Poesía: “Por mano propia”, de Melina Alexia Varnavoglou
Boris Katunaric dialogó con Melina Alexia Varnavoglou en agosto de 2019, al poco tiempo de salido su libro Por mano propia. Nos encontramos nuevamente con la autora en esta nota sobre esta poeta que se presenta, irreverente, como “sufridora ejemplar”, “trolla poética”, “kantiana con derecho a roce” o “cosplay de Susan Sontang” y que, además, es parte del colectivo “Quiero tomar una coca contigo”, grupo de poesía transfronterizo.
En Spotify podemos encontrar el EP vinculado a sus poemas, que reúne poesía y zonas sonoras titulado y que fue realizado por Melina junto al bajista Gabo Cuman. Estos Restos Planetarios generan un espacio singular con música, otras intervenciones sonoras (como las palabras entrecortadas de una mujer perdida en la galaxia), la voz de la poeta desfasada y una estética de ciencia ficción, a la que contribuye la tapa del fotógrafo Ariel Felman. “Con la música se exploran otras cosas del poema”, dice Melina.
El libro está dividido en tres partes: “El derecho al desastre”, “Por mano propia” y “Algunos barcos se construyen sólo para verlos quebrarse sobre la superficie”.
En “Algunos barcos se construyen sólo para verlos quebrarse sobre la superficie” encontramos personajes inesperados, como los pintores Paul Jackson Pollock, René Magritte, Polok o Joseph Turner y el confesado fanatismo de la autora por la pintura: “Tengo un poco de envidia a los pintores. Es un lenguaje más directo, con más cuerpo”, dice Melina. “Me interesan mucho ciertos cuadros y hago con ellos una écfrasis (representación verbal de un objeto artístico). Da Vinci hacía muchas écfrasis, en notas que acompañaban a sus bocetos. Me ha pasado con muchos cuadros, como los de Turner, sentir una emoción y querer expresarla”.
Destaca “lo que es crucial” por medio de personajes como Giordano Bruno, la Mona Lisa, La Gioconda, pintada por Leonardo da Vinci o la bióloga Sybila Merian, que también hacía grabados. “Sybila fue una entomóloga del siglo XVI. La descubrí mientras estudiaba Historia Cultural en la UNSAM, que es parte de la carretera de Filosofía. Cursé seminarios de Da Vinci y otro de Giordano Bruno. Entre estos personajes, tan interesantes para escribir, en Mujeres de los márgenes, de Natalie Zemon Davis, un libro que habla de tres mujeres del siglo XVI (una católica, una protestante y una judía) que consiguieron cierto tipo de emancipación, en sus contextos. Sybila Merian me pareció fascinante porque es una viajera, naturalista. Ella, a los cincuenta años, se separó del marido, se unió a una orden religiosa, comenzó a viajar y en América Latina descubrió especies mucho antes que Darwin”. Una interesante mirada sobre esta mujer que, en una época tan atravesada por los cronistas religiosos y por los dogmatismos, se atrevió a recorrer y a dibujar lo que observaba.
La primera parte del libro “El derecho al desastre”, es una indagación profunda en el yo poético que también dibuja una época: “Es el pathos o el espíritu de cierta época. Como feminista, estoy atravesada por ello. Es no querer amoldarse a ciertas estructuras, tampoco formalmente, además de en la manera de vincularnos, al no aceptar ciertas prácticas machistas, pero también con romper con una violencia interna que tenemos las mujeres y otras identidades sexuales”.
Los poemas de esta parte fueron escritos en un periodo más largo, donde lo biográfico está más presente, así como su entorno más cercano, las amigas, el erotismo, los afectos, el desamor, los pensamientos, lo que le duele de la sociedad.
“También aparece allí Melina Romero, que tiene mi mismo nombre y fue víctima del femicidio. Fue en una época anterior al surgimiento del movimiento Ni una menos, no existía aún la línea 144 ni un índice de casos o políticas al respecto como hay ahora”. El poema comienza diciendo “Cuando muere una con tu mismo nombre”. Encuentra su nombre entre la lista de mujeres asesinadas, de la cual cualquiera podría ser parte y nos advierte de una lucha política contra una desigualdad que no cesa. “Pegadito a éste, está el poema consolaciones, que comienza con un acápite de Juana Bignozzi: siempre tengo una mano lánguida y caída/para que alguien baje de su gloria y la bese”, dice. Allí es donde proclama su derecho al desastre que da título a la primera parte.
“Gatas que lloran de noche”, el poema que cierra la primera parte, comienza con un acápite de Selva Casal que dice “Viví con las arañas, con ellas aprendí a asesinar”. Seguimos en la línea de la entomología, pero tomamos el camino de la violencia, una violencia que podríamos llamar justiciera, porque busca reparar simbólicamente una herida. “Este poema es muy querido también porque lo leímos en las jornadas de la vigilia por la legalización del aborto y fue incluido en el libro Martes Verde”, comenta Melina.
