Miguel Ángel Bustos, biografía de un poeta militante
Por Miguel Martinez Naón
Apenas vuele sobre el llanto
por mi lengua riendo llegaré a tus manos.
Elástico al sol subiré enorme
acorralando en la noche
el día de vientos afilados.
Niños heridos
palomas de hambre
amordazan mis besos
sacuden mis risas y te alejan
para que muerda la vida y no me canse la muerte
(Miguel Ángel Bustos)
Un libro gigante; unas 545 páginas cargadas de tenacidad y pasión por parte de su autor. Una gran historia de amor que comienza a fines de los 90 y prosigue unos cuantos años más. Un trabajo exhaustivo de investigación y rescate que ya hoy nos permite disfrutarlo y compartirlo.
Estamos hablando de Miguel Ángel Bustos. Biografía de un poeta militante. Su autor, Jorge Hardmeier, con su ímpetu de periodista, ensayista, arquitecto, y algunos otros oficios más, logra en el transcurso de estos años unir las partes de una gran vida, la del poeta Miguel Ángel Bustos. Reúne diálogos con amigos, familiares, amores, escritores; dialoga con los compañeros y compañeras de la época, explora la vida de Miguel en un mapa de muchas otras vidas atravesadas por la belleza y la tragedia de su tiempo.
Para quienes ya conocen la obra de este inmenso poeta se van a encontrar con otras miles de historias: gente que lo ha cruzado en alguna avenida, que ha convivido con él, tuvo correspondencia, o lo conoció en la militancia o en la redacción de algún diario.
Hardmeier sobrevive a Bustos, lo rescata del ostracismo (estamos hablando de uno de los más grandes poetas argentinos de su época) rescata todo lo que un biógrafo callejero y detective puede anhelar: militancia, mística, amistades, vínculos familiares, tendencias literarias, etc. Y en ese camino consigue, tal vez, romper con viejos prejuicios y discriminaciones entre la inmensa e inmarcesible poética de este hombre y su compromiso militante.
Miguel fue un poeta inclasificable, sin rótulos, más allá de que muchos lo hayan caratulado como surrealista, místico, neorromántico, o simplemente “maldito”. Nada de eso lo encasilla, y al mismo tiempo todo eso se conjuga en su poesía y en esa forma de sobrevivir algo desesperada, jugada por encima de todo y finalmente borrada, secuestrada, desaparecida.
Desde un comienzo el autor del libro nos da a entender que esto no se trata estrictamente de un ensayo, se deja leer como una biografía novelesca donde Hardmeier tiene la capacidad de atraparnos en breves crónicas, encuentros y entrevistas. El tipo recorre librerías, llama por teléfono a uno por uno, los cita, los interpela, su asombro no descansa, se mantiene insomne.
Este libro es una gran historia de amor y comienza a mediados de los 90 cuando este periodista-escritor de nuestros tiempos comienza a leer un libro fotocopiado de aquel joven Bustos. A partir de allí nunca abandonará esa obsesión por encontrar el resto de sus libros. Su amistad con Emiliano Bustos - el hijo del poeta -es decisiva y gracias a él comienza a darle forma de libro a toda esta vorágine, labura incansablemente al rescate de esta gran vida; la de un hombre que finalmente es secuestrado y desaparecido durante la última dictadura cívico-militar, cuyos restos fueron hallados en el cementerio de Avellaneda en Mayo del 2014.
En este camino de investigación y apasionamiento se encuentra dialogando con otros grandes poetas, militantes y artistas como Alberto Szpunberg, el Tata Cedrón, Alfredo Carlino, Jorge Boccanera, Rodolfo Mattarollo, Horacio Salas, Vicente Zito Lema y muchos otros más.
Recopila cartas (correspondencia de Miguel con otros escritores), toma diarios de la época para contextualizar cada momento de su vida (asunción de presidentes, golpes de estado, partidos de fútbol, discos de rock, etc) hay cartas (de Manuel Mujica Láinez, por ejemplo) y prólogos a sus libros (de Leopoldo Marechal desde luego).
¿Quién fue Miguel Ángel Bustos?
¿Adónde me conducirá la locura que no sea el corazón de los hombres?
(Miguel Ángel Bustos)
Miguel Ángel Ramón Bustos Von Joecker nació un 31 de Agosto de 1932 en la Ciudad de Buenos Aires.
Poeta, dibujante, periodista.
