Alejo Rodríguez de Fraga: “El tango y el rock puro y clásico, no existen”
Por Mariano Nieva | Foto: Mariela Santos
Entrevistado por AGENCIA PACO URONDO, Alejo Rodríguez de Fraga editor y autor de El abrazo del tango y el rock (Estudio Suri, 2018) reflexionó sobre su primer libro, que narra las fusiones a través del tiempo de dos géneros al parecer tan disímiles pero que comparten raíces e historias en común. De cómo los ‘90 fueron los años en como nunca antes, se dio esta cruza de estilos tanto en rockeros como en tangueros y de la posibilidad una vez disipada la pandemia, de volver a hacer una presentación de la nueva edición ampliada del trabajo de manera presencial, entre otros puntos. “La publicación por suerte fue bien recibida por ambas tribus. Y el hecho de haberlo publicado por mi cuenta me dio la posibilidad de entregárselo en mano a la gente que realmente me interesaba que lo tuviera como Charly García por ejemplo. Porque tal vez de otra forma, nunca se hubieran enterado de su existencia”, dijo.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo concebiste la idea de escribir El abrazo del tango y el rock (2018)?
Alejo Rodríguez de Fraga: Yo trabajé en un programa de radio que hacíamos con amigos una vez por semana en 1996 en FM La Tribu que se llamaba "Nadie pudo probarlo". Eran épocas donde los rockeros interpretaban tangos. Los Piojos con “Yira yira”, Los Auténticos Decadentes grabando con Alberto Castillo, Los Pericos versionando “Por una cabeza”, etc. y en donde Charly García además, había sumado al baterista Fernando Samalea para tocar el bandoneón en su banda. Por eso, con mis compañeros decidimos hacer informes de tango y rock. Al poco tiempo, me puse a escribir algunas notas sobre el tema de las cuales una de ellas la terminó publicando la Academia Nacional del Tango. Luego, y varios años después, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) tuve que hacer una monografía para Historia del Arte de cualquier tema que estuviera relacionado con esta materia de Ciencias de la Comunicación. Entonces, tomé los escritos tangueros y rockeros que tenía, le agregué más información y lo presenté. Así que el trabajo se fue armando como una bola de nieve que iba creciendo. Y un día me encontré con que tenía unas 60 páginas escritas y me pregunté qué podía hacer con ese material. Y decidí escribir mi primer libro.
APU: ¿Cómo fuiste diagramando el trabajo y cuánto tiempo te llevó ponerle fin?
A.R.F.: El libro terminó de completarse luego de cuatro años de trabajo. Y como soy muy estructurado y organizado, quise escaparme de la cronología y lo enciclopédico porque me pareció un poco aburrido abordarlo de esa manera. Contiene además, unas 50 entrevistas, donde destaco la que le hice vía mails al bajista de Los Shakers, grupo histórico uruguayo que en ese momento estaba en Rio de Janeiro Brasil, Roberto “Pelín” Capobianco quien lamentablemente al poco tiempo falleció. Después, hay reportajes a Fernando Samalea y Litto Nebbia por ejemplo, que son de fines de los ‘90 y como habían quedado en mi archivo personal los incluí.
APU: Un libro que además ya tiene su reedición ampliada. ¿Qué sentías que le faltaba con respecto a la primera tirada?
A.R.F.: La nueva edición contiene unas 40 páginas más y varias fotos agregadas. Como una maravillosa imagen de Charly García junto al gran bandoneonista Rubén Juárez, de La Chicana y La Orquesta Típica Fernández Fierro, entre otras. Me pasó además, que a partir de que salió la primera tirada de El abrazo del tango y el rock empecé a acercarme mucho más al ambiente conociendo músicos y gente interesada en el tema. Y de esta forma, fui descubriendo más cosas que hicieron posible estos agregados. Sumado a que en estos últimos años, el auge del feminismo y la perspectiva de género, originaron muchos cambios incluso en la música popular que me llevaron a atender esta nueva realidad e incluirla también.
APU: ¿Cómo pudiste solventar la ampliación de tu trabajo?, ya que sabemos de los altos costos que tienen que enfrentar los proyectos autogestivos.
A.R.F.: Es verdad esto que decís, por eso y durante la primera y más dura etapa de la pandemia, conseguí que me dieran unos subsidios que me ayudaron a costear los gastos que son altos. Por otro lado, al libro lo edité yo mismo por el sello que tengo que se llama Estudio Suri y mi mujer que es diseñadora gráfica me ayudó muchísimo con la diagramación y el armado. Y con respecto a la tapa, quería evitar la parejita bailando o el obelisco. Es decir, las cosas más vistas y trilladas, por eso es que recurrí a un gran artista fileteador, que además es amigo Fernando Vega , quien hizo un cuadro pintado a mano del que extrajimos la imagen que ilustra la cubierta.
APU: ¿Cómo fue recibido el libro, tanto por la patria rockera como por la tanguera? ¿Obtuviste algún tipo de repercusión?
