El modelo Kicillof: una esperanza surge
Por Juan Manuel Ciucci
No decimos nada nuevo, pero lo corroboramos. Y al hacerlo, es una puntada de esperanza ante el futuro. Es Kicillof la mejor expresión de la fuerza política que estamos construyendo. Una autoridad indiscutida en lo suyo (la economía, ni más ni menos), y un intachable desempeño en la gestión pública son algunas partes de éste fenómeno. Que parecía no caerle tan bien a un amplio sector, y que sin embargo ahora parece dispuesto a acompañarlo con su voto. Ni tan lejos como decían que estaba, ni tan cerca como parece ahora. Pero hay allí un camino realizado que en algún momento para varios/as parecía imposible.
Cuando comenzó a recorrer la Provincia de Buenos Aires nadie creía que pudiera sin más ser el candidato a gobernador. Las tramas internas del territorio y la histórica apatía de los "varones del conurbano" parecían sellar su suerte. Sin embargo, terminó imponiéndose a base de trabajo y números, cuando nadie pudo presentar un/a candidato/a con mejores chances que las suyas para derrotar a Vidal. Y esa recorrida transformó también al candidato, que dejó atrás su figura de técnico y desplegó sus potencialidades como político. Incluso en la difícil encrucijada de ser uno de los candidatos más kirchneristas en estas elecciones, donde la unidad ha traído cierto enmascaramiento de las identidades. Lejos de representar a un sector, Axel ha logrado interpelar desde la unidad del Frente de Todes al electorado provincial.
Más allá de cómo le vaya este domingo y el crucial de octubre, la experiencia de Kicillof se torna sumamente interesante al momento de analizar nuevas formas y prácticas políticas. Desde una grupalidad técnico-militante se supo imponer a partir de sus conocimientos y propuestas, elevando el nivel del discurso y el debate públicos. Rápidamente comenzó a ser una figura reconocida, en gran parte a partir justamente de su formación, llamando la atención hasta de quienes lo rechazaban. "Puedo estar en contra, pero reconozco que es un tipo formado", decían. Ni siquiera el macartismo de Pichetto logró dar en el blanco y sumar ruidos "comunistas".
El de Axel es un caso donde la formación política, técnica y militante rindió sus frutos. Es uno de aquellos que está en condiciones de encarnar el famoso "trasvasamiento generacional", y al mismo tiempo servir de ejemplo para quienes piensan hoy otras formas de militancias. Ante tanta crisis de "orgas", el accionar de Kicillof muestra un camino periférico que supo entablar un diálogo técnico-militante con el movimiento popular más importante del país en el poder. Y desde allí, convertirse en referencia sin subsumir su identidad dentro del genérico gobernante, ni de alguna de sus orgas principales. Y que cuatro años después logró encabezar una de las mayores patriadas de estas elecciones, como es intentar destronar a la figura fuerte del oficialismo.
Es por esto que se vuelve tan trascendente esta apuesta. Porque significa hoy poder recuperar la Provincia de Buenos Aires, pero con una figura que puede encarnar al mismo tiempo una renovación de la política en el distrito. Porque puede poner freno a una maquinaria electoral compleja como es Vidal. Y porque además, ofrece una perspectiva de victoria para los años venideros, después del gobierno "transicional" que todes suponemos puede ser el de Alberto, si logramos triunfar ésta vez. Hay mucha esperanza en este Axel que va hoy contagiando el conurbano, y que quizás este domingo pueda regalarnos un enorme alegrón. Quizás con Fernández Sagasti en Mendoza y el incipiente Lammens en CABA, sean los/as cruzados/as de una batalla que comienza ya, pero que puede durar unos cuántos años más. En este aciago presente, representan una posibilidad cierta de futuro. Porque hay cuadros formados, porque hay dirigentes curtidos, tenemos hoy esperanza de triunfos. Que así sea.