Un militante de la izquierda revolucionaria. Se sumó a las filas del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) asumiendo desde entonces un enorme compromiso militante, tal como cuenta su amigo y compañero Vicente Zito Lema: “Hay que reivindicarlo como un revolucionario y como alguien que se jugó la vida por sus ideas y que habló en un tiempo en el cual muy pocos hablaban. Ese es el hecho, no hay que negarlo. Es desestimarlo tratarlo como un loco suelto porque no lo fue (…) La imagen de Miguel Ángel Bustos como un loco suelto es una hijaputez”.
Alberto Szpunberg nos habla del “eterno rostro de niño inocente, pícaro, sufrido” y también nos cuenta de su tarea como periodista: “son muy interesantes sus notas, no sólo son muy buenas sino que se ve la fe revolucionaria, hay una intención política muy clara”.
El autor de Corazón de piel afuera (poemas que luego fueron musicalizados por el Tata Cedrón) trabajó para medios gráficos como Panorama, Siete Días, La Opinión y El Cronista. Esta fue una de las labores menos difundidas del poeta, sus notas finalmente quedaron copiladas en el libro Miguel Ángel Bustos. Prosa 1960 – 1976.
Muchos de los entrevistados en este libro coinciden en que Miguel era un tipo de mucha formación intelectual, gran lector de ensayos. Ejercía un periodismo crítico combinando su fervor como poeta y lector con un estilo transparente y preciso, en un clima de época de gran intensidad, al calor de la resistencia, junto a compañeros como Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Juan Gelman, entre otros. También se lo recuerda como un tipo con mucho humor, un humor fatalista y negro, y por eso, dicen, apreciaba mucho los libros de Alfred Jarry. Según dicen vestía de forma muy elegante, era un humilde galán, sus ojos parecían los de un león y tenía mucho éxito en el mundo femenino (características que uno va descubriendo a medida que lee la biografía).
Al hablar de su poesía tal como señala el poeta Javier Galarza su filiación claramente radica en los surrealistas y en los románticos. Admirador de Pablo Neruda, Mario Benedetti, César Vallejo, Rilke, Nerval, Rimbaud, el romanticismo alemán, el simbolismo francés, los malditos, la poesía heroica popular castellana; Tolstoi y Dostoievski, Nietzsche y la Cábala; la literatura Sufi y la Biblia.
Su último libro El Himalaya y la moral de los pájaros fue prologado por su maestro Leopoldo Marechal quien lo definió como “Poeta místico en estado salvaje”.
En esta biografía se incluye un valioso ensayo de Reynaldo Giménez sobre su poética donde expresa: “La poesía de Bustos, para quien se sumerge en una voz como en una fuente de alteridad, se ha mantenido en vilo durante todos estos treinta años, con su insobornabilidad y fluída resistencia. Se podrá negar una obra, pero lo que esta aporta a la conciencia existe más acá del hecho de que algunas conciencias particulares o generales perciban más que otras”.
Las palabras de Reynaldo se incluyen, como ya dije, en medio de esta enorme fuente de investigación, y en ese sentido el trabajo exhaustivo y brillante que ha realizado Jorge Hardmeier durante años hoy nos permite explorar no solo sobre la vida y la obra de este enorme poeta, sino también sobre su tiempo, la convulsión de la época; el delirio, la mística y el compromiso que él supo abordar desde lo colectivo al mismo tiempo que sus angustias, los encierros y los castigos, que vinieron antes de la dictadura, ya que durante su juventud estuvo internado en el Hospital neuropsiquiátrico Borda, donde a pesar del tormento logró entablar una amistad con el poeta Jacobo Fijman.
A la edición de su obra poética completa se suma esta hermosa y gigante biografía que nos permite entrelazar su obra con los fragmentos de su vida; poeta protegido y rescatado.
El día que se lo llevaron, cuenta su compañera, entran cinco policías a su casa. Estaban él y ella con su hijito. A ella le ordenan encerrarse en la cocina con el niño. Rompen todo, destrozan sus libros. “Lo llevamos por averiguación de antecedentes” le dicen a ella. “Llevate una manta que hace frío” le dicen a él. Entonces Miguel Ángel va hacia el submarino amarillo (así llamaban cariñosamente a la habitación de su hijo, porque estaba ambientada así, como la obra de los Beatles) y toma una manta. “Miguel se llevó una manta de ese cuarto, y yo me quedé mirando desde su ventanita, a pesar de que era tan chiquita que no podía ver nada” cuenta ella. Miguel Ángel no volvió nunca más.
Militante revolucionario. Poeta místico en estado salvaje. Eterno rostro de niño inocente, pícaro, sufrido.