No somos distintos, tenemos diferencias
Por Ezequiel Cardoso Torres
Hoy se suicida el jubilado Rodolfo Oscar Estivil, de 91 años, en una sede de ANSES de la ciudad de Mar Del Plata. Un hecho que debe llamarnos a todos, como mínimo, a la reflexión. Es necesario tomar dimensión de lo sucedido y analizarlo detenidamente, para comenzar a vislumbrar ¿hacia dónde nos está llevando la cultura del descarte?
Por allá, en la década del noventa, un periodista le pregunta a Diego Armando Maradona si está o no de acuerdo con la lucha de los jubilados; en aquel momento estafados y ninguneados, como hoy por la gestión Cambiemos. El Diego, con la sinceridad inapelable que lo caracteriza, lanza: “Nosotros tenemos que ser MUY CAGONES para no defender a los jubilados”. Y tiene razón, tenemos que ser muy cagones…
Al que no le entra está, no le entra ninguna. Está muerto quien no lucha por la vida.
“Si robó que vaya en cana ¡que me importa si es menor!”: Hay que ser muy cagones para no cuidar las posibilidades de nuestros pibes, hay que ser muy cagones para no luchar por la sonrisa de nuestros pibes. Hay que ser muy cagones para no temblar cuando nuestros pibes hurgan la basura para comer.
¿Cuántas pibas están condenadas a la exclusión en Nuestra América? ¿Cuántos pibes viven en la miseria? ¿Cuántos están sintiendo ahora el frío en la cara y el estómago vacío? ¿Cuántas veces les diste la espalda, los miraste con asco, les dijiste “no tengo”? ¿Qué va a pasar con ellos cuando crezcan? ¿Cómo pensás que te van a mirar? A vos, que sos cómplice de los derechos que les arrebataron, a vos que decís: “Si robó que vaya en cana ¡que me importa si es menor!”
Enorme el grado de egoísmo que anida en aquel que legitima la pobreza de un niño, como así también el suicidio de un abuelo que podría ser el mío, el tuyo, el de cualquiera. No tiene límites el cinismo del que legitima “palo y bala” para los que salen a protestar porque los rajaron del laburo.
Si no te entra esta, estás sonado mi amigo. Si no te entra esta, estás sonada mi amiga.
Avivate, desempolvá el traje y ponete los zapatos. Mirá al otro, a los ojos. Aceptá las diferencias: las vamos a tener. Mientras haces hincapié en lo que no estamos de acuerdo, un par de vivos se la llevan toda; la tuya y la mía, toda. Son los mismos miserables de siempre, son los aliados al imperio de turno, son la Coca Cola con la que “destapás felicidad”, las Nike con las que “sólo lo hacés”, el azúcar Ledesma manchado con sangre. Son Monsanto, son Techint, son Molinos Río de La Plata ¿tienen nombres distintos, no? Sin embargo, tiran todas para el mismo lado.
Están ahí, estuvieron ahí y, si no hacés algo, van a seguir estando ahí.
“Los vivos de siempre” son de la generación del ‘53 y del ‘80, los que hicieron “la Nazión” ejecutando y matando a todo gaucho y pueblo originario que se les puso en frente, para manotearle la tierra. Son los fusiladores, los que bombardearon la plaza de mayo y mataron abuelos, padres, madres y niños dignificados por el Peronismo. Son los civiles y los militares del ’76, que se enriquecieron con tomas de deuda y apertura de importaciones, son los que desaparecieron a 30.000 por disentir con un proyecto político- económico que desmanteló el aparto productico y sumergió a millones argentinos en la miseria absoluta. Son los de los ‘90, los que hoy desarticulan el incipiente aparato productivo que se pudo generar con el Kirchnerismo, son los que buscan romper todo tipo de organización política y social que no les permita avanzar.
Están ahí, son unos pocos nomás: son los Blaquier, los Peña Brown, los Bulgheroni, los Perez Companc, los Mitre, los Martínez de Hoz, los Macri, los Alzogaray, los Rocca. Estos son los apellidos de la miseria planificada, estos son los apellidos que diseñan la hoja de ruta de la cultura del descarte. Y están ahí.
Ellos se acunaron bajo el ala de los que mandan en el mundo. Por eso pasa lo que pasa.
Hoy un abuelo se pegó un corchazo pero antes de apretar el gatillo dijo “así no puedo vivir más”.
De eso se trata amigos y amigas, de ganarle la pulseada de muerte al neoliberalismo, a la cultura del descarte, al enemigo histórico del pueblo: se trata de vivir.