, o a Alberto Fernández.
Una nueva mayoría de cara a la sociedad debe tener territorialidad, militancia, incluso figuras que convenzan y convoquen. Pero sobretodo debe proponer un sentido común que enfrente al régimen gobernante. Debe ser comprensible y coherente. CFK ha venido reflexionando sobre la victoria de Cambiemos como una enorme “estafa electoral”, enfatizando que el macrismo le mintió descaradamente al electorado. Frente a un gobierno al que no se le puede creer, el kirchnerismo es capaz de ofrecer la consecuencia y la coherencia como valores políticos. Macri te miente, Massa zigzaguea, Randazzo panquequea. ¿Y nosotrxs? Ya sabés, somos lxs mismxs de siempre.
4. El kirchnerismo del futuro
¿Con el kirchnerismo no alcanza? ¿Llegó ya el kirchnerismo a su “techo” político? ¿O hay margen para que la memoria del tecnicolor de los días felices kirchneristas se vuelva una presencia insoportablemente viva en las mentes y corazones del pueblo? A Perón le llevó décadas, proscripción y dictaduras para que las clases medias recapacitaran sobre su gobierno y pidieran a gritos su retorno. Hay que tener paciencia.
La experiencia de gobierno popular de 12 años irá macerando en la memoria de la sociedad, creando nuevos balances, reconsideraciones, revaloraciones. Algo de eso ya está sucediendo. Quizás un año y medio es poco tiempo para que una persona modifique su voto, admita haberse equivocado en el cuarto oscuro. El tiempo está de nuestro lado, en la medida en que sigamos nítidamente a la vista de nuestro pueblo, como una opción real de poder.
Cuando Néstor Kirchner llegó al poder en 2003, en campaña era claro y preciso sobre sus objetivos políticos y de gobierno. Pero no fue por ellos que ganó las elecciones. Entró a la Rosada, como dicen, por la ventana. Una "anomalía", dice Ricardo Forster. Una casualidad casi. Eso no será posible esta vez. La victoria que tenemos que construir no es por la ventana, sino por la puerta grande. Y nadie entra por ahí silbando bajito.
* Publicado en el blog del autor, Manuloblog.