A.R.F.: La publicación por suerte fue bien recibida por ambas tribus. Y el hecho de haberlo publicado por mi cuenta me dio la posibilidad de entregárselo en mano a la gente que realmente me interesaba que lo tuviera. Porque tal vez de otra forma, nunca se hubieran enterado de su existencia. Tuve la fortuna también, de hacérselo llegar a Charly por intermedio de Fabián “Zorrito” Von Quintiero quien me contó después que García se emocionó al recibirlo. Es más, estuvo circulando una foto por las redes del “bicolor” en el aeropuerto de Santiago de Chile posando con todos los empleados, donde tenía el libro en una de sus manos.
Tangos fatales
APU: Después de haber investigado tanto para el libro, ¿dónde pudiste encontrar los primeros cruces entre tango y rock en nuestros músicos?
A.R.F.: Antes de comenzar la nota recordábamos a Carlos Roney y Los Cuatro Planetas. Ellos ya hacían a principios de los ‘60 versiones de tangos, entre ellos “La Cumparsita” con esas guitarras clásicas de rock surfer que eran increíbles. Las orquestas de jazz incluso de aquellos años ya ensayaban alguna cruza entre tango y rock. Y desde luego la música con aires de dos por cuatro y la lírica de Manal en su tema “Avellaneda blues” que incluyeron en su álbum debut de 1970. Sin embargo, lo extraño era que los músicos no se planteaban sonar tangueros. Miguel Cantilo por caso, decía lo mismo. Porque por entonces, ellos vivían una lucha generacional donde lo único que buscaban era despegarse en todo sentido de sus padres y el mundo adulto. Pero se daban cuenta al mismo tiempo que por alguna razón no podían hacerlo del todo.
APU: Los ‘90 son los años en que se empieza a ver con más claridad cómo rockeros y tangueros toman elementos unos de otros y los llevan a sus obras y escenarios respectivamente.
A.R.F.: Exacto, en los ‘90 Adriana “La Gata” Varela, que hay que decir venía del rock, y Tapé Rubin por ejemplo, empiezan a tocar con bajo eléctrico y batería. Instrumentos típicos del universo rockero que por otra parte les significaron un riesgo, porque sabían que el público estaba dividido en cuanto a la aceptación o no de esta nueva propuesta estética y sonora. Por otra parte, Tavo Kupinski uno de los guitarristas de Los Piojos fallecido trágicamente en 2011 y después Juan Alberto Carbone encargado del saxo en Callejeros, empiezan a tocar el bandoneón en sus propias bandas, cosa que antes no pasaba. Después están las marcadas influencias de por ejemplo Estelares, quienes no solo gustan de los ritmos tangueros sino que además estudiaban el género. De hecho antes de formar el grupo, tenían otro que se llamó Peregrinos con el que llegaron a tocar y grabar tangos.
APU: Siendo el tango y el rock dos estilos, que siguiendo el concepto de tu libro, se abrazan para fusionarse, ¿qué podrías decir que tienen en común?
A.R.F.: Creo que en común tienen por un lado una impronta bien urbana. Y por el otro, que ningún género nace de la nada, porque hay sonidos previos que fusionados derivan en estos dos universos tan grandes. Por eso, cuando algún ortodoxo te dice que no le gusta la mezcla y que prefiere tanto el rock como el tango puro y clásico, debe saber que tal cosa no existe.
APU: Hay un capítulo dedicado a uno de los más grandes poetas malditos, Charles Baudelaire. ¿Por qué decidiste incluirlo en el texto?
A.R.F.: Efectivamente, hay un capítulo que tal vez sea el más teórico, sobre la inspiración de Charles Baudelaire (1821-1867) que creo era pertinente incluir en el libro. Porque por ejemplo, la canción “Che ciruja” que Miguel Cantilo grabó para el disco de Pedro y Pablo Yo vivo en esta ciudad (1970), tiene mucho de los escritos del poeta francés. Así que se desprende que Miguel era un gran lector de su obra como muchos otros artistas que escribieron y compusieron sobre ese costado de la ciudad más marginal describiendo la parte más oscura y sórdida de la vida urbana.
APU: Al parecer de a poco vamos dejando atrás la pandemia. ¿Tenés pensado ante este escenario favorable presentar esta nueva edición aumentada?
A.R.F.: Me encantaría volver a hacer una presentación, esta vez de la reedición. Porque la primera vez que salió el libro lo pude mostrar en sociedad en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) con la participación de Jorge Garacotche, quien en los primeros años ochenta grabó con su grupo Canturbe el tema “Soledad” de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, y Julio Coviello con su bandoneón. Y también en Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe, gracias a una invitación que recibí y en donde actuaron algunos artistas locales. Después, hice una actividad muy linda durante la parte más dura de la pandemia, que fue una especie de película casera con músicos tocando algunas canciones y periodistas leyendo fragmentos del libro que se puede ver en Youtube.
APU: Para finalizar, ¿qué te gustaría que les pase a todos aquellos que tengan la oportunidad de leer El abrazo del tango y el rock?
A.R.F.: Me gustaría que toda esa gente, que participó de alguna manera de esta mezcla de dos estilos tan populares sean músicos o público, se sientan identificados. Y que no solo el libro les resulte interesante en cuanto a encontrar datos e información, sino que también les mueva alguna fibra íntima y que más que atrapante, les resulte apasionante.