Las travestis ya estamos hablándole al futuro
Por Florencia Di Paolo
Ilustración: Mora Petraglia
Me hubiera gustado entrevistar a Camila Sosa Villada como la conocí: birra de por medio y con música de fondo, leyendo El viaje inútil en una juntada después de comer pizza y llorando, mientras Gilda le decía a un tipo que no se hiciera el loco o le cerraría la puerta en la cara. Sin embargo, las vueltas geográficas de la vida nos llevaron a compartir algunos correos electrónicos y mensajes por redes sociales.
Su ficción, como toda buena ficción, no explica: muestra. Muestra y se te atora en la garganta, junto con todo lo que guardamos en secreto y todo lo que no está permitido por la heteronorma. Hay una multiplicidad de sentidos en disputa en todo lo que Camila toca. Saca de debajo de la alfombra una realidad latente y nos demuestra que la ficción trama sentidos de forma poderosa. Por ejemplo, las decisiones políticas del mundo editorial y el mercado del arte contribuyendo a la invisibilización de las personas trans en la ficción o la estereotipación de las mismas. La sociedad las quiere escondidas, pero las encuentra organizadas y gritando. O escribiendo piezas maestras como las de Camila.
Agencia Paco Urondo: En El viaje inútil decís que primero aprendiste a escribir y después a estar triste ¿qué es para vos la escritura?
Camila Sosa Villada: La escritura para mí es una práctica, un hacer continuo, un haciendo, como dice la Marlene Wayar, que dice: Soy un gerundio. Es muy difícil decir qué, pero sí te puedo decir lo que involucra. La escritura es un poco de soledad, que a veces se vuelve la cosa más amada y a veces lo más insoportable. Es la creencia de que en el lenguaje está la posibilidad de curar ciertas enfermedades del mundo, de habitar la historia, de hablar al futuro. También es el café, el porro, la comida, el vino, el tequila que acompaña esta práctica. La confusión, un viaje constante a la memoria de donde proviene la inspiración. Y luego, es la posibilidad de ausentarse de una sociedad que nos hiere. Una escritora necesita muy poco.
APU: ¿Creés que hay algo de sanador y de resistencia en escribir?
C. S. V.: La sanación corresponde si hay una enfermedad. Pero la gente también escribe y lee desde la salud, de lugares muy sanos. No es sólo la escritura, es cualquier práctica del lenguaje lo que cura. La palabra dicha, escrita, oída, cantada, gesticulada, ocultada, disfrazada, todo lo que involucre el lenguaje cura.
APU: En todo eso, ¿hay una búsqueda artística?
C. S. V.: Digamos que no ando en búsquedas y que sin embargo encuentro. Yo escribo. No pienso que con esto voy a hacer justicia. Quienes leen hacen con lo escrito lo que se les pega la chingada gana. Pero yo escribo. Sin saber por qué, ni qué, ni para qué, ni de dónde. Simplemente lo hago y eso mueve emociones en otras personas.
APU: ¿Considerás que en las ficciones tanto escritas como audiovisuales o teatrales hay lugar para personajes trans? ¿Crees que se traman bien esas realidades? Habría que romper todo.
C. S. V.: Creo que no, que es parte de una invisibilización sistemática y disciplinadora la ausencia de las trans en esas expresiones. Es un poco obvia mi respuesta y creo que además vos la sabés. Que lo diga yo puede hacer creer que mi pretensión es que hablen de nosotras en las ficciones. Pero va más allá. Esa ausencia no es más que el resultado de un sistema que castiga todo lo diferente. Todo lo que no se adecúa. Por supuesto que hay que romper todo y por supuesto que hay que hablar por nosotras mismas, algo que entre varias venimos haciendo desde hace muchísimos años.
APU: ¿Estás haciendo alguna obra de teatro en este momento?
C. S. V.: Este año cumplo diez años como actriz, yo le digo mis bodas de seda con la actuación y lo festejo con una obra que se llama Vienen por mí, de Claudia Rodríguez, que es una escritora chilena travesti, maravillosa y honda.
APU: ¿Qué nos podés contar sobre Las malas?
C. S. V.: De Las Malas qué puedo decir: es mi primera novela. No es autobiográfica, como todo el mundo dice y es un signo muy fuerte en estos tiempos que mi nombre esté en las librerías, en esa editorial tan prestigiosa que publica libros de, entre otras, Marguerite Duras, Kundera, Almudena Grandes... Es un símbolo: las travestis ya estamos hablándole al futuro.