Framini, el Programa de Huerta Grande y la crisis de nuestros días
Por Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense*
Entre los hechos políticos inéditos que se han producido en el mundo a lo largo de la historia de la humanidad, hay uno que nos toca directamente. Fue la prohibición de un movimiento político que ya estaba prohibido: el Peronismo. Así es, el 10 de abril de 1963 en Argentina se prohibió por decreto al Partido Peronista que ya había sido disuelto unos años antes por otro decreto de la "Fusiladora". Ese mismo día el Papa Juan XXIII lanzaba su última encíclica, "Paz en la Tierra" en la que reafirmaba que la paz de los pueblos solo sería posible sobre la base de la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
Contradiciendo al Papa, en Argentina se decretaba: No hay libertad posible para los peronistas.
Persecusión, sanciones e inhabilitaciones para quienes cometan el pecado de tomar contacto con el "tirano prófugo" o se atrevan a difundir sus directivas, declaraciones o entrevistas. El fantoche utilizado por los uniformados para imponer ese decreto fue el presidente José María Guido, uno de los tantos utilitarios hombres del radicalismo que reemplazó a Frondizi tras ser derrocado por el golpe militar de marzo del '62.
En realidad a Frondizi lo golpeó definitivamente la voluntad democrática del pueblo peronista con el estruendoso sopapo asestado en ese mismo mes de marzo en las elecciones de la provincia de Buenos Aires que consagraron a nuestro entrañable compañero Andrés Framini como Gobernador. Desesperados, los perros rabiosos del sistema se vieron empujados a prohibir a un movimiento que no sólo era capaz de burlar la prohibición anterior sino que cada día se volvía más peligroso para sus estructuradas mentes oligárquicas.
Si bien a Framini no le permitieron asumir su cargo, al igual que a otros 10 gobernadores peronistas que habían triunfado en distintas provincias argentinas, la dinámica de las organizaciones peronistas preparadas para moverse con eficacia tanto en la legalidad como en la clandestinidad, resultaba para las fuerzas reaccionarias imposible de contener. En julio de 1962, el movimiento obrero reunido en la localidad de Huerta Grande en un encuentro presidido por el gran Amado Olmos, emitió un documento que hizo temblar a los poderosos.
Fue el Programa de Huerta Grande, que entre otras cosas planteaba:
1.Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado.
2.Implantar el control estatal sobre el comercio exterior.
3.Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficas.
4.Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales.
5.Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo.
6.Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción.
7.Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación.
8.Implantar el control obrero sobre la producción.
9.Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales.
10.Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.
Punto más punto menos, podría estar escrito para éste tiempo. ¿No les parece?.
En línea con lo que indicaba el líder desde Madrid, Andrés Framini hizo por esos días imperdibles declaraciones al diario "Noticias Argentinas" que vale la pena reproducir. "El sistema capitalista está en crisis, nada ni nadie podrá salvarlo...""¿Y qué es el salario en éste sistema capitalista? una pequeña parte del valor real de lo que producimos. ¿De qué sirve luchar por un mero aumento de salarios si a los dos meses todo aumentó y volvemos a lo mismo, apenas a ganar unos pesos para subsistir?..."
"Hay que transformar toda la estructura económica, financiera y jurídica, social, política y estatal". Las apreciaciones de Perón en boca de Framini... ¡Hoy más vigentes que nunca!
La cuestión es que para el radicalismo amarillo de aquellos tiempos, para los Alsogaray y Pinedo que fueron ministros de economía de Guido, para quienes eran el equivalente a los actuales Rocca, Galperín, Magnetto y otro puñado de multimillonarios, para los financistas extranjeros, las multinacionales monopólicas y las resentidas hienas azules y coloradas de las Fuerzas Armadas, éstas ideas resultaban un serio riesgo en nuestro país, considerando el escenario mundial de descolonización, revoluciones y no alineamiento.
Por eso, en la desesperación, había que prohibir algo que ya estaba prohibido.
"Tarde o temprano, la razón, la verdad y la justicia triunfarán. Por eso seguimos la táctica del agua que siempre pasa, con violencia, si se puede; sino con perseverancia. No hay poder en la tierra que pueda contener a un pueblo que decide imponer sus derechos y conquistar su libertad", decía Framini en aquel reportaje.
¡Y así fue!
*Este artículo fue publicado originalmente en las redes sociales del autor.