La violencia se narra poéticamente, en un juego armonioso de narrativa y lírica en la segunda parte “Por mano propia”, que da título al libro, en un solo poema, donde se concreta la venganza de una chica contra su abusador. Encuentra en la poesía un espacio simbólico para las mujeres y otras personas oprimidas que “tienen mucho de inenarrable”.
Los materiales para esta nota fueron tomados de la entrevista realizada en el programa Moebius, de Gerardo Curiá y Lidia Rocha
Maria Sybila Merian
A Gabriela Mitidieri
Tu papá calcaba flores de los libros de botánica
para ilustrar otros por encargo
todo el día la copia de la copia
la única mujer de cuatro hermanos
aprendiste a pintar antes que a leer
pero después que a rezar
escarabajos grabados en cobre
mariposas con acuarelas
y de adolescente devorabas a las orugas
¿quién dijo que las niñas le temen a los insectos?
A los 50 dejaste a tu marido y al convento
es más, te declaraste viuda
y partiste junto a la pequeña Dorothea
a la salvaje región de Surinam
-como toda divorciada querías
conocer Nueva York-
La Compañía holandesa era poderosa
pero a vos no te dio un peso
tus fines más que religiosos eran científicos
pero no por eso menos espirituales,
decepcionados por el mito del oro
rearmaron la tierra y plantaron todo de cañas de azúcar
vos afinabas la vista calibrando el pincel
el boceto un registro no tan colonial
paciente dibujabas alles,
alles ganz wunderbar!
Como una hormiga bicolor te escabulliste
entre las indias negras y las piel roja
las viste abortar más hijos esclavos
con esa sangre regar los cultivos
y tender hacia el sol los brazos
tu tez blanca bajo el sombrero de paja
adoptó un gesto orgulloso
en paz cantabas cruzando el cañaveral
rumbo a tu choza
¿Aun leerías la Biblia? ¿Sería la misma tu fe?
Si ahí estaba la naturaleza toda
abierta como el pecho del mejor creyente
si viendo una tarántula renovar su exoesqueleto
finalmente lo entendiste
“Es esto Dios. Una destrucción”
De Holanda te reclamaban insistentes
Ahí seguía Graff, en la puerta del convento
recitando versículos
pero vos ya no eras María
tu Sybilla maravillosa cantó
Ni menos estabas sola,
además de Doro te volviste con Jacoba
la india que te mostró el manzano
y besó tu frente hervida
cuando esa peste del Sur te mató
Darwin nunca se enteró de tu existencia
aunque casi todo ya lo hubieses visto primero vos
pero ahora miro sin parar tus dibujos
hasta que mis ojos
alcanzan la blandura de la selva
Melina
Cuando muere una con tu mismo nombre
es extraño
no más grave
ni menos ajeno
pero algo detiene la mirada
unos minutos delante del titular.
Pesa más la página al pasarla.
Es como si no lo entendieras.
¿De verdad va a ser así?
¿Una foto, mi nombre, hipótesis al respecto?
¿Más fotos, otros nombres, teorías al respecto?
consolaciones
siempre tengo una mano lánguida y caída
para que alguien baje de su gloria y la bese
Juana Bignozzi
La gente pregunta
¿Cómo? ¿A vos? ¿Él a vos? ¿en serio?
y me hacen sentir un error
en la secuencia de lo esperable
un trofeo cayéndose de las manos del ganador
un crimen contra la belleza que yo vengo a representar
y finjo que me consuelan
pero en el fondo no para de molestarme
¿piensan que no puedo ser oscura?
¿que este cuerpo produce más placer qué demonios?
¿que mi amor no es capaz de arruinarlo todo?
Permítanme el derecho al desastre:
Yo no soy hermosa
No soy buena
Ni inteligente
Soy una chica luchando contra su corazón
interponiendo su corazón
al corazón de los hombres
como un escudo vano
pocas veces resulta
dura poco tiempo
y vista desde afuera
es aburrida la batalla.
Gatas que lloran de noche
Viví con las arañas
con ellas aprendí a asesinar
Selva Casal
Son como bebés
o el sonido de una sirena quedándose sin batería
si viviera en el campo
pensaría que es alguien
que sacrifica a un cerdo.
De cualquier manera, siempre son como cuchillos
y conmigo comparten
el grito celebratorio
de haber sido amadas
todas las noches
a la fuerza.
Mi primera idea de la violencia
ha sido ésa
un ser aplastando a otro
por el bien de la especie.
Al salir de casa, los mediodías
a veces las encuentro
y es como si nos reconociéramos
ambas tenemos ese signo marcial
la sombra gigante del macho
todavía sujetándonos
cuando cae la tarde
las acaricio
y les doy algo de comer
hago mal en sosegar sus cuerpos
en darles cariño
en recrear la paz
Debería enfurecerlas
sembrar en sus corazones
el odio y la resistencia
deberíamos librar
yo en la cama
ellas en los techos
la misma guerra
y un día finalmente
huir
Esa noche la luna
será lo único
sobre nosotras