Sálvese quien lea
Por Boris Katunaric y Norman Petrich
Llama la atención en quienes sostienen el formato de la industria de los libros el crecimiento en la última década de las editoriales independientes, un fenómeno mundial que se replica con más fuerza en nuestro país. Estos sellos han logrado formar catálogos importantes a través de entramados laborales con imprentas, escritores, entre ellas mismas, para tener una oferta más que interesante. En su mayoría tienen un contacto directo con el lector por medio de ferias pero también una relación muy especial con los libreros de oficio que lleva a que estos últimos le den trascendencia y espacio en sus lugares de trabajo. La pandemia del COVID-19 vino a trastocar esa arquitectura y todas las editoriales, en especial las independientes, tuvieron que reinventarse. Agencia Paco Urondo conversó con Malena Pestellini sobre las acciones de resistencia que estas editoriales llevan adelante en tiempo de aislamientos colectivo.
APU: Venimos de una gestión en la que, sin duda, las industrias culturales fueron perjudicadas y dentro del mundo del libro, las editoriales independientes fueron las primeras perjudicadas ¿Cuál es el estado pre-cuarentena de las editoriales independientes?
Malena Pestellini: Lo de la cuarentena está siendo bravo pero mucho más bravo de lo que estás mencionando. Los cuatro años de macrismo con políticas recesivas y por más que nosotras, como editoriales independientes, entendamos y hayamos conformado nuestros propios espacios de lectores que comparten y nos sostienen. Lo cierto es que los libros no son bienes de primera necesidad, por lo tanto pasaron muy atrás a la cola. Como política cultural, con el macrismo recordarás que no había Ministerio de Cultura y además no había ninguna perspectiva de que la cultura tuviera valor. Para nosotros fue durísimo, no durísimo como es en la cuarentena que hay que pensar nuevos modelos económicos, donde hay que ponerse más creativas, más solidarias, hay que tejer lazos sino que es una cosa de desastre, de tal magnitud que en el camino quedaron editoriales, proyectos, librerías, distribuidoras. Los niveles de inflación hacen que laburar con nuestras imprentas, que muchas son compañeras y ayudan a sostener, se deshacen en el camino.
APU: ¿Dentro de la apertura que realizó el poder ejecutivo sobre la venta on line de libros, qué acciones están tomando?
MP: La primera acción con la que salimos el lunes es que, con un grupo de 27 editoriales interdependientes y 15 librerías autogestivas armamos un programa que se llama Sálvese quien lea, es una iniciativa que preparamos antes de que abriera esta posibilidad de que las librerías hicieran envíos a domicilio, pero que fuera un nexo entre las editoriales, las librerías y las comunidades lectoras, que no estuviera pensado en la venta directa porque esta perspectiva del Coronavirus, lo que trae a la mesa como variedad es que las ferias se terminan. Por eso necesitamos que las librerías amigas que nos acompañan a nosotras sobrevivan. En este caso, armar un plan de venta directa cortaba ese nexo que es fundamental., por lo tanto lo primero que armamos el lunes pasado es una selección de nuestros catálogos, de esa selección hay un descuento, se invita a nuestras comunidades lectoras a elegir la cantidad de libros y después retirarlo por su librería de cercanía cuando se hubiese levantado la cuarentena, estamos planteando que sea a mediados de mayo porque no era una estrategia para los deliveris porque sino una instancia previa de comunión.
El Sálvese quien lea arrancó el lunes, por ahora nos está yendo muy bien, tuvo buena repercusión, hay algunas posibilidades de que se replique en otras provincias con sus propias estructuras, en el modelo que les resulte más conveniente (para que no sea tan porteñocéntrico). Es la acción que nos parecía más cuidadosa con todos los actores de ese momento. Nosotros somos pequeños proyectos autogestivos que se conducen con quienes nosotros conocemos, conocemos a quienes nos leen: nos comprás ahora, te hacemos un descuento y después podés acercarte a tu librería y retirar lo que elegiste y nos sostenemos un poco entre todas.
APU: ¿Manejan la idea de delivery o no están viendo esa posibilidad?
MP: El delivery no lo estamos pensando porque no estaba esa posibilidad cuando lo largamos, y porque un poco la idea era llevarles a las librerías los paquetes cerrados con la logística lo menos compleja posible, pensando en un aislamiento social obligatorio más rígido. Pensá que somos 27 editoriales hasta ahora (no descartamos que se sumen otras), implica que hay que juntar el material empaquetarlo, llevarlo. Para no cometer excesos de voluntarismo en medio de una situación bastante crítica en donde estamos tratando de ser lo más cuidadosas posibles.
APU: Hay una economía que habrá que reconstruir post-cuarentena ¿Cómo se empieza a remar de vuelta desde este sector?
MP: No lo tenemos tan claro, tampoco sabemos cuál va a ser la economía en la que vamos a emerger. Lo que está muy fuerte en la mesa, y desde ahí iremos desovillando, la cuestión de la interdependencia. Tiene que haber una política industrial y de oficio y no esta idea de mutar a la industria de la lectura digital, porque es un universo que en verdad no existe y que además viene rápido a la mesa todo el tiempo. La lógica de una solidaridad que se trame entre todas las que estamos participando es la única que nos va a sostener en una economía que no sólo va a ser recesiva sino que tampoco está claro cómo va a funcionar, que nuestros libros no son artículos de lujo pero que, por lo tanto, van a tener que sostenerse en esta relación que vincula a quienes nos leen, a quienes nos sostienen, a quienes nos comercializan. Pero en principio lo que va a haber que hacer es pensar políticas para el sector, pensando en las librerías para que no se fundan y con las editoriales desde una propuesta más colectiva. Estamos viendo cómo organizarnos de cara a un universo desconocido con una economía desconocida.